132- La boda arruinada

10 4 0
                                    

El acuerdo para ir a la boda de Bill y Fleur incluía que ambos hermanos Potter debieran ir disfrazados. La respuesta fue poción multijugos, que fue modificada por Circe para que la concentración aumentara y por tanto el efecto durara diez horas. Introdujo una mezcla de cabello de Percy y Regulus a la poción de Harry y una de Tonks Ginny y Andrómeda para la suya. De esa forma ambos tendrían una apariencia de lo más revuelta y no podrían reconocerlos.

Harry podría pasar por uno de los Weasley con la apariencia que había tomado, era pelirrojo con ojos marrones, la cicatriz había desaparecido y había adquirido el tono blanco verdoso de la piel de Reg. Ella también era pelirroja, con el cabello ondulado como el de Andrómeda y sus mismos ojos negros, llevando la nariz natural de Tonks.

Vaya que no iban a reconocerlos, pero el cabello rojo estaba estropeando su túnica negra con el exceso de color, aunque había tratado de mitigarlo lanzando un hechizo sobre su cabello que creaba el efecto de que cayeran estrellas entre las ondas.

—Pero que elegantes se ven hoy— vitoreó Andrómeda y les hizo gestos para que se juntaran en una fotografía.

Percy estaba de lo más elegante en tonos grises y Harry había aprovechado la oportunidad para estrenar su reloj y la corbata roja de Percy. Remus y Tonks, por otro lado llevaban túnicas azul marino con dorado a juego y habían vestido a Teddy con un mameluco que simulaba un smoking negro.

Andy le hizo fotos a todos, estaba de mejor humor que de costumbre, si eso era siquiera posible y envío con ellos un regalo para los novios dentro de un paquete envuelto.

A las tres en punto de la tarde llegaron a la gran carpa blanca, montada en el huerto de árboles frutales, dónde Fred, George y Ron estaban esperando a que llegaran los invitados de la boda.

Los tres chicos tenían en la mano un plano de la disposición de los asientos, para ayudar a los invitados a encontrar su sitio.

—¡Hola!— Circe se acercó directamente a los gemelos.

—¿Qué hay?—saludó George— ¡Vaya, lucen tan diferentes!

—Es la experiencia completa, supongo. Aún parecemos hermanos, creo.

Desde la entrada de la carpa se veían en su interior hileras e hileras de frágiles sillas, asimismo doradas, colocadas a ambos lados de una larga alfombra morada; y los postes que sostenían la carpa estaban adornados con flores blancas y doradas.

Fred y George habían atado un enorme ramo de globos sobre el punto exacto donde Bill y Fleur se convertirían en marido y mujer. En el exterior, las mariposas y abejas revoloteaban perezosamente sobre la hierba y el seto.

—Cuando yo me case —dijo Fred tirando del cuello de su túnica—, no armaré tanto jaleo. Podrán vestirse como les apetezca, y le haré una maldición de inmovilidad total a nuestra madre hasta que haya terminado todo.

—Que buena idea—aplaudió Harry.— Yo tampoco haría algo tan pomposo, pero supongo que es cada quien.

—Esta mañana mamá no se ha portado demasiado mal, a fin de cuentas —la defendió George—. Prepárense.

Unos personajes vestidos con llamativas ropas multicolores iban apareciendo, uno a uno, por el fondo del patio. Pasados unos minutos, ya se había formado una procesión que serpenteó por el jardín en dirección a la carpa. En los sombreros de las brujas revoloteaban flores exóticas y pájaros embrujados, mientras que preciosas gemas destellaban en las corbatas de muchos magos. A medida que se aproximaban, el murmullo de voces emocionadas fue intensificándose, hasta ahogar el zumbido de las abejas.

—Estupendo; me ha parecido ver algunas primas veelas —comentó George estirando el cuello para ver mejor—. Necesitarán ayuda para entender nuestras costumbres inglesas; yo me ocuparé de ellas.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora