La semana avanzó con normalidad, aunque para desgracia de Circe, el Quidditch no se había detenido. Umbridge había permitido que los entrenamientos y partidos continuaran. Gryffindor y Slytherin, como siempre, se habían envuelto en una competencia implícita por la copa incluso antes de los juegos.
Snape no disimulaba que defendía los intereses de su equipo. Había reservado tantas veces el campo de quidditch para los entrenamientos de Slytherin que los de Gryffindor tenían dificultades para utilizarlo. También hacía oídos sordos a los continuos informes de los intentos de los de Slytherin de hacer maleficios a los jugadores de Gryffindor en los pasillos del colegio. El día que Alicia Spinnet se presentó en la enfermería con las cejas tan crecidas que le impedían ver y le tapaban la boca, Snape insistió en que debía de haber probado por su cuenta un encantamiento crecepelo y no quiso escuchar a los catorce testigos que aseguraban haber visto cómo el guardián de Slytherin, Miles Bletchley, le lanzaba un embrujo por la espalda mientras ella estaba estudiando en la biblioteca.
Derivado de semejante rivalidad, Snape había desarrollado una nueva obsesión por corregir a los jugadores en los entrenamientos. Sabía que eso ocasionaría un inevitable sentimiento de envidia de parte de Minerva, quien no podía volar en escoba desde su lesión en la época escolar.
Otra medida preventiva que el Jefe de Casa había planeado, era hacer que Circe estuviera presente en los entrenamientos. En realidad ella se lo había buscado por hacer explotar un tintero en clase de Transformaciones y por juntar otras 10 amonestaciones de la profesora Sinistra por hablar en clase. Era una especie de castigo horroroso en el que su trabajo consistía en levitar en el aire a un jugador si este caia de la escoba. Mortal.
-¡Esto es tan aburrido!- se quejó en repetidas ocasiones- ¡Es un castigo injusto!
-Si guardaras silencio en Astronomía, quizá esto no pasaría- respondió Snape con ironía.
-Aurora es una exagerada y te consta.
-Pero es tu profesora, y si te dice que te calles, te callas y punto.
-¡Hay libertad de expresión!
-Puedes expresarte fuera de clases.
Circe rodó los ojos y continuó con su lectura, si escuchaba algún grito de alguien cayendo, voltearía y lo detendría, no había necesidad de ponerles atención todo el tiempo.
-¡Malfoy, atrapa la jodida Snitch!
Circe resopló ante el comentario. Estúpido Quidditch.
-¿Qué es lo que estás leyendo?- Snape preguntó.
-Aplicaciones de las Artes Oscuras- respondió sin más- le estoy dando un repaso, por si a Umbridge se le ocurre algo, este libro trae varias contrarrestaciones.
-¿Lo lees solo para detener a Umbridge? Que afán.
-Estoy desarrollando una opinión propia sobre todo este asunto de la magia mala y la magia buena- Circe cerró el libro- creo que no depende de la magia, sino de como la uses.
Entonces, un grito de alguien cayendo interrumpió la conversación, ¿Por qué jugar a algo donde podían morir de forma estúpida?
"Levicorpus" pensó Circe dirigiendo la varita a su objetivo. Draco detuvo su caída y quedó colgando de uno de sus tobillos, Circe lo bajó casi a nivel de piso "liberacorpus" y cayó suavemente en el piso.
-Gracias- dijo el chico elevando un pulgar.
-¡No me quedaré sin buscador por tu culpa, Malfoy!- reclamó Snape- ¡Presta un gramo de atención, carajo!
"Como decía, estúpido Quidditch"
-¡Bien, suficiente por hoy! ¡Todos a dormir ahora mismo!
Draco y Circe entraron juntos a la Sala Común, donde reinaba una paz nunca antes vista. Todos estaban leyendo un pergamino individual y asentían como si trataran de memorizar algo. Pansy y Daphne cuchicheaban en una esquina.
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Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2
Fiksi PenggemarLos hermanos Potter están de regreso, listos para sumergirse en la parte más oscura de su aventura. El pasado ha sido difícil pero el futuro no se ve muy prometedor para ninguno de los dos. Con Circe dividida entre lo que debe hacer y lo que su cora...