138- El tiempo es subjetivo

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Luego de la ceremonia, donde fueron enterrados los cuerpos de los caídos, Harry comenzó a caminar hacia la tumba de mármol blanco con los nombres de Lily y James Potter. Estaba a unas cinco hileras de distancia de la tumba recién hecha de Remus y Tonks.

-El último enemigo en ser derrotado es la muerte- leyó Circe en voz baja- Suena a algo que Dumbledore diría.

-Pero la Muerte no parecía un enemigo- caviló Harry.-De hecho, tenemos que ayudar a Reg con el ritual.

-Entonces me daré prisa- Circe suspiró y se arrodilló frente a la lápida- Nunca les he pedido nada, pero esta vez quisiera pedirles un favor. Déjenla pertenecer, déjenla ser parte del grupo. Es muy divertida, se los aseguro. Por favor, no dejen sola a Tonks- las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo, eran tan ácidas que quemaban y el lagrimal le ardía- Es lo único que les pido. Por favor.

Para el ritual, Regulus había montado una pequeña hoguera en una esquina del cementerio. Era el mejor lugar que se le había ocurrido para comenzar con aquello. Tenía que devolverle a la Muerte todas las almas robadas por Voldemort, quizá con eso tendría algo de piedad para Severus, quizás devolviéndole lo que más amaba, ella haría lo mismo por él.

La reja dorada volvió a abrirse un rato después, para molestia de Severus, que había disfrutado de las pocas horas de completa paz que la nieve le brindaba, tanto como le era posible, porque incluso ahí, era como si algo le faltara.

-¡Los está regresando!-la voz alegre de una mujer resonó entre la nieve-¡Regulus cumplió, los está regresando!

Una serie de personas (o almas) empezaban a caminar entre la nieve, hombres, mujeres, niños, de todas las edades, formas, tamaños y vestimentas. Todas caminaban de la mano esperando a ser recibidos por la mujer con la corona de flores que ahora estaba en la reja.

-Bienvenidos de vuelta- decía la mujer con una sonrisa enorme, Snape nunca había visto a la Muerte tan feliz- ¡Gracias, Regulus, gracias!

Todos los inferi habían sido devueltos, Regulus había cumplido con su palabra. Ahora estaba libre del contrato, podría vivir su vida en completa libertad sin fantasmas que lo acecharan a todas horas. Podría ser todo lo que siempre quiso. Una sonrisa se dibujó sobre el rostro de Snape de solo pensar a Regulus viviendo la vida que siempre quiso. Lo merecía.

-¡AYMER!-la Muerte gritó y corrió hasta el final de la fila, donde un hombre alto y rubio esperaba a cruzar la reja.

Entones Snape lo entendió todo, Aymer era de quien la Muerte estaba enamorada. Era él la razón por la que había mantenido a todos bajo un régimen de rabia y ardor. Era Aymer la causa de que ella odiara tanto a Voldemort, se lo había quitado. La Muerte dejó caer su corona mientras corría y plantaba un beso en el hombre mientras lo brazaba.

-¡Aymer, creí que no volvería a tenerte conmigo!

-Yo creía lo mismo, Señora. Pero aquí me tiene.

Los dos se abrazaban, mientras lágrimas doradas de felicidad salían de los ojos de ambos y reían, era una de las escenas más felices que Snape pudo haber presenciado.

-¿Vienes?- le preguntó ella tendiéndole la mano, sin soltar a Aymer.

Snape negó con la cabeza.

-Regulus te envía esto- dijo Aymer, con una voz muy distinta a la espectral que siempre solía acompañarlo y entregó a Snape un papel- Lo hice como un favor.

-Enviaré gente, Severus- aseguró la Muerte antes de cerrar la reja- Ya veremos quien gana.

Pero Snape no respondió al reto. Solo desdobló la nota de papel pergamino que le había sido entregada:

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora