119- La fiesta

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La misión de obtener el recuerdo de Slughorn mientras luchaba por matar sin matar a Dumbledore no estaba siendo sencilla. Necesitaba ganar, necesitaba a toda costa obtener una prueba o todo se vendría debajo de una forma horrible. Entre las clases con Slughorn, el coro, ayudar a Draco con sus deberes de prefecto y mantenerse al corriente con las clases, casi no había tenido tiempo de ver a Harry y eso dolía.

Pero por fin tenía una hora libre antes de la cena de esa noche y aprovechó para correr a verlo en cuanto lo vió.

-¡Hola, tonto!- saludó mientras lo abrazaba por la espalda.

-Hey- el chico rió y se giró para abrazarla de vuelta. Llevaba un libro en la mano, que enseguida llamó la atención de su hermana.

-¿Ahora lees pociones?

-¡Y mucho más!- exclamó Harry y le mostró el libro- ¿Sabes quién podría ser el que hizo las notas?

Circe tomó el libro entre sus manos y lo hojeó.

-Reconocería esa letra a donde fuera, Potter- dijo soltando una carcajada- ¿De casualidad no lo firmó el Príncipe Mestizo?

-¿Cómo lo sabes?- Hermione preguntó, Circe nisiquiera había notado que ella y Ron estaban ahí. Estaba demasiado emocionada por ver a su hermano un rato que los había bloqueado.

-Porque la mayoría de mis libros están firmados igual- dijo sacando su ejemplar del Libro reglamentario de hechizos, grado 5 y pasándoselo a Harry.

-Es cierto, tiene las notas al margen y todo- el chico lo analizó con cuidado.- ¿Entonces sabes quién es el Príncipe, no?

-Harry, amor- Circe soltó una carcajada- es el Profesor Snape.

-¿Cómo?-Hermione revisó ambos ejemplares- ¿No diría entonces su nombre?

-Es un apodo, Granger- Circe rodó los ojos- Tú no te llamas "insufrible sabelotodo" solo te dicen así.

La castaña no respondió, pero Ron se estaba poniendo cada vez más rojo.

-¿Cómo conseguiste el libro?

-Slughorn me lo prestó, no sabía que Snape lo había perdido o algo así.

-Dudo que le moleste que lo tengas, solo deberíamos avisarle, por cualquier cosa. Ha pasado años buscando esa copia.

Viendo que la conversación volvía a ser solo entre ellos, Granger añadió:

-Yo solo he venido a advertir a Harry sobre algo- Hermione se aclaró la garganta- Antes de venir aquí pasé por el cuarto de baño de las chicas, y allí me encontré con casi una docena de alumnas (entre ellas Romilda Vane) intentando decidir cómo hacerte beber un filtro de amor. Todas pretenden que las lleves a la fiesta de Slughorn, y sospecho que han comprado filtros de amor en la tienda de Fred y George que, me temo, funcionan.

—¿Y por qué no se los confiscaste? —preguntó Harry.

—Porque no tenían las pociones en el lavabo —contestó ella, con desdén—. Sólo comentaban posibles tácticas. Como dudo que ni siquiera ese Príncipe Mestizo —le lanzó otra arisca mirada al libro— fuese capaz de encontrar un antídoto eficaz contra una docena de filtros de amor diferentes ingeridos a la vez, yo en tu lugar invitaría a una de ellas a que te acompañe a la fiesta. Así las demás dejarían de albergar esperanzas y se resignarían. La fiesta es mañana por la noche, y te advierto que están desesperadas.

—No me apetece invitar a nadie —murmuró Harry.

-Puedes venir conmigo y con Draco- sugirió Circe- Si lo que te preocupa son esas chicas, yo puedo hacer algo con ellas. Draco estará encantado de ayudar.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora