93- San Mungo

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Circe aún se sentía como una intrusa en esa casa, todos los demás parecían tan familiares y cercanos el uno al otro que ella simplemente no encajaba. Sus baúles habían llegado desde Hogwarts mientras ellos comían, así que pudieron "vestirse de muggles" para ir a San Mungo. Circe no entedía la expresión al cien, ella siempre vestía de jumpers y camisetas. Todos, de nuevo excepto Harry y Circe, estaban muy contentos y parlanchines mientras se quitaban las túnicas y se ponían vaqueros y sudaderas. Cuando llegaron Tonks y Ojoloco para escoltarlos por Londres, los recibieron con regocijo y se rieron del bombín que Ojoloco llevaba torcido para que le tapara el ojo mágico, y le aseguraron sinceramente que Tonks, que volvía a llevar el cabello muy corto y de color rosa chillón, llamaría la atención en el metro menos que él.

Tonks mostró un gran interés por la visión de Harry del ataque que había sufrido el señor Weasley.

—En tu familia no hay antepasados videntes, ¿verdad? —inquirió con curiosidad cuando se sentaron juntos en el tren que traqueteaba hacia el centro de la ciudad.

—No —contestó Harry.

—No —repitió Tonks, pensativa—. No, claro, supongo que lo que tú haces no es profetizar, ¿verdad? Es decir, tú no ves el futuro, sino el presente... Es extraño, ¿no? Pero útil...

-¿Lo crees, amor?- Circe iba sentada entre ambos en el tren.

-Pues me parece más bien curioso. Todo eso de las visiones es muy extraño, aunque no creo que a alguien le haga feli que le comparen con alguien como Sybill Trelawney- dijo con una risa.

-Hace tanto que no la veo...

-¿Recuerdas lo histérica que se ponía? ¡Siempre trataba de conocer tu carta astral!

-Pero eso es imposible- Circe sacó una carcajada.

-¿Por qué?- preguntó Harry- Solo necesitas tu fecha de cumpleaños, ¿no?

-Ahí el dilema, Potter- Circe volvió a reír- ¡No tengo cumpleaños!

-Todos tenemos cumpleaños- insistió su hermano- pero ahora que lo dices, no recuerdo saber el tuyo.

-Nadie lo hace- Tonks explicó- por eso tiene esa peculiaridad. Simplemente nadie sabe cuando nació.

-¿Ni Snape? – Harry se quedó boquiabierto- ¡Algo debe haber!

-Nop, nadie- Circe se encogió de hombros- era imposible determinarlo, pero pusieron el 29 de octubre en mi registro, era una fecha vinculada al proceso, pero era imposible que hubiera nacido ese día. Solo está ahí por tramitología.

-Oh...-Harry frunció el ceño, pensativo- lo veo.

Se apearon en la siguiente parada, una estación del centro de Londres. Fred y George se colocaran detrás de ellos y Tonks, que marchaba en cabeza. La siguieron hasta la escalera mecánica; Moody cerraba el grupo; llevaba el bombín calado, y una de sus nudosas manos, metida entre los botones del abrigo, sujetaba con fuerza la varita. Harry le preguntó a Ojoloco dónde estaba escondido San Mungo.

—No está lejos de aquí —gruñó Moody cuando salieron al frío invernal de una calle ancha, llena de tiendas y de gente que hacía las compras navideñas. Empujó con suavidad a Harry para que se adelantara un poco y lo siguió de cerca -No resultó fácil encontrar un buen emplazamiento para un hospital. En el callejón Diagon no había ningún edificio lo bastante grande, y no podíamos ubicarlo bajo tierra, como el Ministerio, porque no habría sido saludable. Al final consiguieron un edificio por esta zona. La teoría era que así los magos podrían ir y venir y mezclarse con la muchedumbre.

Ojoloco agarró a Harry por un hombro para impedir que lo separaran del grupo unos compradores que, evidentemente, no tenían otro objetivo que entrar en una tienda cercana llena de artilugios eléctricos.

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora