125- El Potter metiche

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Circe jugueteaba con la varita falsa de sáuco, la habían enviado los gemelos un par de días antes oculta en un bote de shampoo, últimamente muy solicitado debido a que una que otra Ravenclaw se le estaba cayendo el cabello a montones.

-¿Para qué quieres esa varita?- preguntó Draco, que sacudía el interior del armario.

-Voldy es un idiota si cree que se lo vamos a dejar tan fácil- Circe sonrió y dió vuelta a la varita entre dos de sus dedos- y Dumbledore es un idiota si cree que seguiré su maldito plan perfecto luego de que muera.

-¿Pero como entra esa varita en el plan?

-Oh, ya lo verás- se encogió de hombros- Será lindo. No sabrán ni por donde les llegó el golpe.

En eso, una diminuta figura entró en la Sala de los Menesteres y fue expulsada hacia atrás en el aire por uno de los hechizos protectores que Circe había lanzado alrededor de la sala. Siendo que los del castillo seguían deteriorándose, le había parecido prudente lanzar algunos de repulsión.

-¿Qué carajos fue eso?- Draco preguntó, alarmado.

-Iré a averiguarlo, espera- Circe se puso de pie y salió de la Sala a hurtadillas, lista para seguir a la figura que reconoció como de Dobby. Seguro que Harry lo había enviado a investigar. A sabiendas de que el chico estaría en su sala común, caminó hasta el escondrijo debajo del salón de encantamientos que daba a un pasillo secreto que llegaba a la sala de Gryffindor. Charlie le había mostrado ese camino. Confirmó sus sospechas una vez que llegó detrás del tapiz que ocultaba la existencia del paso, donde se podía escuchar perectamente lo que su hermano y los demás, conversaban.

—¡En la Sala de los Menesteres! —soltó Harry—. ¡Ahí es donde se esconden! ¡Ahí es donde hacen... lo que sea que hacen! Y por eso desaparecen del mapa. ¡Ahora que lo pienso, en el mapa nunca he visto la Sala de los Menesteres!

—A lo mejor los merodeadores no sabían de su existencia —sugirió Ron.

—Supongo que esa particularidad forma parte de la magia de la sala —observó Hermione—. Si necesitas que no pueda detectarse, no se detecta.

—Dobby, ¿has conseguido colarte y ver qué hace Malfoy?

—No, Harry Potter, eso es imposible. Tiene un encantamiento que te lanza hacia atrás con fuerza.

-Y eso sin duda, tiene la marca de tu hermana-Ron añadió.

—Sí, ya lo comprobaremos —repitió Hermione—. Pero te advierto, Harry, para que no te emociones mucho, que no creo que puedas entrar en la Sala de los Menesteres antes de saber con seguridad qué hay dentro.

Circe rodó los ojos, cada vez soportaba menos a ese par. Mucho tiempo atrás había creído que podría llevarse bien con ellos, pero ese tiempo había quedado enterrado en el pasado. Ya no era la misma persona y ellos no eran tan tolerables como entonces. A veces sentía como si hubiera atravesado muchas vidas, sus recuerdos parecían pertener a una Circe distinta a la que estaba ahora mismo ahí sentada detrás del tapiz.

La puerta de su despachó resonó un par de veces. Era un sonido familiar, sin duda alguna, Charity Burbage.

-Adelante- dijo sin más y una alegre rubia entró al despacho.

-¡Hola!- saludó con una sonrisa- ¿Qué tal las clases hoy?

-Terribles- respondió Snape con un gruñido- Cada vez más idiotas.

-Las mías van genial- admitió ella- Aprenden rápido, hemos estado viendo como usar licuadoras, microondas, cafeteras...¡Las ideas que tienen esos muggles! Y los chicos son muy listos, ¿Tú sabes usar todos esos aparatos?

Harry Potter y la Princesa de Slytherin 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora