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El delicioso aroma que venía desde la cocina la hizo despertar, aún medio somnolienta caminó arrastrando los pies y los ojos entrecerrados preguntándose porque le dolía tanto la espalda.
- Cariño, ¡despertaste! -Tenzō estaba sano y salvo sirviendo pan recién tostado en un plato- ¿Descansaste?
Toda la casa estaba llena de flores, por cierto, los tulipanes sobresalían.
- Pensé qué no volvería a verte. -se acercó a él y lo envolvió en un gran abrazo. Enseguida se soltó a llorar, todas esas lágrimas que había estado reprimiendo para que su equipo tuviera dónde apoyarse.
- Tetsu, ¿de qué hablas? -respondió el gesto- Sólo fui a una misión cerca y volví rápido, ya tengo permiso para quedarme contigo hasta que nazca el bebé. Además ya estamos muy cerca de la fecha, no puedes alterarte tanto. -acarició su cabello y dejó un beso en su frente.
- ¿El bebé? -preguntó aún sorbeando su nariz. Se separó de él y miró su propia barriga que estaba por explotar- ¿Qué? No, es qué... No, esto no puede ser posible ayer estábamos en el campo de batalla, fue espantoso, Neji murió, Inoichi-san y Shikaku-san también. -hablaba tan rápido cómo podía y su vista comenzaba a nublarse- Tú fuiste raptado y... -pasó la mano por estómago y acarició- Perdí a este niño hace mucho. -tapó su boca para callar sus lamentos pero enseguida todo se tornó negro.
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Cuando volvió a abrir los ojos estaba en la cama de un hospital y su gigante barriga ya no estaba. Tenzō la tenía sujetada de la mano con los ojos cerrados y una gran sonrisa en rostro. La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Hizoka seguido de Gakuto que llevaba un bebé en brazos.
- Felicidades, Tetsu-chan. Es una niña preciosa. Se parece a ti, afortunadamente.
- ¡Oye! -se quejó Tenzō. Gakuto se acercó a ella y le entregó a la pequeña, castaña- Definitivamente se parece a ti.
Esto es muy extraño.
Por la ventana entraron Daiki, Inohika y Kakashi, tenían rasguños en los brazos y ramas en el cabello.
- ¡Quiero verla! -exclamó la bicolor- ¡Venimos tan rápido cómo pudimos! Los gatos hoy en día son un fastidio para atrapar.
- ¡Tarada la vas a despertar! -regañó el peliverde.
La bebé comenzó a llorar y ella nerviosa seguía sin saber que hacer tal vez aún no creía su felicidad.
