— Me voy a caer — Le aseguré. Estaba adorable con su enorme sombrero, los rizos que sobresalían, la nariz y las mejillas rojas por el frío. Era como una bola de energía, cargada por el deleite de la temporada navideña. Me dijo que tenía planeada una cita espectacular. primero estábamos patinando en el rockefeller center.
— Por favor, por tu Timmy — Suplicó.
— Está bien, por mi Timmy — Cedí. Me tomó las manos y giramos. Me sentí salvaje de felicidad cuando me hizo girar. De alguna manera hizo un movimiento en el que me hizo girar hacia él.
— Te amo — Tarareó en mi oído. Otros quince minutos de patinaje y me llevaba ansiosamente a lo siguiente.
— ¡Un carruaje tirado por caballos! — Yo dije.
— Para mi princesa, por supuesto — Se inclinó — Veremos las luces navideñas.
— ¡No puedo esperar! — Sonreí y él me ayudó a subir, y subió después.
Me abrazó con fuerza mientras mirábamos las magníficas exhibiciones navideñas. Siguió girando mi rostro para besarme, sin embargo, como si algo que tenía mi atención fuera de él por completo no estuviera bien.
— Angel, siéntate en mi regazó — Le rogó.
— ¿Qué, no estoy lo suficientemente cerca de ti ya? — Pregunté con una sonrisa.
— No — Negó con la cabeza. Le permití que me pusiera en su regazo.
— Si yo fuera santa ¿Qué me pedirías? — Preguntó, acariciando su nariz en mi cuello.
— Un chico alto, de pelo rizado, que me adora, y que es amable, artístico, talentoso y amoroso — Suspiré.
— Ya me tienes y para siempre — prometió.
— ¿Lo prometes?
— Siempre y para siempre — Juró. Lo besé, sosteniendo su rostro entre mis manos, vertiendo mi amor en él.
— Agapornis del final del camino — Llamó el conductor.
Luego simplemente caminamos por la ciudad compartiendo nuestras esperanzas y sueños para el nuevo año. Mencionó el matrimonio unas cuantas veces, lo que me mareó de emoción. también habló sobre los diferentes proyectos que esperaba hacer. Los fans nos detuvieron varias veces y él siempre me incluía en la imagen. Finalmente, nuestras piernas estaban cansadas y teníamos frío.
Regresamos a nuestro departamento y comenzamos a quitarnos las chaquetas y los guantes. Me besó y sus labios estaban fríos, pero no me importó. Nos cantábamos canciones navideñas de amor mientras él hacía el chocolate caliente. Había comprado malvaviscos en forma de corazón la savia. Pronto estábamos acurrucados el uno con el otro, debajo de una manta, listos para ponernos a Elf.
— Gracias por la cita perfecta, Timmy — Sonreí.
— Cualquier cosa por ti mon amour — Dijo y besó la parte superior de mi cabeza.
