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ৎ ❪ ☆ ❫ synopsis. pasando una noche en un invierno. ৎ ❪ ☆ ❫ info. fluff. ৎ ❪ ☆ ❫ pairing. timothée chalamet x fem! reader.
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" it's too cool "
◍ㅤㅤㅤㅤ⸝⸝ — ¡ES SOLO UN POCO DE NIEVE! — Tu novio gritó al vacío de Central Park. El cielo estaba oscuro, ahogado por todas las luces cercanas y los sonidos de una animada Nueva York. Hacía frío. Mucho frío. La nieve cubría el suelo, finas capas de aguanieve cubrían el pavimento resbaladizo y el aire picaba hasta el último centímetro de la piel expuesta. No, no eras de los que le da frío. Pero no pudiste convencer a tu emocionado chico de lo contrario.
— Hace mucho frío — Te quejaste, los dientes castañeteaban con tus palabras. Seguiste los largos pasos de Timmy y sujetaste tu abrigo alrededor de tu cuerpo con fuerza. Temblabas más con cada fuerte ráfaga de viento que pasaba.
— ¿Pero no es bonito? — Gritó, saltando encima de un banco.
Timothée, tu chico, era nada menos que hermoso. Sus rizos colgaban irregularmente de debajo de los bordes de su gorro, su abrigo era demasiado grande para él y su nariz, labios y mejillas estaban agrietados y rosados por el aire frío de la noche. Estaba sonriendo de oreja a oreja. Ya era pasada la medianoche cuando te pidió que fueras a caminar con él. Habías aceptado de mala gana, sabiendo el frío al que te enfrentabas, pero te alegraste de haber venido. Bailó en las aceras con alegría, giró en círculos y extendió los brazos. Parecía un niño que acababa de ver el mundo por primera vez. La vista trajo una alegría incondicional a tu alma.
Siempre pudo ser su verdadero yo en momentos como estos. Tonto, juguetón, siempre hacía todo lo posible para hacerte reír y sonreír. A altas horas de la noche, cuando la ciudad estaba ocupada con otros asuntos, podía salir y no preocuparse por nada. No había fans a punto de detenerlo, no había ningún medio allí para arruinar su diversión, solo era él. Lo que pasó esa noche fue entre él y la propia ciudad de Nueva York.
— Timmy, sin ofender al parque, pero esa es la última vista que me preocupa en este momento — Dijiste con una suave risita y un estremecimiento. Lo estabas mirando, puro asombro en tus ojos. Te sentiste inocente. Sentías como si nunca antes hubieras visto algo tan maravilloso.
— Solo por que te amo — Dijo tu chico. Saltó del banco y pronto estuvo a tu lado — Siempre abrazarás mi corazón con más fuerza. Tu es très belle, mon amour.
— Si mis labios no estarían congelados, te besaría ahora mismo — Dijiste entre tu ruido de dientes — ¿Podemos ir a casa ahora?
— Por supuesto — dijo Timmy. Te dio la espalda y se puso en cuclillas — Sube.
Con mucho gusto accediste y saltaste sobre la espalda de tu novio para dar un paseo a cuestas. Te llevó todo el camino a casa, negándose incluso a bajarte una vez que estuvieron en el ascensor.
— Oh, mi amor — Timothée gimió — Me desgarras — Tus labios estaban sobre sus labios, tu lengua estaba en su boca, tu cuerpo estaba en sus manos. Cada vez que ambos se sentaban en el sofá a ver una película, solo era en una dirección. Muchos besos y no ver muchas películas. Estabas sentada en su regazo, sus manos te exploraban peligrosamente y permitías todos sus movimientos. Querías más, más, más.
Eso fue hasta que sonó la alarma de humo y estalló en el silencio. Se chocaron las frentes y ambos se pusieron de pie.
— ¡Las galletas! — Gritaste.
— ¡¿Todavía estaban horneando?! ¡Pensé que las habías sacado del horno!
Con movimientos frenéticos, chocando entre sí más de lo debido y chillidos de pánico, sacaste las galletas quemadas de su prisión caldeada. La sartén estaba quemada, las galletas estaban completamente negras y todo el apartamento olía a ceniza.
— Mierda — Dijo Timothée, abriendo las puertas del balcón para dejar salir algo del humo y el olor, para tu consternación.
— ¡Hace frío!
— ¡No podemos simplemente dejar las puertas cerradas y morir por inhalación de humo! — Dijo Timmy, una risa escapó de sus hermosos labios. Hiciste un puchero.
Tiraste lo que quedaba de las galletas y pusiste la sartén en el fregadero. Luego corriste a la sala de estar y tomaste una manta grande y te envolviste en ella. Suspiraste aliviada por el calor.
— Te estoy robando esta manta.
— Es toda tuya — Dijo tu chico, guiñándote un ojo. Se dirigió a la sala de estar después de terminar de limpiar parte del desorden y te abrazó — Eres un pequeño burrito adorable.
— Gracias — Dijiste con una risita — Deberías invertir en un cronómetro de cocina.
— Tal vez deberías invertir en mantener tus labios alejados de mí.
— Oh, silencio — Te burlaste — Tú eres el que constantemente me ruega por besos y atención.
— No tengo que rogar. Lo haces de todos modos — Dijo con una risita — Por favor, no pares.
— Nunca me detendré — Dijiste con una risita — ¿Podemos cerrar las puertas del balcón ahora?
— Estaba pensando en dejarlas abiertas. Sabes que si tienes demasiado frío, es posible que tengamos que probar métodos alternativos para calentarte. El contacto piel con piel es una buena manera...
— No me voy a desnudar contigo cuando hace tanto frío. Puedes olvidarlo.
— Merece un intento — Tu chico se rió. Te dejó ir y se acercó para cerrar las puertas — ¿Qué tal un chocolate caliente?
— Sí, por favor — Dijiste y le sonreiste.
— ¡La taza de Rudolph es mía! — Gritó y corrió hacia la cocina.
— ¡No es justo! — Chillaste y corriste tras él. Apretaste los talones para detenerte, pero las resbaladizas baldosas del suelo tenían otros planes. Tus calcetines se deslizaron por el suelo, golpeándote directamente contra Timmy, intercalándolo entre tú y el refrigerador.
Estabas a punto de farfullar disculpas, pero antes de que pudieras sentir unos brazos alrededor de tu cintura y sus labios sobre los tuyos. Al principio te besó lentamente, pero pronto se volvió más ferviente y profundo. Le devolviste el beso de buena gana, desesperada. Sin embargo, terminó demasiado pronto.
— Te amo — Su voz apenas era más que un susurro. Sus palabras fueron tan sinceras, tan reales, tan presentes. Lo decía en serio más de lo que jamás había querido decir nada antes. Había dicho un millón de verdades, pero ésta era, con diferencia, la más cierta.
— Te amo, Timmy — Le devolviste el sentimiento. Él nunca sabría cuánto lo amabas realmente, verdaderamente y con locura.
