◍ㅤㅤㅤㅤ⸝⸝ TU CABEZA GOLPEÓ LA ALMOHADA de tu espaciosa cama tamaño king con un suave ruido sordo. Estabas exhausta. Otro largo día de trabajo te había dejado la mente en blanco, los músculos doloridos y los huesos pesados. Cuando tu cuerpo finalmente conectó con el colchón, suspiraste profundamente de alivio. Finalmente lograste acostarte y respirar por un momento.
— ¿Mi amor? — Una voz familiar preguntó y te giraste para encontrar un mechón de rizos agachándose en la puerta mientras se dirigían hacia ti — ¿Ya estás durmiendo? Son sólo las 8.
Tarareaste en respuesta, incapaz de abrir la boca mientras te derretías en las sábanas.
— ¿Trabajo duro otra vez? — Preguntó Timothée, moviéndose para sentarse en la cama a tu lado. Su mano encontró tu pantorrilla y sus delgados dedos masajearon tus músculos mientras yacían. Suspiraste ante el ligero alivio que te dio.
— Sí — Dijiste, una vez que encontraste el coraje para abrir la boca — Éstas largas horas realmente me están pateando el trasero.
— Deberías tomarte el fin de semana libre.
— Deberías tomarte el fin de semana libre — Lo desafiaste, sabiendo que era tan adicto al trabajo como tú, si no más. Realmente no podrías escribir un guión ni aunque tu vida dependiera de ello.
— Touché — Él se rió y su mano se movió lentamente hacia tu muslo — Deberíamos tomarnos el fin de semana libre.
— ¿Realmente harías eso? Trabajar desde tu teléfono todavía cuenta como trabajo, Timmy — Te preocupaste. Él se rió de nuevo, un sonido hermoso.
— Sí. Y puedes confiscar mi teléfono si no me crees — Dijo, apretando tu muslo — Tus músculos están muy tensos.
— Mis músculos están muy cansados — Tarareaste en respuesta al apretón de tu muslo.
Sin decir más, Timothée asintió. Aunque parecía estar dirigido principalmente a él, lo viste. Un beso en tu frente, la caída de la cama volviendo a su superficie plana normal, y se fue.
Desde que lo conociste, Timothée siempre tuvo la costumbre de abandonar una conversación sin decir por qué ni adónde iba. Otro hábito suyo era que a menudo nunca terminaba sus frases ni completaba sus pensamientos. Su mente siempre estaba tan ocupada, tan llena de cosas que no podía ni empezar a imaginar cuáles eran, que a veces incluso lo distraía. Muchas veces te había dejado con besos sin palabras, para volver más tarde con alguna idea descabellada. Ojos brillantes, manos moviéndose salvajemente mientras hablaba, su voz se quebraba ocasionalmente cuando se emocionaba demasiado. No podías tener suficiente. Nunca tendrías suficiente.
Mientras tus pensamientos vagaban, tus ojos se cerraban y podías sentir que te quedabas dormida. Tu mente sigue en la realidad, pero es un sueño que sucede justo debajo de tus párpados cerrados. Un poco más y estarías en un sueño profundo.
— ¿Hermosa? ¿Estás dormida? — Tu paz fue rota por una voz suave e inocente.
— Mmmm no — Tarareaste, mintiendo a través de tus labios secos. Al recibir otra risita de tu chico, sonreiste perezosamente con los ojos aún cerrados. Era tan adorable.
— Bueno, si no estás dormida, te preparé un baño caliente. Usé las sales especiales que tienen lavanda y miel. Se supone que debe relajarte o algo así — Sonreíste más ampliamente, incapaz de forzar la apertura de los ojos.
— Eso es tan dulce — Murmuraste entre labios carnosos.
— ¿Estás segura de que no estás dormida?
— No. No lo estoy — Bostezaste, te sentaste y te frotaste los ojos. Se había tomado tantas molestias por ti que no había forma de que dejaras que se desperdiciaran.
Imitando los hábitos de él, pasaste junto a él sin decir una palabra. Al entrar al baño, sentiste que los azulejos fríos te picaban la planta de los pies cuando los cruzabas. Miraste dentro de la bañera, un suave vapor blanco saliendo de la superficie del agua caliente. Parecía absolutamente perfecto y no podías esperar a sumergirte en él.
— ¿Te unirás a-? — Comenzaste, solo para recibir respuesta a tu pregunta cuando te volviste hacia la puerta. Timothée estaba detrás de ti, sin camisa y trabajando para quitarse los pantalones cortos.
— Supuse que eso estaba implícito — Murmuró, con las mejillas enrojecidas. Sonreíste al verlo.
— Bien — Dijiste, quitándote la ropa lentamente. El aire frío del baño golpeó tu piel y te puso la piel de gallina. Un escalofrío recorrió tu columna.
— Puedo entrar primero ¿Entonces podrás meterte entre mis piernas? — Su declaración sonó más como una pregunta. Simplemente asentiste con cansancio en respuesta.
Con una sonrisa en los labios, se quitó la ropa interior y se metió en la bañera. Él siseó levemente, su piel fría en contraste con el agua hirviendo causando una dulce quemadura. Le tomó un momento acomodarse.
— Creo que lo calenté demasiado. Ésta es tu temperatura — Dijo con una risita. Sonreíste, pero pusiste los ojos en blanco. Sabías lo que quería decir, te estaba llamando sexy. Pero también sabías que el pobre muchacho no era rival para tus duchas y baños hirvientes. Esto se hizo evidente cuando se coló en tu ducha una mañana. Él chilló y rápidamente se alejó del agua. Durante el resto del día se quejó de que su piel blanca como la leche ahora estaba roja y llena de ampollas a causa del agua caliente; aunque nunca viste evidencia que respalde su afirmación.
— Mmmm — Tarareaste en tono sarcástico, abandonando rápidamente lo que quedaba de tu ropa. Te hundiste en la bañera entre sus piernas, el agua caliente picaba deliciosamente tus doloridos músculos y articulaciones. Una vez instalada, te recostaste contra el pecho de Timothée. Presionó un suave beso en la parte superior de tu cabeza y sus brazos rodearon tu cintura.
— ¿Lo hice bien? — Preguntó. Ese chico siempre estaba buscando seguridad. No había mentido en muchas entrevistas cuando se refirió a sí mismo como ‘inseguro’. Pero estuviste feliz de brindarle la tranquilidad que necesitaba. Francamente, podría conseguir cualquier cosa de ti. Todo lo que tendría que hacer es preguntar.
— Sí, bebé — Sonreíste y cerraste los ojos una vez más, relajándote contra él — Gracias por esto.
— Cualquier cosa por ti — Dijo en lo que sonó como un ronroneo. Sabías que lo decía en serio. Oh, cómo te daría el mundo si pudiera.
