Capítulo 1. ¿Pablo Gavi?

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Después del examen parcial que acababa de tener con mis amigos, decidimos ir a tomar una cerveza para desconectar un poco. Era noviembre pero todavía no hacía demasiado frío, así que nos sentamos en la terraza de un bar que había al lado de la universidad.

Todo el mundo estaba por ahí, los bares estaban repletos, más que de costumbre, y eso se debía a que era el mundial. España empezó ganando contra Costa Rica 7-0, pasando de la primera fase de grupos, y la gente estaba más que ilusionada.

Quise quedarme a ver el partido contra Alemania con mis amigos, sin embargo, recibí una llamada de mi novio diciendo que venía a cenar a mi casa, así que me despedí y fui hacia allí para ir preparando las cosas mientras él llegaba.

Cuando entré me di cuenta de que no estaba ninguno de mis compañeros de piso, así que cogí un altavoz pequeño y puse música mientras calentaba el horno antes de poner la pizza. Acababa de salir de un examen de tres horas así que no me apetecía mucho cocinar.

Al poco rato sonó el timbre y fui a abrir.

-Hola, ¿Qué tal el examen? -preguntó Adri al entrar y dándome un beso rápido.

-Bastante bien, aunque me he inventado alguna cosa -contesté cerrando la puerta tras él.

-Bueno, no pasa nada, eso siempre pasa -justificó-. ¿Estás sola? -preguntó mientras entraba a mi habitación y dejaba la mochila sobre la cama.

-Sí, no sé dónde están los demás -dije mientras lo miraba desde la puerta.

-Baja un poco la música, anda -se quejó dirigiéndose luego hacia la cocina.

-Es la canción que te dije ayer, ¿La escuchaste? -pregunté sonriente.

-No, se me olvidó -reconoció el moreno.

-Bueno, pues escúchala -ordené mientras subía de nuevo el volumen.

-Daniela, ya la escucharé, déjalo ahora -renegó, y yo quité la música desilusionada.

Saqué la pizza de la nevera y la metí al horno mientras ponía un temporizador. Adrián se dirigió hacia el comedor y se sentó en una silla a esperar.

-¿Quieres que veamos España? -pregunté.

-Vale, sí -contestó mirando el móvil.

Yo entré a mi habitación y saqué el portátil para conectarlo a la tele y poner el fútbol. Justo estaba empezando, así que me senté yo también en una silla mientras vigilaba el temporizador de la pizza.

-Qué buenos son estos críos -dijo mi novio al ver una jugada de Pedri.

-Pues sí, la verdad -coincidí.

Estuve observando un rato más el partido hasta que me levanté a por la cena, que coincidió con el descanso, así que fui sin prisa. Corté la pizza y la llevé a la mesa, y al poco rato volvió a arrancar el partido.

-Qué bueno -dije al ver un regate de Gavi hacia un jugador alemán.

Entonces mi novio me miró alzando las cejas.

-¿Qué pasa? -sonreí.

-Nada. ¿A ti también te gusta Gavi? -preguntó dándole un muerdo al trozo de pizza.

-¿Qué? Pues no -me encogí de hombros.

-Ya, claro, a todas os gusta -negó con la cabeza.

Yo me quedé mirándolo sin darle más importancia. No me gustaba Gavi, de hecho ni siquiera lo había visto jugar antes del mundial. Sabía quién era pero sin más.

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