Capítulo 59. Venga, ven aquí.

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No me daba inseguridad que cualquier tío se acercara a ella, todo lo contrario, me subía el ego ver cómo muchos intentaban ligar con ella, porque siempre quedaba solo en un intento, y el que se la comía luego era yo.

Además, sabía cómo era Dani, y en ningún momento dudaría de ella.

Sin embargo, he de reconocer que me puse un poco alerta al ver que no volvía del baño y sabiendo que Bellingham había ido hacia allí.

-Tío, cambia un poco esa cara, cualquiera diría que acabas de ganar un premio -dijo Ansu haciendo que abandonara mis pensamientos.

-Lo estás pasando mal, eh -murmuró Ferrán.

-¿Yo? ¿Por qué? -fruncí el ceño.

-Porque por mucho que lleve un anillo sabes que eso no impide nada -contestó alzando las cejas.

-El anillo no ha de impedir nada, ya lo impide ella -aseguré volviendo a dar un trago a mi copa.

Ferrán asintió y Pedri me miró un poco inquieto, debía estar pensando lo mismo que yo.

-Voy al baño -informó hacia nosotros.

-Te acompaño -dije dejando la copa sobre la barra.

No era porque desconfiara de Dani, pero entre José Ángel y lo que habían dicho mis amigos, mi rabia había aumentado.

Sin embargo, al abrir la puerta tanto Pedri como yo nos quedamos petrificados, sin entender lo que estaba pasando.


*NARRA DANI*

Mientras Gavi seguía hablando, fui al baño a retocarme un poco, porque quería estar perfecta todo el rato. Ese ambiente olía a ricachones que tiraba para atrás, y sabía que si veían tan solo una cosa que no les cuadrara, mirarían por encima del hombro o lo comentarían.

Me puse un poco de polvos, y también colorete. Peiné un poco mis cejas, y después saqué el gloss del bolso, ya que apenas quedaba nada sobre mis labios.

Una vez lista, cogí mi copa y fui a abrir la puerta del baño. Iba bastante dura, así que pegué un empujón leve con el cuerpo para poder abrirla. Sin embargo, una vez lo hice, y debido a la fuerza, cuando se abrió mi copa cayó encima de alguien que pasaba por el pasillo.

-Mierda, mierda, mierda -murmuré-. Lo siento mucho, perdona, de verdad -dije con rapidez.

Levanté la cara para mirar a quién le acababa de arruinar la ropa, y no podía haber sido otra persona.

-Tranquila, no pasa nada -frunció los labios Bellingham.

-Joder, lo siento mucho, Jude -repetí-. Voy a sacarte un poco de papel, espera -ofrecí y me di la vuelta para entrar de nuevo, aunque no lo llegué a hacerlo.

El suelo se había mojado con lo que había caído de mi copa, y al intentar volver a entrar me resbalé por completo, haciendo que mi tacón de aguja se rompiera y que lo que quedaba de mi cubata se me cayera por encima, y el vaso directamente en mi cara, cosa que me dolió bastante. Sin embargo, no llegué a caer del todo, porque Jude me pilló casi al vuelo.

Su cara se quedó a centímetros de la mía, y una vez se aseguró de que me había cogido bien, me levantó despacio, un poco preocupado pero también intentando aguantarse la risa.

-¿Estás bien? -preguntó todavía con las manos sobre mi cuerpo.

-Sí, sí -contesté avergonzada-. Mierda -murmuré mirando mi zapato roto y llevándome la mano a la mejilla en la que había recibido el golpe.

Entonces el futbolista ya no pudo reprimir la risa, y soltó una carcajada.

Yo dirigí la mirada hacia él, alzando un poco las cejas y después sonreí un poco también.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora