Capítulo 44. No, vendrás.

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Me senté en las gradas durante el entrenamiento, mientras observaba a los jugadores. Me hacía gracia que para lo serios que parecían en los partidos, en los entrenamientos eran todo lo contrario. Todos se picaban entre ellos, bromeaban y hacían el tonto.

Fijé mi mirada en el sevillano durante unos segundos. A veces me dedicaba alguna mirada también, y no podía evitar pensar en cómo sería si tuviéramos una relación de verdad, sin embargo me estremecí un poco al imaginármelo.

Aproveché para hablarles y contarles un poco a mis amigas cómo iba la cosa, y también envié unos mensajes a mi madre para que supiera que estaba bien. Ella sí sabía todo sobre lo que estaba haciendo con Gavi, y también me pidió que tuviera cuidado, así que quería que se quedara tranquila.

Acabó el entrenamiento y fui directa hacia el coche para esperar a Gavi.

-¿Qué te ha parecido el entrenamiento? -preguntó al llegar.

-Ha estado divertido, parecéis unos niños pequeños -sonreí entrando al coche.

-Mañana jugamos contra el Athletic, va a ser un partido difícil pero estamos animados -explicó abrochándose el cinturón.

-Ay, entonces jugarás contra Nico -dije al darme cuenta.

Él frunció un poco el ceño y asintió mirándome.

-¿Por qué lo dices? -preguntó luego.

-No, por nada, como sois compañeros en la selección -dije sin más.

-Ah, sí, sí -coincidió.

Fui a poner música, pero Gavi ya había conectado su móvil. Me giré para mirarlo mal, y él sonrió.

-Tendrás que ser más rápida -dijo con superioridad.

Yo rodé los ojos, pero dejé que la pusiera él mientras arrancaba y salía hacia fuera.

A la salida, había más gente que antes, y nos rodearon el coche al parar en un semáforo.

-¿Bajo la ventanilla? -preguntó Gavi mirándome.

-Si quieres -me encogí de hombros.

Entonces la bajó mientras una chica se le acercaba para hacerse una foto, y un niño le pasaba un cromo para que se lo firmara.

-Ay, muchas gracias Gavi, eres el mejor -balbuceó la muchacha mirándolo.

Él se limitó a sonreír y devolvió el cromo al niño.

-Gracias -acertó a decir el pequeño mirándolo nervioso.

-De nada, pequeño -contestó guiñándole un ojo.

Firmó alguna camiseta más, y cuando el semáforo se puso en verde se despidió con la mano.

-Qué mono -sonreí conduciendo de nuevo.

-Uy, gracias -dijo mirándome.

-Decía el niño -murmuré rodando los ojos.

-Ah, pues qué mona -habló alzando las cejas.

Yo lo miré confusa durante unos segundos.

-La chica que me ha pedido la foto, digo -aclaró después.

Mordí mi labio inferior y negué con la cabeza, mientras subía de nuevo la música.

-Estoy empezando a creer que haces eso cuando quieres que me calle -volvió a hablar bajándola.

-Estás empezando a creer bien, Gavira -afirmé.

-Cuando me llamas así todavía me pones más -soltó sin cortarse.

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