Capítulo 17. Ten cuidado.

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Estuvimos un rato charlando y pensando en lo que podría hacer Gavi con la situación en la que se encontraba con Ana.

Ella todavía no sabía que Gavi se había enterado de que le había puesto los cuernos, así que le hablaba por mensaje con normalidad.

Los chicos se despidieron al rato y Gavi y yo subimos hacia nuestras habitaciones.

-¿Puedes dejarme algún chándal o algo para dormir? -pregunté al darme cuenta de que no tenía nada.

Él asintió y lo seguí hasta su habitación.

Sacó del armario una sudadera gris y unos pantalones de chándal a conjunto. Lo cogí y entré al baño para cambiarme.

-¿No tienes otro más pequeño? -pregunté al salir del baño.

Gavi alzó las cejas y reprimió una carcajada mirándome.

-Bueno, tampoco te va tan grande -dijo encogiéndose de hombros.

Yo lo miré con incredulidad y levanté los brazos hacia arriba, haciendo que a la vez se me levantara la sudadera y dejara ver los pantalones que me quedaban a mitad de culo porque me iban anchos.

Gavi volvió a reír y yo lo miré con cara de circunstancia.

-No pasa nada. Total, es para dormir -dijo tranquilo.

Yo fui a hablar pero entonces vi como la pantalla de su móvil se iluminaba.

-Te llaman -avisé.

Él miró el móvil y después lo giró hacia mí para que leyera el nombre de la persona que lo estaba llamando: Ana.

-¿Qué quiere ahora? -fruncí el ceño.

Gavi se encogió de hombros.

-Déjame contestar a mí -ideé.

-Ni de coña -dijo saliendo hacia el balcón.

Yo lo seguí rápidamente y le pedí que pusiera el altavoz.

-Hola, ¿Podemos hablar? -preguntó Ana nada más descolgar.

-Claro, dime -contestó Gavi tranquilo.

-Ya sé que te han enviado la foto en la que salgo con otro chico -dijo de golpe.

Yo dirigí la mirada hacia Gavi para ver su reacción, aunque no tuvo ninguna.

-Vale -contestó sin más.

-¿No vas a decir nada? -preguntó ella.

Gavi se encogió de hombros.

-Yo creo que la que tendría que decir algo eres tú -dijo obvio.

Ana suspiró al otro lado y yo tomé aire nerviosa.

-Supongo que lo siento -murmuró.

-¿Supongo? -repetí irónica.

-Shh -me mandó callar Gavi mientras alejaba un poco el móvil.

Yo rodé los ojos.

-¿Era Álvaro, verdad? -se interesó el sevillano.

Ana se quedó en silencio durante unos segundos.

-Ana -habló de nuevo.

-Sí -contestó por fin-. Lo siento, Gavi -repitió.

-¿Gavi? -fruncí el ceño.

Él volvió a mirarme irritado y yo le hice una seña como que ya me callaba.

Pero entonces Ana empezó a decirle que lo sentía mucho, y que no había sido su intención hacerle daño. A mí cada vez empezaba a cabrearme más y no podía entender cómo Gavi no la había mandado ya a la mierda.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora