Desperté al día siguiente abrazada a Gavi y con la cabeza apoyada en su pecho. Agradecía muchísimo que fuera tan cuidadoso y sobre todo que no sobrepasara los límites ni insistiera con nada.
No lo desperté y entré al baño con cuidado para lavarme los dientes y la cara. Una vez lo hice, bajé hacia el comedor para desayunar.
Mis amigas ya estaban despiertas en la terraza, así que me hice un café y salí con ellas. Gavi no tardó mucho en bajar, y cuando lo hizo conecté mi móvil a los altavoces que había y puse música a todo volumen.
-Ya empezamos -murmuró Sonia.
Yo sonreí y empecé a bailar acercándome a ella.
-Báilale a Gavi, anda, que yo tengo resaca -se quejó como dolorida.
Negué con la cabeza, y vi que el sevillano salía por la puerta, así que me acerqué a bailarle.
-Parecía un ángel en cuerpo de mujer -seguí cantando la canción que sonaba.
-Dani, quita esta basura -bromeó él.
-¿Perdona? Basura tú -se la devolví.
-¿Ah sí? -preguntó alzando las cejas.
-Pues sí -aseguré.
Entonces me cogió en brazos y sin darme tiempo a reaccionar nos tiró a ambos a la piscina.
-¡Pablo! -grité una vez dentro-. Idiota, que no llevo nada debajo -dije mirándome la camiseta a través de la cual se me marcaba todo.
-¿Hace frío? -rió mirándome las tetas, de las cuales despuntaban mis pezones.
-Te vas a cagar -advertí y me dirigí hacia él para intentar hacerle una aguadilla, sin mucho éxito.
-Estate quieta -ordenó inmovilizándome los brazos detrás de la espalda.
-Tengo frío, y la camiseta mojada -murmuré-. Espero que tus amigos no salgan porque me la pienso quitar -advertí.
Él reprimió una sonrisa y apretó la mandíbula.
-Voy a traerte una toalla, quejica -dijo soltándome.
Yo salí tras él de la piscina, y en cuanto entró a la casa me quité la camiseta, que pesaba como un quintal, y me metí de nuevo a la piscina solo en tanga.
-Qué mala eres -rió Inés.
Yo me encogí de hombros y sonreí irónica.
Gavi salió de nuevo a los pocos minutos y por poco se queda sin aire al verme así. Chasqueó la lengua y negó con la cabeza mientras se acercaba a las escaleras de la piscina con la toalla abierta.
-Sal -ordenó.
-¿Estás seguro? -pregunté alzando las cejas.
-Daniela, tápate y sal -repitió.
Yo sonreí orgullosa ante mi éxito, tapé mis pechos con los brazos y salí de la piscina, dejando que me envolviera con la toalla.
Después me dio la vuelta hacia él y me miró serio.
-No vuelvas a hacer eso -susurró.
-¿Qué te piensas, que mis amigas no me han visto las tetas o qué? -pregunté irónica.
-Me da igual, ¿Y si hubiera salido alguno de mis amigos qué? -habló de nuevo.
Yo me encogí de hombros sin solución y justo Alejandro salió por la puerta.
-¿Qué hacéis? -frunció el ceño.
-No preguntes -rió Inés.
Yo sonreí también y fui a salir de la piscina, con Gavi detrás. Sin embargo, en un descuido la toalla cayó a lo largo de mi cuerpo, dejando ver mi piel desnuda.
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Te necesito.
Fiksi PenggemarDaniela es una chica normal y corriente, quien un día decide escribirle por Instagram a Pablo Gavi mandándole sus canciones favoritas. Lo que ella no espera es que el futbolista lea sus mensajes.