Sin duda fueron de los peores días de mi vida.
No comí casi nada durante una semana. Mis compañeros de piso estaban muy preocupados por mí, y también mis amigas, quienes vinieron casi cada día a verme. Cosa que agradecí, porque cuando menos tiempo pasara sola mejor.
El examen obviamente me salió como el culo, y debía seguir estudiando para los siguientes, pero no encontraba la fuerza necesaria para hacerlo.
Tampoco había hablado con Adrián. Me envió varios mensajes preguntándome que cómo estaba y pidiéndome que le contestara, cosa que no hice en ningún momento.
Como no, Gavi estuvo todos los días más que pendiente a mí, aunque como siempre solían estar mis amigas, sólo podía hablar con él por la noche, y me quedaba frita al poco rato, así que tampoco hablábamos mucho.
Esos días parecía más una muerta viviente que otra cosa. Mi madre incluso se preocupó tanto que vino también a verme, por lo que intenté recuperarme un poco para que no se preocupara en exceso y se volviera tranquila a casa.
Sentía que no tenía ninguna gana de vivir, era como si estuviera en un mundo paralelo. Me dolía todo el cuerpo, y sobre todo el corazón. Nadie muere por amor, eso es así, pero ese dolor no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
Los días fueron pasando, y yo no lograba escapar de esa carga tan enorme que sentía que llevaba encima. Necesitaba desaparecer de la faz de la tierra durante un tiempo. Me apetecía encerrarme en la habitación y no hablar ni ver a nadie, cosa que obviamente era imposible.
Acabé los exámenes casi a rastras, y el día que hice el último dormí 18 horas seguidas. Cuando desperté no sabía ni por dónde me pegaba el aire.
Eran las 23:00 de la noche, y me había perdido el partido que había tenido el Barça contra el Manchester.
Vi que Gavi me había escrito, así que entré en el chat y lo llamé directamente.
-Hombre, sigues viva -dijo sonriente al descolgar.
-Por desgracia -murmuré.
-Daniela -me regañó el futbolista.
Yo suspiré encogiéndome de hombros.
-¿Qué tal el partido? -pregunté incorporándome un poco.
-Hemos ganado, 2-1 -contestó sonriente.
-Qué bien, me alegro -sonreí levemente.
Entonces le quitaron de golpe el móvil de las manos.
-Daniii -sonrió Pedri al otro lado-. ¿Cómo estás?
Yo sonreí también un poco al verlo tan entusiasmado.
-Bueno, estoy -contesté desganada.
-¿Piensas venir a algún partido algún día o vas a seguir muriéndote en casa? -preguntó alzando las cejas.
-Creo que de momento prefiero la segunda opción -asentí mirándolo.
-Si consigues que venga te pago lo que quieras -rió Gavi por detrás hacia su compañero.
Yo torné los ojos y negué con la cabeza.
-Tienes que venir, Dani, te sentaría bien -dijo entonces Pedri.
Gavi le había informado de lo que me había pasado y el canario estaba más que al tanto de mi situación. Había hablado con él alguna vez cuando coincidía que llamaba a Gavi y estaban juntos, y no me molestó que se lo contara. Él opinaba lo mismo que su amigo, diciendo que Adrián no me merecía y que lo mejor que me podía pasar era que me dejara, cosa que cada vez compartía más yo también, en un intento de envalentonarme.
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Te necesito.
FanfictionDaniela es una chica normal y corriente, quien un día decide escribirle por Instagram a Pablo Gavi mandándole sus canciones favoritas. Lo que ella no espera es que el futbolista lea sus mensajes.