Cenamos sin hablar demasiado.
Pablo se limitaba a observarme sin quitarme el ojo de encima, y yo le correspondía sonriendo.
-¿Por qué me miras tanto? -pregunté tendiendo la mano hacia la suya sobre la mesa.
-Porque me encantas -contestó correspondiéndome.
Yo negué con la cabeza mientras las mariposas de mi estómago comenzaban a alterarse.
-Ya me he cansado de estar aquí -murmuró mirando alrededor.
Yo fruncí el ceño.
-¿Y qué quieres hacer? -me interesé.
Él levantó la mano para pedir la cuenta, y después de pagar se levantó tendiéndome la mano para que lo acompañara.
No sabía a dónde me llevaba, pero la verdad es que me daba exactamente igual.
-Quiero enseñarte una cosa -explicó mientras nos parábamos frente un ascensor.
Entré junto a él, mientras se posicionaba detrás de mi y rodeaba mi cintura con los brazos. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza sobre su hombro hacia detrás, provocando que mi cuello quedara a su disposición y que posara varios besos sobre él.
El ascensor se paró y salimos de él, mientras Gavi volvía a cogerme de la mano para guiarme por un pasillo largo. A cada uno de sus lados había puertas con números, lo que parecía un hotel.
Nos detuvimos frente a una de ellas, y Gavi sacó una tarjeta.
Abrió y dejó que pasara primero, indicándomelo con el brazo. Yo lo miré un poco confusa y entré con desconfianza.
Se trataba de una habitación, con una cama enorme y todo muy bien decorado. Una vez más, parecía todo de lo más caro.
Me giré hacia Gavi y fruncí el ceño.
-¿Nos acabamos de comprar una casa y ahora me traes a un hotel? -bromeé.
-Espera -murmuró acercándose hacia la ventana después de cerrar la puerta.
Abrió las cortinas, y delante de nosotros quedaba un ventanal enorme, desde el cual se veía casi toda Barcelona. Estábamos más altos de lo que pensaba, y una sensación de vértigo recorrió mi cuerpo al acercarme un poco más.
Gavi, una vez más, me abrazó por detrás mientras besaba mi cabeza.
-Qué bonito -acerté a decir hipnotizada por todas las luces de la ciudad.
-¿Sabes lo que es eso de ahí? -preguntó Gavi señalando una estructura redonda, de la cual no emanaba ninguna luz.
-¿El Camp Nou? -fruncí el ceño.
-Mhm -asintió.
Yo posé una leve sonrisa en mi cara y me giré hacia él.
-¿Y qué me quieres decir con eso? -me interesé.
Él se encogió de hombros.
-Nada, sólo que fue donde nos vimos la primera vez -recordó.
A mí se me erizó la piel al escucharlo.
-Y ahora vamos a vivir juntos -sonreí.
Asintió y juntó nuestras frentes.
-Ojalá haberte conocido antes, Dani -balbuceó mirándome.
A mí se me derretía el corazón con cada frase que salía por su boca.
-No sé qué es lo que he hecho todo este tiempo sin ti -habló de nuevo.
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Te necesito.
Hayran KurguDaniela es una chica normal y corriente, quien un día decide escribirle por Instagram a Pablo Gavi mandándole sus canciones favoritas. Lo que ella no espera es que el futbolista lea sus mensajes.