Capítulo 28. ¿Te puedo abrazar?

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Cuando volví del baño me dijeron que habían decidido que sería mejor volver a casa, ya que la gente empezaba a pasarse con las fotos y los vídeos, y todos estaban incómodos, así que eso hicimos.

-En verdad menuda mierda -dijo Sara mirando a Gavi.

-Ya ves, no podéis salir a ningún lado tranquilos -coincidió María.

Yo asentí.

-Otra razón para no salir nunca con un futbolista -aseguré.

Mis amigas rieron y Gavi me fulminó con la mirada, a lo que yo me encogí de hombros.

Al llegar a casa todos nos pusimos un cubata y nos sentamos en el salón para charlar un rato. Me sorprendió ver a Gavi un poco apagado, aunque era normal. Había estado toda la tarde intentando que no le hicieran fotos y preocupado por la gente, así que lo entendía.

Me senté en el lado izquierdo del sofá, y el sevillano dejó un cojín encima de mi regazo para luego tumbarse y poner la cabeza encima.

-¿Te molesto? -preguntó dándose la vuelta para mirarme.

Yo negué con la cabeza y sonreí levemente, a lo que él asintió y se volvió de nuevo hacia los demás.

Mientras hablábamos sobre cualquier cosa al sevillano le empezó a sonar el móvil, era una videollamada de su madre.

-Hola cariño -dijo ella al descolgar.

-Hola, mamá, ¿Qué pasa? -preguntó Gavi.

Yo a esas alturas, inconscientemente, había dirigido mi mano al pelo del futbolista, y lo estaba acariciando con suavidad.

-Uy, ¿Estás con Ana? -preguntó Belén.

Yo fruncí el ceño y dirigí mi mirada hacia el móvil.

-No, ¿Sabes con quién estoy? -preguntó Gavi.

-¿Con quién? -se interesó su madre.

Entonces Pablo levantó el móvil hacia mí para enfocarme, y yo sonreí nerviosa.

-¡Ayyy! -exclamó Belén llevándose la mano a la boca-. ¡Daniela! ¿Pero qué haces ahí? ¿Estáis en la casa de Santa María? -preguntó con rapidez.

Yo asentí riendo un poco ante su efusividad.

-¿Pero y cómo no nos avisáis? Madre mía -dijo ella todavía sorprendida.

-No lo sabíamos, coincidimos el otro día en una discoteca -explicó Pablo volviendo a enfocarse.

-Qué fuerte -sonrió Belén-. Oye, pues ya que estás por el sur podrías venir a vernos a Sevilla -ideó.

-Bueno, bueno -reí ante su idea.

-Hombre, ya que cuando fuiste a Barcelona no nos avisaste... -recordó ella.

-Mamá, no va a ir a ningún lado -intervino Pablo.

-No estoy hablando contigo, hijo -contestó ella.

Yo reprimí una risa y Gavi rodó los ojos.

-Gracias, Belén, pero tendré que volverme al pueblo -expliqué mirándola.

-Bueno, ya os lo pensaréis -murmuró pasando de lo que yo había dicho.

Asentí y Gavi se volvió a enfocar para hablar con ella un rato más, y después se despidió.

-Me quiere más a mí que a ti -vacilé al futbolista.

-Bueno, en algo tenía que parecerme a ella -dijo encogiéndose de hombros.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora