Capítulo 54. Ninguna que no seas tú, amor.

21.4K 911 185
                                    

Al día siguiente cuando desperté seguía acurrucada en el pecho de Gavi, y no pude reprimir una sonrisa tonta al darme cuenta.

Me levanté de la cama sin despertarlo, y fui hacia mi habitación para ducharme y asearme. Una vez terminé, me puse unos vaqueros, un top blanco de tirantes y las zapatillas de estar por casa.

Al ver la hora, volví a la habitación de Gavi para despertarlo, ya que David debía estar al caer.

Sin embargo, cuando entré ya no estaba en la cama y se escuchaba la ducha en el baño, así que me dirigí a su armario para quitarle una sudadera y me tumbé de nuevo en la cama para esperarlo.

Miré un poco el móvil, pero tampoco quise dedicarle mucho tiempo por si me encontraba con alguna noticia que no me gustara.

-Joder, Dani -se asustó el futbolista al abrir la puerta.

Yo me giré sonriendo hacia él. Iba con una toalla enroscada a la cintura y con el pelo mojado, es decir, no podía estar más guapo.

-Perdón, venía a despertarte -expliqué sin apartar la vista de él.

Asintió y se dirigió hacia el armario para coger algo de ropa. La dejó sobre la cama y me miró frunciendo el ceño.

-Bonita sudadera -murmuró.

-Ya, es tuya -sonreí.

-Ya me extrañaba que tuvieras tan buen gusto -alzó las cejas.

Yo rodé los ojos.

Entonces se quitó la toalla, quedándose totalmente desnudo y cogió unos calzoncillos.

-Joder, Gavi... -balbuceé apartando la mirada hacia el otro lado.

-¿Qué? -preguntó sin más.

-Que podrías cortarte un poco, ¿No? -dije volviendo a girarme hacia él, una vez se había puesto la ropa interior.

-Cuando me la comes no te da tanto reparo mirarla -soltó sin ningún tipo de vergüenza.

-¡Pablo! -alcé las cejas y le tiré un cojín.

Él soltó una risa y me lo devolvió.

-Es la verdad -se encogió de hombros.

-Cállate -ordené apartando de nuevo la mirada.

Entonces se tiró a mi lado en la cama y me miró sonriendo.

-¿Qué? -pregunté al darme cuenta.

-Nada, ¿No puedo mirarte? -contestó sin más.

-No, vístete -dije reprimiendo una sonrisa.

-O desvístete tú y estamos en igualdad de condiciones -ideó.

Yo negué con la cabeza intentando no ponerme nerviosa, aunque ya era bastante tarde.

-Venga, Pablo, que va a llegar ya David -puse de excusa.

Él se incorporó un poco y se aceró a mí.

-¿Es lo único que se te ha ocurrido? -alzó las cejas.

Dirigí la mirada hacia él de nuevo mientras mordía el labio inferior.

-Si quieres que me vista deja de hacer eso -ordenó mirándolo.

-¿O sino qué? -me interesé.

-O sino la que tendrá que volver a vestirse serás tú -aseguró.

Tragué grueso y él sonrió orgulloso.

Se acercó a mí para posar un beso en mi mejilla y después se levantó dispuesto a vestirse.

Yo por fin pude respirar un poco tranquila.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora