Capítulo 26. Te he oído.

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Intenté recapitular en mi mente todo lo que había dicho Ana. Si estaba diciendo la verdad, significaba que Gavi no se había reconciliado con ella, pero no me había dicho nada. No entendía por qué nunca me lo dijo y por qué se rindió tan rápido.

Quizá yo tampoco dejé que se explicara, pero me podría haber mandado un mensaje diciéndome todo y contándome lo que había pasado. Sin embargo, no hizo ni el mínimo esfuerzo.

Volvió a bajar al cabo de un rato y nos dijo que Ana estaba durmiendo.

Se sentó a mi lado mirándome y yo tomé aire, para después dirigirme hacia él.

-¿Es verdad lo que ha dicho? -pregunté expectante.

Él suspiró y después asintió con la cabeza.

-Ya sabes que los borrachos no mienten -dijo después.

Yo lo miré confusa.

-¿Por qué nunca me has dicho nada? -fruncí las cejas con dolor.

-Porque pensaba que estabas mejor desde que no hablábamos -murmuró.

-¿Pero qué dices? -me irrité, parecía que no me conociera.

-No sé, Dani. Cuando te fuiste casi no hablamos, y luego empezaste a salir de fiesta y estabas bien, te veía bien sin mí -se encogió de hombros.

-Si salía de fiesta era precisamente para olvidar lo que había pasado -rebatí.

Él me miró confundido.

-Te fuiste sin dar ningún tipo de explicación -soltó.

-¿Perdón? Me fui porque después de lo que pasó estabas con ella en la cocina discutiendo y yo no quería estar en medio. Además, ya sabía que la ibas a perdonar, siempre lo has hecho -dije alzando un poco la voz.

-¿Después de lo que pasó? ¿Qué pasó? -preguntó confusa Andrea.

Yo me giré para mirarla pero no contesté. A veces se me olvidaba que no estábamos solos.

-No la iba a perdonar Dani, no soy así de gilipollas -aseguró Pablo.

Alcé las cejas mirándolo e intentando creérmelo.

-Todo lo que te ha contado Ana es verdad. Desde ese día no he vuelto a quedar con ella, más que cuatro veces que me ha llamado como ahora y la he ido a buscar -aseguró.

Yo tenía todos los sentimientos a flor de piel. Me dolía que nunca me hubiera dicho nada. Que no hubiera hecho ningún esfuerzo por contarme las cosas, dejándome ir así como así.

-Si tan enamorado estabas me lo tendrías que haber dicho -murmuré.

No me creía que me quisiera tanto como decía.

Él suspiró y se encogió de hombros sin solución.

-¿Nos podemos ir? -pregunté girándome hacia mis amigas.

-Habíamos pensado en quedarnos a dormir aquí -contestó Andrea.

Las demás asintieron y yo resoplé.

-Genial -dije irónica-. Pues me voy a dormir -dije levantándome sin esperar ninguna respuesta.

Sentía que me iba a explotar la cabeza. No entendía absolutamente nada de lo que acababa de pasar. No sabía ya qué esperar, y me daba rabia pensar en que lo había pasado tan mal durante tantos meses por eso.

Llegué a una de las habitaciones y cerré con el pestillo que había. Me quité los pantalones, la sudadera y el top, y me volví a poner la sudadera sin nada para dormir, ya que no tenía otra cosa.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora