Capítulo 64. No tardaré.

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Al día siguiente desperté todavía encima de Gavi, quien se había quedado dormido también.

Traté de incorporarme un poco, pero sus brazos pesaban tanto encima de mí que no pude hacerlo casi.

-Pablo, despierta -susurré moviéndolo un poco.

Sin embargo, su única respuesta fue apretarme más contra él.

-Venga, amor, que tienes que ir a entrenar -murmuré.

Sonrió levemente, y abrió poco a poco los ojos.

-Ahora ya sé tu punto débil para cuando quiera pedirte algo -alcé las cejas.

-Ya sabes que puedes pedirme lo que quieras -aseguró medio ronco.

Sonreí y posé un beso sobre su frente, para después hundirme en su cuello.

-¿No decías que tenía que ir a entrenar? -ironizó acariciando mi espalda.

-Dos minutitos y te vas -balbuceé sin separarme.

Posó un beso sobre mi cabeza, y yo cerré los ojos de nuevo para disfrutar de su contacto un poco más.

Al cabo de un rato, cuando ya se había preparado, Pedri lo esperaba fuera para irse a entrenar.

Me despedí de él con un beso, y saludé al canario desde la puerta. Me daba pena no poder llevarlo yo, pero todavía no podía andar del todo, así que tampoco podía conducir.

Además, al día siguiente era el evento del Golden Boy, y tampoco podría acompañarlo, cosa que me sabía todavía peor.

Me tumbé en el sofá y al rato recibí una llamada de Belén.

-Hola, cariño, ¿Cómo estás? -saludó al descolgar.

-Hola -sonreí tranquila-. Pues bien, aburrida en casa -expliqué.

-¿Todavía no puedes caminar? -se interesó.

-No, no del todo -contesté un poco frustrada.

-¿Necesitas que te lleve algo o te ayude con alguna cosa? -preguntó amable.

-No, no, tranquila -sonreí de nuevo.

Sin embargo, no me hizo ni caso. A la media hora la tenía llamando a la puerta, con bolsas de comida y un montón de cosas más.

-Te he dicho que no hacía falta -reí negando con la cabeza.

Ella se encogió de hombros sonriente y se dirigió a la cocina para dejar todo. Después volvió hacia mí para darme un abrazo y acompañarme hasta el taburete de la cocina.

-¿Qué tal Pablo? -pregunté mirándola mientras sacaba todo de las bolsas.

-Pues bien, hija, trabajando todo el día -murmuró sin más-. ¿Qué tal tu Pablo? -me devolvió la pregunta alzando las cejas.

Yo solté una risita.

-Bien, está entrenando. Ha venido a buscarlo Pedri, aunque no faltará mucho para que lleguen -contesté mirando la hora.

Ella asintió y sacó una copa para ponerse vino, después de ofrecerme a mí también, cosa que acepté.

-¿Sabes? He estado hablando con David, el representante de Pablo -dijo sentándose.

-Mhm -fruncí un poco el ceño.

-Y bueno, ha salido el tema de lo del matrimonio y tal -explicó después.

A mí se me aceleró el pulso.

-Yo le he contado algunas ideas que tenía, bastante ilusionada -siguió-. Pero se me ha quitado un poco la ilusión cuando me ha dicho que todo era mentira -me miró un poco seria.

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