Capítulo 5. Ni en mis mejores sueños.

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Al día siguiente era el partido contra Marruecos.

Tenía mil ganas de verlo, pero a la vez me moría de nervios. Si perdíamos se habría acabado el mundial para nosotros y los jugadores volverían de nuevo a España.

Estuve todo el día intentando hacer cosas hasta la hora del partido para no pensar demasiado en ello. No hablé con Gavi, aunque supuse que tampoco estaría pendiente de eso, ya que estaría también nervioso por el partido.

Sin embargo me sorprendió cuando vi que me llegaba un mensaje suyo.

"¿Vas a ver el partido?", preguntaba.

Yo fruncí el ceño.

"Claro", contesté rápido.

"Espero que tuvieras razón con lo de que estaba ganado", recordó mis palabras.

A mí me invadió una sensación de inseguridad por los nervios.

"Por supuesto", contesté para tranquilizarlo.

Me hacía gracia que pareciera estar nervioso. Era obvio que lo estaba, pero como nunca lo mostraba se me hizo raro.

"Va a ir genial, pero por favor no te pegues con nadie", intenté bromear.

Él contestó con caritas de risa, lo que me alivió un poco.

"Mucha suerte", fue mi último mensaje.

El futbolista se limitó a darle "me gusta", sin añadir nada más.

Imaginé lo nervioso que estaba y todavía me puse yo más nerviosa.

Durante toda la clase no paré de pensar en eso, solo quería que llegara la hora y que España ganara.

Sin embargo, mientras lo veíamos con mis amigas y Adrián, cada vez iba perdiendo más esa idea.

-Joder, que bien está jugando Marruecos -dijo Inés.

Yo bufé.

-No hacen mas que cerrarse para defender -murmuró Adrián.

Cada vez estaba más nerviosa, y Gavi más agresivo.

Uno de los jugadores le dio un empujón, y él fue rápidamente a devolvérselo. Esas cosas me estresaban mucho.

-¿Quiere dejar de hacer el tonto y jugar? -pregunté al aire.

-Ya te dije que era un crío -recordó mi novio.

Yo lo fulminé con la mirada. No era lo que necesitaba escuchar en ese momento.

Al final tuvimos que ir a penaltis, lo que hizo que el equipo marroquí saliera con la victoria, y que fuera el final del mundial para nosotros.

Se me partió el corazón al ver las caras de los chicos, y me puso bastante triste.

-Bueno, pues nada... -suspiró Inés.

Yo me encogí de hombros aturdida, y pensé en qué le diría a Gavi.

Lo observaba todavía en la pantalla de la televisión, abatido y sin ningún tipo de expresión facial. Me dio una pena terrible.

Negué con la cabeza hacia mis amigas y comentamos un poco el partido.

Una vez se fueron todos, me fui a mi habitación y entré al chat del futbolista. Ni siquiera sabía qué escribirle. Sabía que cualquier cosa que le dijera no serviría de nada, y no sabía si sería mejor no hablarle hasta el día siguiente, para dejar que lo asimilara. Además, tendría a su novia calmándole, por lo que no echaría en falta que yo le hablara.

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