Capítulo 8. No te des tanta importancia.

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Al día siguiente todo me daba vueltas. Sin duda las borracheras con vino traían las peores resacas. 

Me levanté como pude y me quité por fin el vestido, para después ponerme el pijama e ir a desmaquillarme. 

Era sábado pero no pensaba salir de casa, así que me hice una manzanilla y me senté en el sofá para ver un rato la televisión. 

Cogí el móvil y leí los mensajes que me había puesto Adrián, diciendo que iría al gimnasio y después vendría a verme, cosa que acepté un poco a regañadientes. 

Después entré a Instagram, y con bastante vergüenza ajena entré al chat de Gavi, donde había insultado a todos los hombres habidos y por haber. Y menos mal que la videollamada no se podía quedar grababa ni nada de eso. 

¿Cómo se te ocurre decirle eso a un futbolista?, dije echándome la bronca a mí misma. 

Sin embargo, me sorprendieron los mensajes de Gavi en los que no hacía referencia a lo que habíamos hablado la noche anterior. 

"Avísame cuando te despiertes para saber que no se te han parado las pulsaciones mientras dormías", era su último mensaje. 

Sonreí avergonzada al leerlo. 

"Buenos días", saludé después. 

Salí de su chat y entré a Tiktok para ver qué había nuevo. Vi varios vídeos hasta que Gavi me contestó. 

"¿Resaca?", preguntó. 

"No lo sabes tú bien", contesté mientras resoplaba. 

Entonces me hice una foto con la manzanilla y se la envié. 

"No sabía que eras un panda", dijo a modo de respuesta. 

Yo sonreí nuevamente avergonzada, no sé cómo le pude enviar esa foto, todavía tenía restos de rimmel y mi cara parecía de no haber dormido en cuatro años. 

"Siento que hayas tenido que ver eso", me disculpé. 

Él tardó un poco más en contestar. 

"¿Has hablado con Adrián?", se interesó. 

"No, pero vendrá a verme luego", contesté. 

"A buenas horas", reprochó el sevillano. 

Yo asentí alzando las cejas. 

"Pero bueno, al menos eso", dije sin solución.

Pensaba que ni siquiera sería capaz de hablarme, así que por lo menos eso me alegró. 

"¿Qué haces tú?", me interesé después. 

"Estoy haciendo las maletas otra vez, esta tarde vuelvo a Barcelona", contestó a los pocos minutos. 

"¿Ya?", fruncí el ceño. 

"Sí, empezamos otra vez los entrenamientos para el partido", explicó. 

Yo asentí. Apenas quedaba semana y media para que acabara el año, y al día siguiente yo también me iba al pueblo, así que más me valía empezar igual con las maletas. 

Entonces me acordé de que Gavi me había dicho en la videollamada de que fuera a ver el partido, y la verdad es que me hubiera gustado hacerlo, pero no tenía con quién. Adrián era del Madrid y encima se negaría profundamente, y a mis amigas seguramente no les apeteciera ir a Barcelona y menos el día de nochevieja, así que desistí rápido con eso. 

Una vez me acabé la manzanilla, me levanté del sofá y fui directa a ducharme. Después, comí algo y empecé a hacer las maletas mientras escuchaba música. 

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