Capítulo 7. Te haría un favor.

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Los días siguientes tan sólo cruzamos un par de mensajes.

Gavi estaba en Sevilla disfrutando de la compañía de su familia, y yo estaba bastante ocupada como para coger mucho el móvil.

-No sé dónde tienes la cabeza -dijo Adrián cabreado.

-Estoy constantemente haciendo cosas, siento no haberte contestado en media hora -dije también enfadada.

-Es que nunca miras el móvil, luego cuando yo voy a tu casa no te despegas de él -reprochó.

-¿Pero qué dices? -pregunté mirándolo-. Adrián, porque una vez tarde en contestarte no se acaba el mundo.

-Ya, seguro que al Gavi de mierda le contestas antes que a mí -soltó de repente.

Yo tomé aire antes de contestar.

-Me quieres decir, que no has hecho ni el mínimo esfuerzo por quedar en toda la semana, y ahora de repente te molesta porque no te conteste en media hora, cuando nos íbamos a ver en persona -dije rápidamente.

-Eso, tú ignora lo que te acabo de decir -murmuró.

-Pues no, no le contesto antes que a ti, pero podría hacerlo perfectamente porque está más pendiente de mí que tú -dije elevando la voz.

-Muy bien, pues vete a cenar con él -soltó y se dirigió hacia la puerta.

-¿Estás de coña, no? -pregunté observándolo.

Él abrió la puerta y la cerró después de salir sin contestar.

Yo me quedé atónita sin saber si quiera qué decir. No daba crédito.

Me esforzaba siempre en sacar tiempo de dónde era casi imposible, para que me dijera esas tonterías y encima se marchara así como así. Y más sacando a Gavi, que ni pinchaba ni cortaba en aquello.

Cogí el móvil y le escribí pidiéndole que no se comportara como un niño y que por favor volviera, a lo que me contestó al rato, diciendo que se le habían quitado las ganas y que no quería discutir más, así que ya nos veríamos otro día.

Yo suspiré y unas lágrimas se posaron en mis ojos irremediablemente.

Me dejé caer en la cama, intentando controlar mis sentimientos y también los pensamientos. Sin embargo, una videollamada de Gavi interrumpió mis intenciones.

¿Y éste para qué me llama?

Colgué y entré al chat para ver si me había dicho algo, pero no había ningún mensaje.

"¿Qué pasa?", escribí como pude, veía borroso por las lágrimas.

"Cógelo", contestó al instante.

Yo suspiré e intenté recomponerme rápidamente.

Descolgué y en mi pantalla aparecieron las luces de una ciudad enorme.

Me quedé observándola durante unos minutos, hasta que Gavi giró la cámara hacia él.

-¿Qué te parece? No son los Búnkers de Barcelona, pero también está bien -se encogió de hombros.

Lo decía porque yo le había dicho que tenía muchas ganas de ir a los Búnkers, ya que nunca había estado.

Sonreí como pude ante su pregunta y asentí levemente.

-¿Qué te pasa? -frunció el ceño y se acercó el móvil a la cara al darse cuenta de mi expresión.

Yo negué con la cabeza tragando grueso.

-¿Estás bien? -preguntó de nuevo sin apartar la mirada.

-Sí -acerté a decir-. Es sólo que estoy cansada por los estudios -mentí, aunque no del todo.

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora