Capítulo 32. ¿De verdad?

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Nos despedimos del canario pero ni Gavi ni yo nos movimos de como estábamos, solo nos limitamos a girarnos hacia mis amigas. 

-¿Conoces también a Pedri? -frunció el ceño Inés. 

Yo asentí sonriendo. 

-¿Has estado viviendo una doble vida o algo? -preguntó entonces Sonia. 

-Más o menos -reí. 

Ellas se miraron un poco sorprendidas y negaron con la cabeza. 

Gavi, quien estaba detrás de mí tumbado, empezó a acariciarme el pelo mientras hablaba con mis amigas, cosa que hizo difícil mi concentración. 

Todavía tenía sus partes bajas pegadas a mi culo, así que me moví un poco disimuladamente para picarlo. 

-Daniela, estate quieta -susurró en mi oído. 

Yo reprimí una sonrisa y me apreté contra él, quien dejó caer un suspiro y apretó mi cintura con la mano. 

-Voy a darme un baño -avisó Sonia. 

-Yo también -me apunté. 

-No, tú te quedas aquí -mandó Gavi agarrándome para que no me levantara. 

-Quiero ir a bañarme -dije girándome hacia él. 

-Irás cuando yo también pueda ir -aseguró. 

Yo alcé un poco las cejas y él apretó la mandíbula, lo que provocó que soltara una risa. 

-No haberte puesto ahí -dije con superioridad. 

-Tú juega, pero luego rogarás que lo haga -murmuró. 

Entonces la que tensó la mandíbula fui yo mientras tragaba grueso e intentaba controlar mis pulsaciones. 

-¿Vienes o qué? -preguntó Sonia bajando con el bikini puesto. 

Yo sonreí y Gavi me soltó, así que subí rápido a cambiarme y bajé ya solo con el bikini. 

-Así no lo estás arreglando -susurró Pablo levantándose y poniéndose detrás de mí. 

-No pretendía hacerlo -sonreí. 

Él suspiró una vez más y yo seguí mi camino hacia la piscina. 

Me metí de golpe, y me posicioné al lado de Sonia en el bordillo. 

-¿Qué tal con Gavi? -preguntó al acercarme. 

Yo sonreí y me encogí de hombros. 

-Bien, supongo -murmuré-. No sé muy bien lo que estamos haciendo -expliqué. 

Me gustaba Gavi, sí, y también yo a él. Pero no sabía lo que iba a pasar entre nosotros. Solo estaríamos unos días más juntos, y después yo volvería al pueblo y él a Barcelona o a donde fuera. 

-Bueno, tú disfruta mientras puedas -solucionó Sonia. 

-Ya, pero ya sabes que a mí no me gusta la inestabilidad -le recordé. 

-Lo sé, pero sino te irás de aquí sin haberte dejado llevar y te arrepentirás -dijo mirándome-. Llegarías al pueblo y te recomerías la cabeza pensando en lo que podrías haber hecho y no hiciste -continuó. 

Yo asentí. 

Tenía razón. Debía aprovechar al máximo esos días con Gavi, luego ya veríamos lo que haríamos. 

Estuvimos un rato más en la piscina y después salimos para ducharnos y arreglarnos un poco para por la noche. La fiesta iba a ser en casa, así que me puse unos pantalones largos anchos y cómodos, y un top corto azul. 

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