Capítulo 43. Deja de mirarme el culo.

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Estuvimos toda la tarde hablando, hasta que mi móvil comenzó a sonar, apareciendo el nombre de Adrián en la pantalla. 

Gavi lo vio también, y se quedó mirándome muy serio hasta que me levanté y subí hacia la habitación mientras descolgaba. 

-Dime, Adrián -respondí entrando a la habitación. 

-Hola, Dani -saludó también-. ¿Cómo estás?

Yo tomé aire y me acerqué a la puerta del balcón. 

-Adri, ¿Qué quieres? Ni cuando estábamos juntos me llamabas tanto -suspiré. 

Pude escuchar una pequeña risita al otro lado. 

-Sólo quería sabes cómo estabas -murmuró. 

En ese momento la puerta de mi cuarto se abrió, dejando ver a un Gavi serio que entraba y se sentaba en la cama. 

Yo lo miré con cara de "¿Qué haces?" pero él no se inmutó, se limitó a observarme. 

-Estoy bien -contesté seca. 

-Tus amigas me han dicho que has vuelto a Barcelona -explicó. 

Yo asentí al aire. 

-Sí, así es. 

-Dani... Ten cuidado con lo que haces, Gavi no te conviene -aseguró. 

-Adrián, no vas a decirme quién me conviene y quién no -dije un poco irritada. 

En esas Gavi ya se había levantado y se iba acercando a mí. 

-¿Te quieres ir? -susurré alejando un poco el móvil. 

Él negó con la cabeza, entonces la que se intentó ir fui yo, pero me detuvo agarrándome de la cintura y quedándose a pocos centímetros de mí. Mi respiración empezaba a cortarse y mi concentración a desaparecer. 

-¿Dani, estás ahí? -habló de nuevo Adrián al otro lado. 

-Sí, sí, perdona -reaccioné. 

-Pues eso, que no te estoy diciendo lo que tienes que hacer, sólo sé que Gavi es un crío y no va a tratarte como te mereces -soltó como con tristeza. 

En todo eso yo todavía no había despegado la mirada de los ojos del futbolista, y él tampoco de los míos. 

-Tú tampoco me trataste como me merecía, no tienes nada que decir de él -aseguré. 

Adrián bufó al otro lado y Gavi apretó la mandíbula. 

-Lo sé, Dani, y lo siento mucho por eso. Pero sólo quiero que estés bien -murmuró mi ex. 

-Con Gavi estoy bien -mentí. 

Ni siquiera sé si sonó creíble. 

Entonces el sevillano se acercó más a mí, a lo que yo negué con la cabeza y le puse la mano en el pecho para detenerlo. 

-Cuelga, Dani -pidió serio. 

Yo no hice caso. 

-Sólo espero de que en los próximos días no salgas en las revistas de cotilleos y que digan que te ha puesto los cuernos -habló Adrián. 

A mí se me paró un poco el corazón y se me revolvió todo por dentro. 

Entonces Pablo me quitó el móvil de las manos en un movimiento rápido. 

-Tranquilo que no será así -aseguró y acto seguido colgó. 

-¿Pero se puede saber qué haces? -pregunté elevando un poco la voz. 

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora