Capítulo 53. Ven aquí, mi niña.

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A medida que se iba acercando la noche, la gente que había fuera de casa de Gavi comenzó a irse. 

Mientras tanto nosotros ya habíamos hablado a David para comunicarle la decisión que habíamos tomado. Ya estábamos envueltos hasta el cuello en toda esa situación, así que por ir un paso más allá pensábamos que no pasaba nada. No podía ir a peor, así que decidimos intentarlo. 

El representante nos dijo que a la mañana siguiente a primera hora iría a por unos anillos sin falta, para no tener que ir nosotros y que nos grabara alguien, así que se lo agradecimos. 

En realidad me aterrorizaba un poco la idea, pero trataba de mantenerme firme para que Gavi pudiera tranquilizarse un poco y tener algo de seguridad. Debía transmitirle confianza, así que eso me limité a hacer. 

-Dile que te mande fotos antes de comprarlos -pedí al sevillano. 

Él alzó un poco las cejas. 

-¿Qué? Ya que voy a llevar un anillo de mentira al menos quiero elegir uno chulo -dije encogiéndome de hombros. 

Reprimió una sonrisa y después asintió. 

-¿Dorado, verdad? -preguntó mirándome de nuevo. 

Yo fruncí un poco el ceño pero asentí. 

-¿Cómo lo sabes? -me extrañé. 

-Siempre llevas dorado -dijo obvio. 

Tenía razón, todos los anillos, collares y pendientes que llevaba eran dorados. Parece que se fijaba más en las cosas de lo que yo pensaba.

David le dijo que no esperaba menos por mi parte, que ya se imaginaba que querría tenerlo todo controlado, cosa que me hizo gracia. 

Quedamos en que vendría a casa a la mañana siguiente, y Pablo subiría en ese mismo momento una foto a Instagram para anunciarlo, lo que hizo que una vez más se me revolvieran las tripas. 

Sin embargo, todavía se me revolvieron más al darme cuenta de una cosa. 

-Hostia, Pablo -dije mirándolo. 

Él levantó la mirada hacia mí. 

-A tú madre sí que le va a dar ahora un infarto -asentí absorta. 

Se llevó también las manos a la cara, y después soltó una risita. 

-Joder... Y mi hermana -añadió después. 

Entonces yo solté una carcajada. 

-Y tu prima -reí. 

Intentó no reír, pero no lo consiguió, así que ambos empezamos a hacerlo. 

Literalmente parecía que íbamos drogados. A parte de que no dábamos crédito a la situación, los nervios se apoderaron de nosotros, ya no sabíamos ni qué hacer. 

-Menos mal que los chicos sabían que era todo mentira, sino les da algo -murmuré. 

Me imaginé su cara de no entender nada cuando vieran la foto, y comencé a reír de nuevo. 

-Sí, pues verás tus amigas -dijo Gavi alzando las cejas. 

-¡Verás Adrián! -grité al darme cuenta. 

-Y Ana -gritó de la misma forma. 

Me tiré al sofá tapándome la cabeza con los cojines sin parar de reír, por los nervios y la angustia. 

-Mierda, mierda, mierda -murmuré pataleando un poco. 

Gavi soltó una risa por detrás mientras daba vueltas nervioso. 

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