Capítulo 69. ¿Qué pasa?

18.2K 766 46
                                    

Cuando bajamos al salón, volvían a estar los dos policías del día anterior, y también Belén. Dejaron de hablar al vernos, y mientras yo me sentaba en el sofá, Gavi se quedaba de pie al lado, ambos dispuestos a escucharlos después de saludar. 

-Ayer, como os dijimos, fuimos a dar una vuelta por las cercanías de la casa, pero no había nadie. Sin embargo, esta mañana hemos vuelto a ir, y la chica estaba frente a la puerta con el coche aparcado -explicó uno rubio. 

A mí se me encogió el estómago de imaginarla ahí. Menos mal que nos habíamos quedado en casa de los padres de Gavi. 

-¿Y qué ha pasado? -se interesó el sevillano. 

-Pues que la hemos llevado a comisaría, y están investigando el caso con mayor rapidez para sacar algo en claro cuanto antes. Seguramente pagará por daños psicológicos y acoso, a parte de pasar unos meses en la cárcel o rehabilitación, según se considere la gravedad del problema -contestó su compañero. 

Nosotros asentimos un poco perplejos. Esa situación me daba ganas de vomitar. 

-De todas formas, os recomendamos poner una orden de alejamiento -añadió después. 

-Sí, será lo mejor -coincidió Gavi. 

Los agentes sacaron un par de papeles, los cuales firmamos ahí mismo, tanto Gavi como yo. 

-En cuanto se solucione el problema con ella, cargaremos contra la persona que divulgó las fotos, ya que también es delito -informó. 

Me estremecía la idea, pero sabía que era lo que se debía hacer. 

-Os mantendremos al corriente de todo lo que pase, no deberían tardar mucho más en ofrecer una solución -trató de animarnos de nuevo el rubio. 

Dimos las gracias y nos despedimos de ellos cansados. 

-Al menos ya la tienen y no va a seguir pululando por ahí -dijo Belén mirándonos. 

-Pues sí -bufé. 

Gavi asintió y dio unas cuantas vueltas nervioso. 

-Venid a la cocina, que os he preparado el desayuno -avisó su madre, a lo que me levanté y apoyada en Pablo fuimos hacia allí. 

No tenía mucha hambre, pero la noche anterior tampoco había cenado nada, y sentía que no tenía fuerzas, así que me obligué a hacerlo. Sin embargo, Gavi no tocó nada. 

-Venga, come un poco, cariño -murmuró Belén hacia su hijo, pero él no hizo mucho caso. 

Tomé  aire, y al acabar mi desayuno me levanté con calma hacia el congelador para coger un cubito de hielo. 

Lo envolví en un papel de cocina, y me acerqué al sevillano para ponérselo primero sobre un ojo y después sobre el otro, observándolo muy de cerca. 

-Iré a casa para hacer las maletas y traeré todo aquí -informó con los ojos cerrados. 

-Vale, te acompaño y así te ayudo a doblar todo -ofrecí. 

-No te preocupes, ya llamaré a Pedri o lo que sea -negó con la cabeza. 

-No, Pablo. Quiero ir contigo -balbuceé y aparté el hielo para que pudiera mirarme. 

Me analizó durante unos segundos y suspiró. 

-Cuando te dije ayer que íbamos a estar juntos siempre, lo decía enserio -alcé un poco las cejas. 

No quería quedarme sola, o aunque fuera con Belén. Quería estar pegada a él todo el tiempo. 

Chasqueó la lengua sin solución y me rodeó con los brazos. 

Te necesito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora