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Leo bajo a la cocina para ver a Cristiano quien sacaba el pan del horno, este quedó deslumbrado por su atuendo y lo atractivo que se veía con esté. Se acercó a él abrazándole por la cintura, sinceramente no creía que le dejara hacerlo pero Leo solo se dejó abrazar mientras rodeaba sus brazos por el cuello de el mayor.

—Te ves muy bien.

—Si, lo sé.—respondio Leo con una ligera sonrisa en sus labios mientras que Cristiano lo admiraba con su mirada.

Cristiano observaba detalladamente el rostro de Leo, le encantaba todo de él, en especial sus ojos, pero sus labios eran algo que también amaba del menor y soñaba con volver a sentirlos cerca de los suyos, pero quería sentirse bien con eso, saber que fue Lionel el que accedió a tal acto, pero tampoco quería esperar tanto.

—¿Puedo?—preguntó mientras tomaba de su barbilla alzándola lentamente para acercar sus rostros.
Leo no dijo nada, se quedó callado por un momento analizando el rostro del mayor solo para decir de manera suave un “Sí”. Apenas escucho esa respuesta, Cristiano se sorprendió, aún no creía que le hubiera permitido hacer tal acto, pero de cualquier manera le emocionaba la respuesta.

Leo sintió como los labios del mayor se comprimieron junto a los suyos, sabía perfectamente que había dicho que no había problema, pero no le agradaba la sensación de tener los labios de Cristiano tan cerca. Trato de seguir el beso mientras acomodaba su mano por la mejilla tratando de entrelazar sus dedos sobre el cabello del mayor, cosa que no pudo de tan corto que era este.

«No es igual que el suyo... Ni su cabello, ni sus besos.»

Cristiano se alejo del menor después de unos segundos, observó el rostro de Leo quien solo le sonrió y le dió una beso en la frente para irse a cambiar antes de que llegase el padre de el menor. Salió de la cocina y se recargo sobre la puerta de esta tocando con la yema de su dedo su labio inferior. Era su primer beso de esa relación falsa, pero no perdía esperanza en que algún día podrían ellos dos volver a estar juntos cómo la pareja que fueron una vez.

—¡Carajo! ¿Es que vos sos estúpido? Creer que lo puedes olvidar solo por besarte con ese tipo.—alcanzo a escuchar una expresión del menor dentro de la cocina.—Nisiquiera me gusta, además estuve pensando en Guillermo durante todo el beso y… no fue ni en lo más mínimo algo parecido a sus besos...

Bueno, almenos ahora sabía que el beso que le había obsequiado no fue de una manera romántica y nisiquiera estuvo pensando en él durante el acto, pensó en alguien más. Sentía una punzada sobre su pecho mientras que sus ojos comenzaban a sentirse húmedos y su garganta ardía. Trato de no darle tanta importancia y solo se retiró del lugar tratando de no escuchar las cosas que decia Leo entre susurros.

—Tu manera de besar era tan suave, incluso cuando no me querías, tus besos toscos se sentían bien y tomar de tus rizos mientras me besabas...—se podía escuchar como hablaba entre ligeras risas tristes, ya que también se alcanzaba a escuchar sus silbidos de la fosa nasal.

—Te extraño... Con escuchar tu voz llegaría a conformarme...—estaba recargado sobre la barra de la cocina con el celular en las manos viendo el número de Guillermo escrito en el teclado, es cierto que había eliminado el número para no tener que un día marcarle, pero al parecer no habia sido de mucha ayuda ya que sabía el número del mexicano a la perfección.
Se quedó mirando el celular un rato, tratando de decidir en marcar o no hacerlo, nisiquiera sabía cuánto tiempo había estado ahí, solo que había perdido la noción del tiempo y sin pensarlo más tocó el botón de marcar.

—¿Bueno? ¿Quien habla?—habían contestado demasiado rápido, nisiquiera había pensado en algo que decirle, pero era la voz de Guillermo, no con el tono que había escuchado la última vez, ese era seco y ronco, este era suave, como lo había sido siempre.
Quería contestar algo pero no sabía que decir y menos cuando escucho el timbre de la entrada principal.

𝘔𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘢𝘴 𝘗𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴𝘢𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora