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La escena que se presentaba en aquella habitación era horrible, Guillermo tirado en el piso con moretones por todo el cuerpo, sus muñecas rojas por la atadura de la cuerda, su cabello maltratado y charcos de sangre a su alrededor.
Hirving y Leo se acercaron rápidamente a verlo mientras le hablaban tratando de llamar su atención, pero este no respondía y a Leo le desesperaba demasiado el ver qué no despertaba.

—¡Guillermo, despierta porfavor!—se inco alado de el moviéndolo tratando nuevamente de despertarlo sin éxito alguno mientras el otro se ponía a un lado tomándole el pulso a Guillermo.—¡Hirving, no reacciona!—volteo a ver al menor con lágrimas en sus ojos y voz temblorosa.

—¡Cálmate!—lo tomo del rostro llamando su atención.—El todavía tiene pulso, pero es muy lento, hay que salir lo más rápido posible.—tomo a Guillermo cargandolo en brazos cuidando de no lastimarlo mucho.—toma el martillo, si Saúl llega a despertar tendrás que darle un golpe.

—Esta bien.—se calmó y secó sus lágrimas mientras se dirigía a recoger el objeto del suelo, y salieron de aquella habitación para bajar las escaleras con Leo enfrente.—Oye Hirving. Cuando dijiste que tiraste a Saúl de las escaleras, lo dejaste en algún otro lado que no fuera la orilla de las escaleras?

—No ¿Porque?

—Porque no está aquí.

—Mierda.—chisto y corrió rebazando a Leo mientras bajaba las escaleras.—¡Te toca ir atrás! No sé dónde pueda estar pero tenemos que salir ahora mismo de aquí.

Hirving corrió hasta la puerta principal mientras Leo le seguía por detrás buscando a Saúl, rogando para que no pasará nada malo, no en ese momento, afortunadamente Hirving logró subir a Guillermo en la parte de atrás del carro, Leo seguía en un estado de supervivencia mirando a todos lados pensando en lo que haría si se aparecía Saúl en algún momento.

—¡Leo, sube al carro!—grito llamando la atención del mayor quien corrió para subirse en el lado del copiloto para que Hirving pudiera arrancar el coche.
Porfin estaban en el carro junto a Guillermo, sin reaccionar pero lo tenían con ellos, de momento se escuchó el cristal de la parte de atrás del carro quebrarse de la nada, Hirving volteo a ver, había sido una bala lo que acababa de romper el cristal.

Porfin estaban en el carro junto a Guillermo, sin reaccionar pero lo tenían con ellos, de momento se escuchó el cristal de la parte de atrás del carro quebrarse de la nada, Hirving volteo a ver, había sido una bala lo que acababa de romper el cristal

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—¡CARAJO!—grito Saúl aventando el arma al suelo después de haber fallado en el disparo, no pudo calcular bien el tiro y solo logro romper el cristal del auto, le daba coraje ver el como acababa de fallar.—¡A la mierda dos años de esfuerzo!

Se tiro al suelo tratando de calmarse, tardó en conseguirlo pero lo logro, después de todo, todavía tenía el plan B y lo pondría en marcha, ese no saldría mal, tardaría un poco pero estaba bien, con tal de deshacerse de Guillermo.
Se levantó y camino hasta el pasillo y comenzó a recojer los pedazos de madera que habían dejado los otros chicos que acababan de estar ahí, limpio la habitación, eliminando cada rastro que lo pudiera inculpar, una vez termino se sentó en la mesa del comedor y comenzó a analizar paso a paso el plan que pondría en marcha, no podía darse el lujo de tardarse años pero tampoco podía hacerlo de la noche a la mañana, pero tendría que conseguir la nueva dirección de Guillermo, algo que no fue tan dificil, ya que a Leo lo habían etiquetado en unas fotos de Instagram hace unos días, con la ubicación de un hotel, era un hotel en el centro de la ciudad de Roma, sería algo difícil llevar a cabo el plan, pero no le importaba, era todo o nada. Después de limpiar todo el desorden que había quedado en la casa bajo al primer piso y tomó su celular dónde escribio un número y marco a este mismo.

—Ciao, chi parla?—hablo una mujer en italiano quien había contestado la llamada.

—Parla Sac—contesto en el mismo idioma.

—Ah... Eres tú ¿Sucede algo?

—Tengo un trabajo para ti.

—Pense que habías dejado de consumir drogas, pero no es de mi interés ¿Cuál y cuánto vas a querer?

—No, no ese trabajo, el otro.

—Tengo dos trabajos más aparte del narcotráfico, así que se especifico.

—Sere breve, es un asesinato en el hotel Raphaël, ubicado en Roma, necesito que averigues la habitación, son tres personas las que deberían de estar en ella, pero entre ellos, la que verdaderamente importa, Guillermo Ochoa, necesito que lo mates, no sé cómo, disparo, intoxicación o alguna otra cosa, no me interesa, solo que lo necesito muerto en menos de un mes.

—Hay Guillermo, todavía recuerdo cuando fuimos pareja, era un ingenuo. ¿Que te hizo para que lo quieras muerto?—hablo interesada en la información que podría darle el chico.

—Es una historia larga, después te lo contaré.

—Esta bien, pero ya sabes, necesito un adelanto.

—Claro, dime cuánto es y en un rato te mando el depósito.

—Considerare que eres un cliente antiguo, así que te cobrare la pequeña cantidad de dos mil euros como adelanto.

—Siempre tan considerada, por eso te quiero, Karla.—exclamo en tono coqueto.

—Si claro, no se te olvide depositar, si no, no haré el trabajo.—Y con eso colgaron llamada.

Se recostó en el sofá soltando un suspiro largo, ya tenía una parte del plan cubierta, y aunque hubiera preferido hacer el trabajo por su cuenta, no podía, tenía que regresar a México para la entrevista sobre sus próximas peleas en Jalisco del mes entrante y tenía que prepararse para eso.

Se recostó en el sofá soltando un suspiro largo, ya tenía una parte del plan cubierta, y aunque hubiera preferido hacer el trabajo por su cuenta, no podía, tenía que regresar a México para la entrevista sobre sus próximas peleas en Jalisco del mes...

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𝘔𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘢𝘴 𝘗𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴𝘢𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora