Guillermo Ochoa y Saúl "Canelo" Álvarez, la pareja perfecta, hombres guapos, famosos y adinerados ¿Que podría estar mal en su relación?
Quizás el que Saúl no ama a Guillermo, o que Guillermo tiene a un amante.
Muchas cosas están mal en su relación...
Guillermo acababa de regresar a su casa después del día agotador, los entrenamientos y el ir a ver la reservación del restaurante, por suerte con un poco de dinero extra uno puede conseguir la reservación para el día y hora que quiera. Había comprado algunas cosas para Saúl, no podría darse el lujo de estar peleado con el si quería ir a visitar a Lionel en la fecha próxima de su partido, solo tendría que hacer algunas cosas para tener ese tiempo libre y todo saldría a la perfección, pero tenía que ejecutar bien su plan, pues un viaje de Italia a Francia no iba a ser algo fácil de ocultar. Llegó a su casa con un ramo de rosas y una caja de chocolates, le pareció irónico, Saúl le daba sus flores favoritas cada que le era infiel y este iba a hacer lo mismo, pero en vez de dárselas después, se las daría antes. Cuando entro dejo las cosas sobre el comedor y comenzó a buscar a Saúl en toda la casa, hasta que lo encontro en la sala de estar barriendo aquella habitación, se acercó a él y lo abrazo por detrás dándole un beso en la mejilla, el menor no hizo nada, solo cesar su actividad permitiendo el abrazo del mayor.
—Siempre estás limpiando, debes estar exhausto.—Saúl no dijo nada, ni hizo nada.—Perdón por lo de esta mañana.—volvio a hablar Ochoa, aún estando en la misma posición.—Se que no estuvo bien lo que dije.—Estaba mintiendo, no se arrepentía de lo que dijo esa mañana, pero tenía que mostrar intención de disculparse con el.
Y quizás Guillermo no lo vio, pero Saúl daba una ligera sonrisa, era lo que quería, una disculpa por parte del mayor, pero no se la aceptaría tan fácilmente, se volteo mirando a Guillermo a los ojos.
—Bien sabes que una simple disculpa no me hace cambiar tan fácil de opinión.
—Lo se, por eso compre algo.—tomo su mano y lo guió hasta el comedor donde le mostró las rosas rojas y la caja de chocolates.—Tus flores favoritas.—le dió un beso en la mejilla mientras el menor tomaba las flores en su mano, un ramo grande de 80 rosas.
—Guillermo, sabes que no como chocolates.—se giro a verlo aún con una rosa en mano.
—Bueno, se que no comes eso por los azúcares y grasas, por eso compre unos especiales para ti.
—Ah.. Bueno, eso es lindo, gracias.—sonrió ligeramente.
—¿Preparaste la cena?
—No.
—Entonces arréglate, saldremos a cenar.
Recién eran las 7:00 de la tarde, por lo qué había tiempo suficiente, pero Saúl tardaba demasiado en vestirse para salir lo cual hacía que siempre llegarán tarde a las reservaciones, pero ese día llegaron temprano 8:57 de la noche, entraron al restaurante y tomaron asiento, era un restaurante lujoso, tal como le gustaba a Saúl, el estaba fascinado por el ambiente, la atención de los meseros y los cortes. Cenaron, y Guillermo estaba agradecido con la virgen de todos los santos de que Saúl estaba satisfecho con ello, en restaurantes, era muy difícil de complacer, pero el estaba encantado, así que eso era señal de que todo había salido bien y eso ya era algo bueno.
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Los días pasaron, Guillermo se mostró cariñoso ante su pareja, y trataba de evitar las discusiones ignorando los comentarios de mal gusto de Saúl, y aunque le daba más coraje tener que morderse la lengua en no contestarle nada, sabía que era un esfuerzo con tal de ver al argentino, el día de hacer el viaje llegó, ya había hablado sobre eso con Saúl, era un "viaje de trabajo" y se iría Martes 11 a las 5:00 pm y regresaría al día siguiente por ahí de las 8:00 pm, no eran días los que saldría del país, pero le daría tiempo de estar con Lionel.
Cuando llegó a París, aún faltaba una hora para dar inicio al partido, así que tenía tiempo de ir a la casa que había rentado y arreglarse, era una casa grande aunque fuera de solo un piso, amueblado y con una cocina amplia, lo primero que hizo al llegar fue revisar el refrigerador y tal como lo había pedido, con la cantidad exacta de alimentos que había pedido, era perfecta, perfecta para compartirla con alguien y ese alguien, lo vería más tarde. Trato de no arreglarse demasiado, vestía un pantalón junto a una playera manga larga y unos tenis, aparte de que se pondría tapabocas para cubrir su rostro y plancho su pelo, lo hacía ver diferente, quizás demasiado, pero eso era algo bueno, así fue como tomo camino al estadio, ya tenía la entrada, solo averiguaría como bajar a la cancha para poder ver a Leo.
El partido comenzó y en el minuto 5' se escuchó la audiencia gritar por parte del equipo de Messi, el primer gol del equipo, pero para Guillermo eso no era lo más importante, solo veía a Leo corriendo entre la cancha dando todo de sí, los minutos pasaron y en el segundo tiempo Lionel metió un gol, más exactos en el minuto 72' y eso fue suficiente para escuchar a toda la audiencia gritar, Guillermo por su parte sonreía viendo a Leo, como celebraba feliz de haber anotado ese gol, aún más cuando el partido termino 2-0. Los jugadores salían de la cancha para ir en dirección a los vestidores, Guillermo se acercó lo más que pudo a dónde los jugadores pasaban viendo a Lionel quien caminaba saludando a la gente que estaba ahí, y es cierto que Guillermo llevaba un tapabocas y por su cabello no rizado era difícil identificarlo, Lionel lo veía, sabía que lo conocía de algún lado y cuando el mayor bajo un poco su tapabocas no le quedaba dudas de quién era.
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