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Hirving salió de la habitación con los medicamentos que le había terminado de dar a Guillermo, miro a Leo quien acababa de salir de bañar y terminaba de ponerse la camisa.

—¿Ya te vas?—dejo los medicamentos en la barra mientras miraba a Leo y el como terminaba de ponerse sus zapatos.

—Son las 8:00 y no es como que el aeropuerto este muy cerca que digamos, aparte de que siempre piden estar mínimo 3 horas antes del vuelo, nunca entenderé el porqué. ¿Guillermo está despierto? Quiero hablar con el antes de irme.

—Si, entra en lo que yo pido un Uber.—saco su celular para entrar a la aplicación y poder pedir el carro.

—Gracias Hirving—sonrió y entro a la habitación donde hablaría con Guillermo.

Leo entro una última vez al cuarto de Guillermo para hablar con él antes de viajar de regreso a París, tenía que aclarar algo con el y explicarle que aunque saldría de viaje regresaría solo para estar con el

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Leo entro una última vez al cuarto de Guillermo para hablar con él antes de viajar de regreso a París, tenía que aclarar algo con el y explicarle que aunque saldría de viaje regresaría solo para estar con el.

—Hola...—entro a la habitación y camino poniendose a un lado de la cama de el mexicano, aunque esté no lo veía a los ojos, solo miraba a la ventana sin voltear a ver a Leo, igual que hace unas horas.

—¿Qué tan dificil es entender que si te digo “vete” es que quiero que te vayas?

—Solo quiero hablar con vos.

—¡Pero yo no quiero! ¡¿Porqué no te largas de una vez de mi vida y me dejas solo?! Lo mejor habría sido que yo nunca te hubiera conocido.—Esa fue la gota que derramó el vaso y con las que las lágrimas de Leo comenzaron a salir de sus ojos resbalandose por sus mejillas.

—¿Quieres que desaparezca definitivamente de tu vida? ¿Que no te vuelva a hablar, ni a buscar?

—Si, eso es lo quiero ¿Acaso no me escuchaste o tengo que volver a repetirlo?

—No... No tienes que repetirlo, lo entiendo perfectamente, te dejare en paz y si es posible, no volverás a saber de mi.—su pecho dolía y su garganta ardía como si hubiera comido clavos, trato de secarse sus lágrimas sin resultado alguno, pues eran demasiadas como para poder pararlas en ese momento.—Solo... quería decirte que te quiero...—Guillermo volteo a verlo después de un rato de estar ignorando al argentino, observó como tenía una sonrisa en sus labios mientras sus lágrimas resbalaban adornando su bella expresion de labios.

—Pero yo no.—no le importo si Leo estaba llorando, seguía firme ante su petición.—¿Acaso no te lo contó Hirving? No eras más que una simple diversión, así que ya puedes irte.

—No quiero irme, yo quiero estar contigo.—se sentó en la silla alado de la cama recostando sus brazos en parte de la cama para observar bien el rostro del mexicano, no le importaba el cual tan pálido estuviera o si sus ojos habían perdido ese destello de luz que tanto le caracterizaba, el lo amaba.

—¡CARAJO! ¡¿PORQUÉ ERES TAN TERCO?! ¡no te ame, no te amo, y nunca te amare!—tomo los brazos de Leo y los empujo lejos de su cama.

—...—Estaba desconcertado por la actitud del mayor, nunca lo había visto de tal manera y todo lo que le decía le lastimaba.—Esta bien—tenia su cabeza agachada y rascaba con fuerza su mano provocando una quemadura de primer grado mientras sus lágrimas derramaban un poco más lento que antes.—Espero que todo salga bien, y te recuperes rápido, suerte con todo.—se levantó, le acaricio su cabello y salió de la habitación sin decir ninguna palabra más.

Guillermo vio como el menor salía de la habitación y soltó un largo y pesado suspiro, se sentía mal, quería decirle cuánto lo amaba, que lo necesitaba y que porfavor no se fuera de su lado, pero tenía miedo, miedo de que todas las palabras que le decía Leo fueran mentira o que aunque lo fueran, dejara de quererlo en el momento en que se enterará de todo lo que le había sucedido en la habitación, así que prefería continuar con todo lo que le había dicho, por más que le doliera a ambos.

Guillermo vio como el menor salía de la habitación y soltó un largo y pesado suspiro, se sentía mal, quería decirle cuánto lo amaba, que lo necesitaba y que porfavor no se fuera de su lado, pero tenía miedo, miedo de que todas las palabras que le ...

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𝘔𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘢𝘴 𝘗𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴𝘢𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora