La cita (I)

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Me encuentro en casa, intentando decidir qué ponerme para mi cita con Loki

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Me encuentro en casa, intentando decidir qué ponerme para mi cita con Loki. Sé que le encanta mi cabello largo, así que decido esmerarme en él. Lo peino con cuidado, desenredando los suaves mechones rubios mientras pienso en todo lo que quiero que esta noche sea. Quiero impresionarle, quiero que se sienta orgulloso de estar conmigo.

Finalmente, decido utilizar un vestido que me dejó mi hermana. Es un vestido sencillo pero elegante, realza mis curvas de una manera espectacular. Mientras me visto, siento que sus manos están sobre mi piel, imaginando cómo sería si fuera él quien me estuviese ayudando a vestir. La intensidad que experimento es inexplicable, no puedo evitar sentir cierto aire de excitación recorrer mi cuerpo al sentir una supuesta caricia de Loki.

Cada roce de la tela contra mi piel es suficiente para hacer que mis pechos se encojan y se endurezcan ante el pensamiento de estar con él. Me quedo quieta, imaginando cómo sería estar con él de nuevo, mi cuerpo se estremece solo de pensarlo. Lo amo y saber que está de vuelta en mi vida solo lo hace más intenso.

Finalmente, me miro al espejo y sonrío. Me veo bien, me veo radiante. Estoy lista para mi cita.

En ese momento, Escucho a Sleipnir relinchar, indicando que ha caído el sol y es hora de salir. Mis nervios están a flor de piel, siento la pasión y excitación fluir en todo mi ser mientras bajo las escaleras.

Lejos de la sonrisa que espero de él, su rostro no muestra expresión ninguna, sus ojos escanean los míos.

—Loki… ¿Estás bien? —Doy un par de pasos hacia él.

—Ahmmm, si. —me entrega un ramo de bonitas flores, mis favoritas.

—¿Seguro?

—Perdona, es que me has dejado sin palabras. —su voz es tan tranquila… un lujo.

—¡Ohhh! En ese caso, gracias, Alteza. —hago una reverencia y ríe.

—Tú no estás obligada. —dice mientras coje mis manos para acercarse más a mí.

—Esta noche te recuerdo que soy una doncella del Reino cenando con el Príncipe. —digo mientras me ruborizo, pues recuerdo las primeras veces que ese rol era nuestro mechero para prender.

—Pues, en tal caso permítame decirle que está noche brilla tanto o más que las estrellas del firmamento. —qué coqueto y galán. En el fondo adora ser así.

—Es usted un embaucador nato.

—Posiblemente. —sonríe.

Lo abrazo. Con tanta fuerza que siento su respiración profunda.

—¿Y tú estás bien? —levanto mi rostro para admirar su preciosa mirada.

—Mejor que nunca, en paz.

El calor es notorio entre ambos.

—¿Debo…? ¿Debo ser toda la velada un caballero? —su mano acaricia mi mentón.

💚𝑺𝒂𝒍𝒗𝒂𝒋𝒆 𝑨𝒎𝒂𝒛𝒐𝒏𝒂💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora