Capítulo 193: 9 de septiembre de 2023

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Capítulo 193

--Los LuLu me quieren matar--

"Pero no lo harán, porque el calendario sigue todo el mes. Quédate con eso, Izan. No lo harán. No lo harán..."

    Estoy tomando un té de haba Tonka en el balcón y reflexionando sobre el poco control que tengo sobre mi vida. Llevo un rato mirando a la calle porque hay un camión de mudanzas aparcado ahí delante. Por lo visto, Gabriel ya se va. Más le vale haberme hecho caso con lo del tratamiento, porque, como me entere de que no lo hace, creo que la alternativa será llamar a la policía y decir todo lo que sé.

    Me termino el té y voy a la cocina a dejar la taza. Ahí está Espino jugando en la encimera. Cuando me ve entrar, noto que me mira con cara de "la que te espera hoy, chaval".

    —Ya lo sé, Espino... Ya lo sé.

    Mientras miro fija y enfermizamente a mi gato, llaman a la puerta.

    —Ahí están... Tú no te muevas de ahí.

    Mientras camino hacia la puerta con la misma energía que el condenado que camina por el corredor de la muerte, pienso en si habrá salido fatal lo de Flora y lo del USB, y que por eso me quieran matar. Si saben que yo he tenido que ver de alguna forma con el secuestro de su hija, ni Espino ni yo saldremos vivos de esta.

    Abro y ahí están los dos. Lucas y Lucía en persona. Vaya par de cabrones, de verdad. Los veo y, más que sentir miedo por la predicción, lo que me pasa es que me pongo de mala hostia.

    —Voy a ir al grano —dice Lucas—. Mi señora me ha dicho que hace un par de meses la amenazaste. ¿Es verdad eso?

    Hostia. No tiene nada que ver con lo de Flora. Primero siento alivio por eso, pero ahora tengo que empezar a pensar en lo que implica que me acusen de esto otro. ¿Qué hago?

    —Bueno, a ver... —empiezo a decir con una torpeza desagradable—. En junio y julio lo pasé muy mal y no era yo mismo. La verdad es que ni me acuerdo de lo que dije y a quién...

    —Un día me empujaste —dice Lucía, con la mirada clavada en mí con mucha intensidad y ganas de hacerme daño—. Y nombraste a alguien, ¿verdad?

    —¿Nombré a alguien...? —según lo he preguntado, me he acordado de lo que dije. Mierda...

    —Salvador Santalla —dice Lucas, mirándome con los brazos cruzados y la cabeza bien alta—. ¿Te dice algo ese nombre?

    —Ah, bueno, sí... Un poco.

    —¿Un poco? —dice Lucía, con ese tono de voz asqueroso de cuando empieza a cabrearse—. ¡Tú no tienes nada que ver con Salvador Santalla!

    —¡Oye! —digo, a la desesperada—. Sí que era verdad que fue mi familia política. Es el abuelo de mi ex.

    —Ya, eso sí lo hemos podido confirmar —dice Lucas—. Pero no eres nada más. No trabajas con él, no tienes relación con él... Y lo mejor de todo: él no sabe ni quién eres.

    —Ah, vaya... No le dejaría mucha marca...

    —No te hagas el tonto —dice Lucía—. Usaste su nombre para amenazarme, pero ahora sé que lo hiciste solo porque escuchaste que Nora me lo hizo una vez, y claro, dirías: pues yo también, venga.

    —Amenazaste a mi señora con una mentira y encima usando el nombre de Salvador Santalla... Que sepas que vas a tener problemas por esto, vecino.

    —No, por favor... Es lo que os he dicho, en esas fechas yo estaba muy mal y no sabía ni lo que decía... Os lo puede confirmar literalmente cualquier persona que me conozca...

    —Cállate —dice Lucas, tajante—. Hemos venido a avisarte de que, a la próxima, estás muerto. Y de que mañana tenemos reunión de vecinos para decidir quién será el nuevo presidente. Que sepas que la cosa está entre tú y yo, Izan. Un primer acto de buena voluntad sería que me dejes ganar.

    —¿Qué...? No sabía ni que yo era un candidato. Pero vaya, que sí, no tengo ningún problema con eso. Yo no quiero ser presidente ni nada.

    —Más te vale. Además, no tendría mucho sentido que lo seas, ¿verdad? —dice Lucas, sonriendo de una forma escalofriante.

    —¿Por qué...? —se me ha secado la garganta. Me ha sonado a que pronto estaré muerto, y entonces no podré presidir nada.

    —Porque pronto tendrás unas ganas locas de dejar el edificio. Ya te lo digo yo —dice Lucas.

    —Tú y tu puto gato a la calle —dice Lucía, recreándose en las palabras "puto gato", todavía no entiendo por qué.

    Los dos se van sin decir adiós ni nada. Me cierran la puerta en la cara, de hecho.

    Me siento al lado de Espino en el sofá y lo abrazo.

    No hace falta que me digan que tendré ganas de irme... Porque eso ya está ocurriendo. Me quiero ir de aquí. 

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El Twitter de Izan durante el día de hoy: https://twitter.com/IzanSecreto/status/1700543304000053660

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