Capítulo 97: 5 de junio de 2023

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Capítulo 97 

El tío Mateo se encuentra mal

"Ayer intenté convencer a mi padre para que visitase a su hermano, pero no hubo manera. A lo mejor se encuentra mal por eso, porque se ha enterado con su sexto sentido de que su familia ha venido, y no le ha dicho nada."

    Cuando salgo del trabajo, me llama un número desconocido. Pensaba que, si alguien me iba a llamar por esto, sería mi propio tío o la residencia.

    —Izan, ¿me escuchas?

    Es una voz de persona mayor.

    —Sí. ¿Quién eres?

    —Soy Rafael.

    He tenido un pequeño vuelco al corazón pensando por menos de un segundo que mi profesor me estaba llamando. Luego he recordado la existencia de Rafael, el amigo de mi tío en la residencia.

    —Ah, sí, sí. Dime.

    —¿Puedes venir hoy a ver a tu tío? Perdona que te lo diga así de repente, pero necesita hablar contigo.

    —¿Pero está bien? ¿Cómo es que no me ha llamado él?

    —Bueno... Será mejor que lo veas por ti mismo.

    Voy a toda prisa a la residencia, hasta la habitación de mi tío. Ahí están tanto mi tío como Rafael.

    —Míralo, ahí está —dice mi tío, hiperventilando—. Qué. ¿No me tienes que decir nada?

    Oh, esa frase. Es un cliché de padres y de parejas con actitud inestable y explosiva. Un cliché que yo nunca he vivido por padres pasotas y expareja que controla a la perfección sus emociones y las situaciones. A ver cómo se gestiona una escena así.

    —Pues... No sabría qué decirte, la verdad.

    —¿Eh? ¿Izan? ¿No tienes que decirme nada?

    Él a su rollo. Podría haberle dicho que traigo dinamita para hacer estallar la residencia y a todos sus ancianos, y él seguiría a lo suyo.

    —Se ha enterado de que tus padres estuvieron aquí ayer —dice Rafael.

    —Ah... Hostia. ¿Y cómo te has enterado?

    Mi tío no puede respirar.

    —Es que lo sabía. Mira, tengo a unos cuantos vecinos comprados para que me avisen sin ven aparecer a tus padres por el edificio. Para saber si están aquí en España y se atreven a no decirme nada, pero que sí tengan tiempo para quedar contigo. ¡Y tú vas y no les dices que vengan a verme!

    —¿Has comprado a los vecinos? Bueno, iba a hacerme el ofendido, pero me ha parecido guapísima la idea.

    —No te lo tomes a broma —dice Rafael—, tu tío está muy disgustado.

    —Ya lo veo, ya... Escucha, tío. Yo les dije que vinieran a verte hasta dos o tres veces. Pero ellos lo evitaban. No tendrían tiempo o algo...

    —¡Y una mierda! —mi tío no suele decir palabrotas casi nunca—. Tiempo tenían. Esos lo único que tienen es tiempo. Y vinieron a verte a ti. ¿Cuánto hace que no veo a mi hermano? ¿Eh?

    —Pero tío... No insistí mucho porque pensaba que odiabas a mis padres y que tampoco te haría tanta falta.

    —¡Pero es mi hermano!

    No me esperaba esa respuesta.

    —De verdad... Vaya familia... Es una familia echada a perder. Tu abuelo se moriría de la pena...

    Esa respuesta ya me la esperaba un poco más.

    Mi tío dice algunas cosas más en la misma línea, pero su respiración es cada vez peor. Al final, empieza a ser preocupante.

    —Tío... ¿Estás bien? No hables más. Respira.

    —Vete a avisar a alguien —dice Rafael—, yo me encargo de que se calme un poco.

    Hago lo que Rafael me dice. Corro a avisar a alguna de las personas que se encarguen de esto.

    Lo que pasa después es rápido. Lo atienden un rato en su habitación mientras yo estoy fuera. Entra una doctora poco después. Luego se lo llevan en silla de ruedas a otro sitio. Rafael me dice que él se encargará de vigilar todo el proceso, que yo mejor me vuelva a casa. Que él me llamará. Me quedo quieto en el sitio, confuso.

    Al final, hago lo que Rafael me dice y vuelvo a casa. Me mantengo pegado al teléfono todo el tiempo hasta que me llama por la noche.

    —¿Cómo está mi tío?

    —Hola, Izan. Mejor, está mejor. Tu tío tiene algunos problemas en el corazón desde hace algún tiempo, pero él siempre dice que no es nada.

    —¿Problemas del corazón? ¿Está en peligro?

    —No sería grave si se tomase la medicación, pero muchas veces la esconde. Yo tengo que estar pendiente.

    —¿No se está tomando su medicación?

    Eso no es nada Robles, me gustaría decirle.

    —Tranquilo. Vigilaré con más insistencia. Espero contar contigo para algunas veces. No se encuentra bien, y ahora necesita apoyo.

    —Vale... Sí, estaré atento. Me guardo tu contacto. Muchas gracias por todo, Rafael.

    —Ningún problema. Gracias por preocuparte.

    La llamada termina. El señor Rafael me ha dado muchísima seguridad. Me da paz hablar con él y saber que está cuidando de mi tío.

    Tengo que estar más pendiente de él, aunque a veces no lo ponga nada fácil. Y tengo que insistir más a los desastres de mis padres para que vayan a verle.

    A la próxima no se me escaparán. 

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El Twitter de Izan durante el día de hoy: https://twitter.com/IzanSecreto/status/1665764784921366528

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