Capítulo 197
--El tío Mateo gana una pelea a puñetazos--
"No me he atrevido a pensar mucho en esta, pero no puedo evitar imaginarme a mi tío luchando como un auténtico destructor. Oye, y gana y todo. De verdad... ¿Qué es esto?"
Siendo sincero, voy a aprovechar la predicción de hoy para aparecer "por casualidad" en la residencia, sin que nadie me haya avisado. También es verdad que hace muchísimo que no me paso por ahí. Creo que eso le podría molestar.
Cuando llego y entro en su habitación, me encuentro al señor Rafael, que está sentado y sin compañía.
—Buenas —digo—. ¿Dónde está mi tío?
—Ah, hola, Izan. ¿Qué tal? Pues eso me preguntaba yo. No está por aquí, así que me he quedado a esperar a ver si viene.
—¿No vas a buscarlo por la zona común o algo?
—Hoy no me apetece hablar con los otros ancianos. Prefiero estar solo o con alguien tranquilo como tu tío.
Si la predicción de hoy es literal, lo de tranquilo está por ver.
—Tienes que venir más —dice Rafael—. Tu tío está un poco molesto porque te has vuelto a olvidar de él.
—Sí, bueno, ya sabes... Muchas cosas.
De repente, empezamos a escuchar gritos, y vemos como el ambiente empieza a estar agitado. Yo corro hacia la zona común, que es de donde vienen los gritos, y sí, ahí está: el tío Mateo pegando a otro de los residentes. Uno que parece de la misma edad o un poco más joven que él.
—¡Te vas a tomar por culo, desgraciado! —grita mi tío mientras tiene dominado al otro. Su contrincante le está pegando también, pero poco a poco empieza a ceder. Los trabajadores de la residencia tardan en detenerlos. Para entonces, ya se ve claro que mi tío ha dominado la pelea con contundencia. Yo creo que los que trabajan aquí habrán pensado "no me pagan lo suficiente como para meterme en esto en su momento más jodido", o algo así.
Por culpa del incidente, tengo que pasarme todo el día en la residencia, ya que mi tío ahora tiene que hablar con bastantes personas. También hablan conmigo en calidad de familiar y contacto principal... Muchos trámites, muchas broncas, muchas normas de conducta, amenazas con llamar a la policía o con que me quede a mi tío y cosas así.
Cuando por fin es libre, le pregunto qué ha pasado.
—He tenido paciencia, de verdad que la he tenido —dice mi tío.
—No sé para qué hablas con Matías —dice Rafael—. Ignóralo y ya está. Si ya sabes de qué palo va...
—Es él. Cuando Montse se rompió la cadera, él fue el único que se reía; Cuando se murió mi amigo Enrique, toda la residencia triste, y él, el único que se burlaba de su memoria; Cuando alguno se pone enfermo, le dice que se morirá ya mismo; Molesta a los familiares y las visitas, a los trabajadores... ¿Algo más?
—¿Qué te ha hecho ahora? —pregunta Rafael.
—Lleva dos horas, Rafa... ¡Dos horas! —marca el número dos con los dedos delante de la cara de Rafael—. Ese es el rato que se ha estado burlando de mí porque mi familia ya no viene. Siempre con un comentario diferente y siempre con la misma mala uva. Me pedía a gritos que lo callase a golpes, y eso he hecho. Y no me arrepiento ni un poco.
—Pero, tío... —digo—. Eso te puede dar problemas aquí.
—¡Ni un poco me arrepiento, vamos!
—Él a lo suyo... —murmuro.
—Y sabes por qué se burla de mí, ¿no? —dice mi tío, mirándome. Me mira fatal, en serio—. Lo sabes, ¿verdad? —ah, que quiere que yo conteste.
—Porque no venimos a verte...
—Pues eso. A los otros los doy por perdidos, pero tú podrías venir un poco más y darle en la cara al capullo de Matías. Su nieto viene una vez a la semana.
—Su nieto vivirá cerca o tendrá más tiempo...
—¡A veces viene dos veces y todo!
—Lo siento, tío. Tienes razón.
—Además, ¿tú qué vas a estar ocupado? Si ahora no trabajas ni nada.
Ya... Pues porque tengo un calendario que predice el futuro, me persigue una mafia, estoy en contacto con un grupo de gente rara que sabe cosas sobre magia y usan colores como nombres, resuelvo casos en mi edificio... Cosas que no le puedo contar, claro. Pero qué rabia no poder hacerlo.
—Muy ocupado buscando trabajo, tío —le digo algo que él pueda entender.
—¿No tienes ni treinta míseros minutos a la semana para venir a verme?
Bueno, es una forma un poco conveniente de decirlo, pero ahora lo mejor será que le dé la razón en todo.
—De verdad, tienes razón. Vigilaré más. Sabes que me despisto...
—Haz lo que quieras. A mí ya no me importa.
—Vendré más, ¿vale? —digo, pero él ya no me contesta. Le doy una palmadita en la espalda a modo de despedida torpe, me despido también de Rafael, y me voy.
Mientras camino por los pasillos, Rafael me sigue.
—Espera, un momento.
Me giro y lo miro. Tiene cara de sentirse mal porque me dará un discursito.
—Escucha... Entiendo perfectamente que tienes tu vida, que tendrás mil cosas y que los demás no tenemos ni idea de lo que te pasa. Entiendo eso. Pero, al menos durante un tiempo... Intenta priorizar a tu tío, ¿vale? Solo te pido eso.
—Claro... Ya he dicho que sí. ¿Pasa algo? ¿Mi tío está bien?
—Ah, sí, sí... —Rafael está incómodo—. Bueno, ya sabes. No siempre toma la medicación, es un poco temerario... Pero ya lo controlo yo. Es solo que está nervioso. Eso es todo. Tú hazlo, ¿vale?
—Vale...
Me voy de la residencia. Lo hago con muy mal cuerpo. No me ha gustado nada la experiencia de hoy, y tengo un presentimiento muy malo...
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El futuro tiene mi letra
FantastiqueImagínate la siguiente situación: 1 de marzo de 2023. Te despiertas un día como cualquier otro y te encuentras en la puerta de tu casa la hoja de un calendario. El calendario es del mes de marzo de 2023, mes que empieza justo el día en que te encuen...