Capítulo 178: 25 de agosto de 2023

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Capítulo 178

--Me voy al pueblo de Anna--

"En teoría me voy a intentar escaquear de esto, pero no le veo ningún futuro."

    Empiezo el día con la voluntad de decirle a Anna que no podré ir porque me encuentro mal. Ella me hace toda una serie de preguntas técnicas sobre lo que me ha pasado, y consigue rebatir con pericia y contundencia cada uno de mis argumentos por los que no creo que sea buena idea ir. Yo me intento mantener firme en mi voluntad de llevarle la contraria al calendario. Lydia me anima a ello. No seremos tan sencillos de doblegar.


    Quedamos por la tarde y ya tenemos las maletas listas. Abril e Iris salen de sus trabajos al mediodía, así que la idea es salir después de comer. Nos hemos repartido para ir en dos coches diferentes, porque somos seis personas. Abril volverá el domingo por la noche, y los demás volveremos el lunes a la hora que nos dé la gana. Por eso Abril tiene que ser una de las conductoras, para que pueda volver ella sola. Oliver será el otro conductor.

    Lydia y yo preparamos las cosas que nos vamos a llevar, con la cabeza agachada por nuestra derrota frente a la batería de argumentos de Anna. Decido dejar a Espino con la señora Ángela y su marido, ya que siempre están en casa y me fío de ella y de que tenga cuidado.

    En la repartición de coches, consigo meterme en el coche de Abril. Lydia viene con nosotros, así que será todo un espectáculo. A lo mejor, si Abril ve que vuelvo a estar como siempre con Lydia, me verá con mejores ojos.

    En el otro coche, por lo tanto, van Oliver, Anna e Iris.

    Serena nos maldice a todos por no poder venir. Nos ha dicho por el grupo de los del mercado que tenemos la obligación moral de mandarle no sé cuántas fotos y vídeos, y que no nos olvidemos de ella.

    Empieza el viaje. El pueblo está a dos horas en coche.

    Abril conduce bastante bien. Lo hace de forma tranquila, no se pega a los coches de delante, frena con calma... Me gusta.

    Lydia y yo, en efecto, hacemos el tonto durante todo el viaje. Estamos los dos sentados detrás. Abril se ríe mucho con nosotros. Está contenta. Le gusta que estemos así. Cuando la curiosidad puede con ella, nos pregunta.

    —Oye, yo me he perdido cosas, ¿no? —dice Abril.

    —¿Sobre qué? —dice Lydia, pero, por la cara que pone, no lo pregunta de forma inocente. Tiene intenciones pérfidas.

    —Pues eso. Ya me entiendes —dice Abril, nerviosa.

    —Dilo, Abril... —dice Lydia, acercándose un poco desde detrás al asiento del conductor.

    —Cuidado... —digo yo.

    —Abril no quiere decir —empieza Lydia— que le sorprende que ahora seamos tan amigos después de ver cómo te he criticado una y otra vez. No me querías delatar, ¿verdad, hermosura? Querías guardarme el secreto de que he puesto verde al pobrecito Izan. Querías proteger también el corazón de Izan, ¿verdad?

    —Te juro que eres malvada —dice Abril—. Pues sí, era algo así, pero no lo hubiese dicho con esas palabras.

    —Izan ya sabe todo eso —dice Lydia—. ¿A que sí?

    —Sí, por desgracia, sí —digo—. Lydia ha llegado a ser muy dura estos últimos días.

    —Semanas, diría yo —dice Abril.

    —¡O meses! —concluye Lydia.

    —Pero, entonces, ¿estáis bien ya? —pregunta Abril.

El futuro tiene mi letraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora