Capítulo 9
--Trabajo todo el día--
"Llevo más de una semana con la cabeza ardiendo por culpa del calendario mágico y ahora pasa esto..."
Me despierto con un mail preocupante que seguro que está relacionado con la predicción del día. Es de Ignacio, que dice que cuando llegue me acerque a su despacho.
Tengo la sospecha de que Elías no ha hecho bien el trabajo. Al llegar a la oficina, lo más seguro es que Ignacio me diga que sabe que delegué mi faena en otro, sin conocer el noble arte de una apuesta sana que hay detrás de ese movimiento. Claro que tampoco puedo decir que sea una apuesta limpia y sana. Según como se mire, se podría decir que he estafado a Elías. ¿Será esto un golpe de karma por utilizar el calendario de esta forma?
Una vez allí, se confirman mis temores.
—Lo siento, no tengo ni idea de cómo se ha enterado ese desgraciado —me dice Elías nada más verme.
Me acerco a mi mesa para dejar el abrigo y el maletín, y veo de reojo como Ignacio ya me está haciendo señales para que me acerque. Tengo que ser firme y hacerle entender que todavía no me he instalado y que no me trate de esa forma. Que no me puede controlar.
—Vo... ¡Voy! ¡Perdón, enseguida voy!
Otra vez será.
Una vez sentado en la silla que está frente a su cara, ocurre un silencio que podría haber durado un segundo o un minuto entero. No tengo ni idea.
—¿Sabes cómo funciona la división de los departamentos? —me dice, fingiendo el tono de alguien que reparte sabiduría y serenidad.
—Eh... No sé —creo que desde fuera da pena escuchar mis respuestas.
—Elías tiene un puesto en esta empresa. Tú tienes otro. Ninguno de los dos es un gran trabajador, pero entiendo que cada uno sabe manejar lo suyo.
—Pensaba que Elías y yo hacíamos lo mismo...
Ignacio se me queda mirando y luego suspira. Después de esa innecesaria pausa, continúa.
—El puesto es el mismo —dice, aunque hace unos segundos me ha dicho lo contrario—, pero las tareas que os asigno a cada uno son diferentes. Espero habilidades diferentes de cada uno. Lo que puede hacer uno, no tengo ninguna garantía de que lo pueda hacer el otro, ¿lo entiendes?
—Creo que sí.
Yo contesto todo el rato como un niño asustado. Si no fuera por la indemnización y demás complicaciones legales para él, ya me habría despedido.
—Entonces entiendes que, si te doy faena a ti, no debe hacerla Elías, ¿verdad?
—Lo entiendo.
Debería preguntarle por qué sabe él esto, pero no me salen las palabras.
—Creo que el juego que os habéis traído entre manos ha retrasado mucho a la empresa. Debes deshacerlo, y él te ayudará. Pero será después de acabar la faena de hoy.
Yo me quedo callado intentando comprender con palabras sencillas qué es lo que me está diciendo.
—¿Me entiendes, Izan? —me pregunta, hablando un poco más despacio.
—¿Quieres tener para mañana toda la faena que me entregaste el fin de semana?
—Eso por descontado, pero también quiero que la hagas aquí, en la oficina. Elías se quedará contigo para decirte qué ha hecho y para que entre los dos podáis deshacer su estropicio. Cuando ya esté todo encaminado, él se podrá ir, pero tú te quedas hasta que termines.
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El futuro tiene mi letra
ParanormaleImagínate la siguiente situación: 1 de marzo de 2023. Te despiertas un día como cualquier otro y te encuentras en la puerta de tu casa la hoja de un calendario. El calendario es del mes de marzo de 2023, mes que empieza justo el día en que te encuen...