Capítulo 10
--Voy a una coctelería de lujo con Eric--
"¿Coctelería de lujo? Pues como no lo pague Eric, no sé qué hago ahí. A lo mejor entro para ir al baño."
El día en el trabajo es normal. Lo único que destacaría es que Elías ahora tiene marcado a Hugo como un potencial chivato que le ha intentado fastidiar, pero no ha pasado nada en concreto. Ignacio tampoco ha dicho nada. Le he entregado todos los documentos, los ha revisado y ha seguido a lo suyo. No me ha dicho que están bien o que están mal. Esperaba que por lo menos asintiera con la cabeza, pero ni eso.
Al salir del trabajo, Eric me pone la mano en el hombro.
—¿Vienes a tomar algo?
—Venga.
Mientras caminamos sin un rumbo fijo, no puedo evitar decir algo relacionado con la predicción.
—Si es un sitio de lujo me invitas tú, ¿no?
Él me mira con las cejas muy levantadas y los labios intentando ocultar una sonrisa.
—¿Me acabas de leer la mente? Justo estaba pensando en invitarte a un sitio al que me gusta ir los primeros días del mes.
—Tienes escrito en la cara que te gustan... Bueno, eso. Los lujos.
No sé ni lo que estoy diciendo.
Sin decir nada más, Eric me lleva a la coctelería de lujo de la predicción. El local Diamond Glass. Los nombres de los lugares de lujo tienden a estar en inglés.
La charla en el Diamond Glass es amena. Los dos nos quejamos de Ignacio, yo me quejo de Hugo, sale el tema de Elías y el castigo de horas extra no remuneradas... Ante eso último, Eric tiene su propia teoría. Después de dar un sorbo elegante a su cóctel y dejarlo en la mesa, se ajusta las gafas y empieza a hablar.
—Puede que nadie le haya dicho nada a Ignacio.
—¿No? ¿Hugo tampoco?
—El intercambio de documentos que hiciste con Elías lo hiciste con el correo de tu perfil de empresa, ¿no?
—Sí, así es.
—¿Ves posible que Ignacio tenga acceso a esos correos?
—¿Qué? ¿Pero eso no es ilegal?
—No me hagas mucho caso, pero creo que en parte sí, salvo excepciones. Un ejemplo que se me ocurre es que la oficina central crea que hay fraude o alguna otra conducta ilegal entre sus trabajadores. Es posible que ahí sí tengan potestad para intervenir los correos de la empresa.
—Tal y como lo dices me está dando muchísimo miedo. ¿La oficina central me investiga?
—No lo creo. Y eso es lo raro. Yo estoy casi seguro de que Ignacio ha mirado tu correo, pero salvo que la central te investigue, que no lo creo... Es posible que Ignacio use su puesto para espiar nuestros correos de forma ilegal, porque quiere. Porque se cree intocable, ¿entiendes?
—¿Sabiendo que eso es denunciable?
—Eso es lo raro. Si tú ahora hablases con la central, podrías meter en un problema a Ignacio.
—Oye, pues no es mala idea...
—Pero él tiene que haber pensado en esa posibilidad. Digo yo. Es detestable, pero no considero que sea del todo idiota.
Los dos nos quedamos callados. Él da un sorbo más (yo he terminado mi cóctel hace rato), se vuelve a ajustar las gafas y habla de nuevo.
—Tal vez sabe que le tenemos un poco de miedo. Es capaz de haber pensado que nadie hará nada porque suponemos que hay algo más detrás y que él no haría nada ilegal sin motivo. Que él no se expondría de esta manera.
—No le veo mucho sentido...
—Escucha, Izan. Tú ahora vas y hablas con él —mientras dice eso, yo niego con la cabeza—. O yo, da igual. Es un supuesto. Uno de los dos habla con él. Imagínate que hay una explicación legal. Que puede ser, porque él no se esconde. ¿Qué pasará después con nosotros?
Me quedo pensando unos segundos. Luego contesto lo que puedo.
—¿Se enfadará por haber ido contra él?
—Sí, pero imagina cómo sería eso. ¡Iría a por nosotros! ¿Tú quieres que Ignacio te tenga en el punto de mira como a un enemigo, o quieres seguir siendo discreto y disfrutar de los muchos momentos en que nos ignora?
—Lo segundo, por favor.
—Pues ese es el problema, Izan... —Eric se quita las gafas, las deja en la mesa y se pasa la mano de la frente a la nariz—. Creo que sabe que no queremos eso. Da igual si hay una explicación legal o no. Le es indiferente.
—Entonces... ¿No hacemos nada?
—Por ahora no. Pero recuerda bien todo esto, Izan. Puede que en un futuro lo podamos utilizar.
—Lo recordaré.
Los dos nos damos un apretón de manos firme y nos miramos con complicidad y determinación.
Llego a casa de noche, intentando seleccionar las mejores calles para recorrer el camino hasta la protección de mi hogar. No he sido capaz de contarle a Eric lo del calendario, ya que el tema de Ignacio y sus devaneos con la ilegalidad ha ocupado toda nuestra atención. Pero está claro que Eric se quería desahogar, y ha sido capaz de invitarme a un cóctel tan caro porque le merecía la pena. Desahogarse es algo que merece la pena. No puedo seguir pensando yo solo, necesito a alguien. Necesito a Lydia.
Vuelvo a leer la predicción de mañana. "Se lo cuento a Lydia". Tiene que ser lo del calendario. Dudo mucho que le cuente cualquier otra cosa. Pensándolo bien, la predicción da lugar a más de una interpretación, por lo que tanto si le cuento lo del calendario como si no lo hago, no estaría yendo ni a favor ni en contra de la predicción, siempre y cuando sí le cuente algo. Aunque el calendario me dice lo que pasará, en la ambigüedad puedo encontrar pequeños atisbos de libre albedrío. Creo que lo que le contaré sí dependerá de mí, de si mañana le quiero contar lo del calendario, o de si en su lugar le cuento por ejemplo lo que me ha pasado con Ignacio.
Le contaré lo del calendario, no dejaré que sea de otra forma. Tal vez me muero de vergüenza en el intento, porque suena ridículo, pero me acabará creyendo a las pocas predicciones. Espero que lo haga, porque de verdad que necesito hablar con ella de esto, o me explotará la cabeza.
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El Twitter de Izan durante el día de hoy: https://twitter.com/IzanSecreto/status/1634202585249853440
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El futuro tiene mi letra
ParanormalImagínate la siguiente situación: 1 de marzo de 2023. Te despiertas un día como cualquier otro y te encuentras en la puerta de tu casa la hoja de un calendario. El calendario es del mes de marzo de 2023, mes que empieza justo el día en que te encuen...