Capítulo 41: 10 de abril de 2023

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Capítulo 41

--Pierdo una pelea a puñetazos--

"¿Evidentemente? ¿Qué hago peleándome a puñetazos en primer lugar?"

    El inicio de esta semana contrasta con el buen tramo final de la anterior. Saber que me van a partir la cara no ayuda. A cada paso que doy, pienso que voy a pelearme con alguien en el tren o por la calle y que me pegará una paliza. Mi cuerpo reacciona a la defensiva a cada estímulo sospechoso. ¿Y a la defensiva por qué? El calendario dice bien claro que me voy a pelear, que yo también estaré ahí con intención de golpear, y que voy a perder.

    Llego a salvo al trabajo y me encuentro con Elías. Es cierto, dijo que volvería hoy después de la suspensión de dos semanas.

    —Qué pasa, chaval, ¿has estado bien sin mí? —me dice golpeando con su puño en mi pecho, lo que hace que yo me aparte como acto reflejo. Elías se me queda mirando con las cejas levantadas—. Izan... ¿Qué te pasa?

    —¿Qué? —es hora de usar la excusa legendaria de las mañanas en el trabajo—. Perdón, es que todavía estoy dormido...

    —Tú siempre estás dormido, ¿no? Qué cabrón eres, Izan. Ni un "te echaba de menos" ni nada.

    —Que sí, hombre... Que ya hacía falta que vinieras a controlar un poco a esta gente —le doy la mano de manera firme—. Más de una vez, con todo el mal ambiente que hay desde que vino Alberto, he pensado que tenías que estar tú aquí para ponerlos a todos en su sitio.

    —Para eso he vuelto. Aunque voy a tener que contenerme un poco al principio, porque el Ignazi me tiene entre ceja y ceja. Esperaré a que la tome con otro primero.

    —Ese tiene energía para tenerla tomada con todos a la vez...

    —Ya veremos, Izan, ya veremos. Con el ambiente crispado ese que me dices, seguro que alguno la lía más que otros. A mí no me van a echar más, pero tampoco van a mangonearme.

    En el trabajo, el ambiente es regular. No es tan malo como otros días, pero se nota que Alberto intenta tomarle la medida a Elías. Él no se deja, pero tampoco despliega toda su artillería de frases hirientes al máximo rendimiento, porque está caminando por la cuerda floja. De hecho, tengo la impresión de que Ignacio mira a Elías como diciendo: a ver si he conseguido domarte o si en su lugar acabas de patitas en la calle...

    Otro que tampoco está en su mejor momento es Hugo, para variar. Se está poniendo muy nervioso con todo el mundo y no ayuda que Elías esté de vuelta y le lance algunas indirectas cada que tiene ocasión.

    A mí también me cae algún golpe, porque Alberto hoy ha decidido venir a mi departamento a corregir cosas. Como no sabe ni que existo, sus interacciones conmigo son casi sin mirarme. Solo soy decorado. Cuando discute con Eric o con Victoria lo hace mirándolos a los ojos, con intensidad. Casi voy a ponerme celoso y todo.

    En general, todos están muy nerviosos porque hoy, además de ser lunes, es el día de pascua, que deberíamos tener libre, pero por culpa del calendario de festivos de la oficina central nos arrastran a nosotros también. Esto habrá molestado a más de uno que querría coincidir fechas con su familia o amigos, imagino.

    Como ya tengo bastante con lo que tengo y no quiero seguir viendo a esta gente, hoy mi hora de comer no será en la sala de descanso de la oficina. En su lugar, me llevo la comida a la zona trasera del edificio, un lugar apartado de todo por el que no hay ningún motivo para pasar salvo usar un cubo de basura que hay por ahí, imagino que para los que vengan aquí a comer y quieran tirar los restos.

El futuro tiene mi letraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora