Más tarde, Betty había tomado la decisión de ir ya por su hija, no toleraba tenerla lejos aunque había aprovechado para hacer algunos trabajos; Ella subió a su auto y empezó a seguir la dirección que Jughead le envío a través del GPS del celular.
Cuando llegó a dónde le indicó el GPS, se sorprendió al ver aquella gigantesca puerta abrirse. Cuando condujo adentrándose al terreno, un hombre de traje la esperaba. Betty detuvo el auto y bajó la ventanilla.
—Disculpe, buenas tardes caballero. ¿Es aquí donde vive Jughead Jones?— Preguntó Betty desde adentro del auto.
El hombre asintió. —Bienvenida, señorita Cooper. El señor Jones la espera justo frente a la mansión más adelante, frente a la fuente—
Betty asintió con una sonrisa. —Muchas gracias, pase buenas tardes—
—Igual usted señorita—
Betty bajó la ventanilla del auto y se adentró a aquel terreno, quedando aún más maravillada con todo el espacio de esos hermosos jardines y aún más después de llegar a la mansión, estacionándose frente a la fuente.
Cuando ella bajó del auto, sonrió al ver a un Jughead con la camiseta llena de pintura para niños.
—¿Qué te pasó?— Le preguntó Betty, acercándose.
Jughead se acercó y besó su mejilla. —Lo siento, estaba ayudando a los niños con su proyecto y ya sabes... Me llenaron de pintura—
Betty soltó una risa. —Que gracioso y lindo de tu parte. Y... ¿Los niños donde están?—
—Estan viendo televisión. Terminaron su proyecto del sistema solar hace rato, les prepararon una merienda y están viendo una película en la sala de cine— Contestó.
—Valla... Sabía que tenías dinero, pero no me imaginé que tanto— Admitió Betty, divertida.
Jughead se encogió de hombros. —Digamos que tengo con que defenderme—
—¿Y Lili cómo se portó?— Preguntó la ojiverde.
—Tu hija es un ángel, Betty— Aseguró el ojiazul. —Estaba un poco asustada, pero siento que ya me estoy ganando su confianza. Ella me enseñó a pintar los planetas. Tu hija es muy talentosa—
Betty sonrió. —Si... Le encanta pintar y es muy buena para tener solo cuatro años. Yo... Creo que ya debería ir por ella e irnos a casa—
—Betty... ¿Es una broma?— Preguntó Jughead. —Es super temprano y los niños están viendo una película. Deja que terminen—
—Jug...
—Por favor, pasa, ven— Invitó, tomando su mano.
Betty sintió una clase de electricidad recorrer su cuerpo cuando las manos de ambos tuvieron contacto directo. Entonces se miraron y sonrieron levemente, haciéndolo entender a él que ella estaba de acuerdo.
Sin soltarse, entraron a la mansión juntos y sus manos se soltaron lentamente, aún dejando esa sensación en sus cuerpos, esa sensación de electricidad y tensión.
—Okey, estoy perdida— Admitió Betty, mirando a su alrededor. —¿Dónde se supone que está mi hija?—
Jughead soltó una risa, acercándose con dos vasos de jugo de naranja. —Hay dos salas de cine, una arriba y otra abajo. Están en la de aquí abajo. Pero en lo que la película termina podemos tomarnos un jugo de naranja—
Betty suspiró, tomando el vaso de jugo de naranja. —Gracias Jug—
Jughead le sonrió y después de tomarse el jugo de naranja se sentaron uno al lado del otro en un sofá de la sala de estar, conversando.
—Si, es una empresa familiar. Es mucho trabajo... Muchas personas piensan que es fácil ser el jefe, pero en realidad es lo más difícil— Confesó Jughead, mirándola.
Betty suspiró. —Dimelo a mi. Mi trabajo es independiente y me conviene para poder estar con mi hija. Nunca permito que el trabajo me separe de ella—
—Eres una gran madre, Betty— Aseguró Jughead con una sonrisa, poniendo una mano sobre la suya por encima del sofá. —Quisiera decir lo mismo de mi. A veces siento que ignoro a mi hijo. Él se comportaba muy mal, hizo que lo expulsaran de un colegio—
—¿Qué?— Preguntó Betty, incrédula. —Pero Diego es un niño muy dulce—
—Claro que lo es— Admitió Jughead. —Pero siento que mis acciones lo afectan. Empezó a comportarse mejor después de volverse amigo de Lili—
Betty sonrió, bajando la mirada. —Ella es tan buena... Nunca me dió problemas de ningún tipo. Ella es todo lo que tiene, todo lo que tengo yo—
Jughead sonrió y ella le sonrió a él, pero lo que no sabían es que habían dos pequeños que los observaban.
—¿Cuando llegó mi mamá?— Preguntó Lili en voz baja.
—No lo se— Contestó Diego, haciendo una mueca. —Pero parece que se quieren besar—
—¡Que asqueroso!— Exclamó en voz baja Lili. —Mejor vámonos—
—Si, vamonos— Aceptó Diego, dirigiéndose de regreso a la sala de cine con Lili.
Jughead y Betty ya tenían un rato intercambiando miradas y la tensión volvió a aparecer, pero más fuerte que antes; La gravedad entre ellos pareció desvanecerse cuando sus rostros empezaron a acercarse, como si fuera inevitable.
Cuando estuvieron tan cerca que sus respiraciones se mezclaban, se percataron de lo que pasaba y se separaron de golpe, sonrojados.
Betty volvió a tomar su mano y le sonrió. —Oye... Tranquilo. No ha pasado nada—
Jughead le sonrió y aclaró su garganta, aún algo nervioso. —Yo... Creo que sería bueno que saliéramos un día... Ya sabes... Cómo amigos, claro—
—Me parece bien— Aceptó Betty, con una pequeña sonrisa. —Mis padres se quedan con Lili un fin de semana sí y otro no. El próximo sí se quedan con ella—
—Perfecto, perfecto— Celebró Jughead. —Porque aunque no lo creas, mis padres me pidieron a Diego para el próximo fin de semana. Podemos salir—
—¿A dónde?— Preguntó Betty, curiosa.
—Bueno... Estamos en Miami. ¿Te gustan los restaurantes al aire libre en la playa?— Preguntó Jughead.
Betty asintió con una pequeña sonrisa. —Lo que sea para mí está bien. Lo importante es salir y divertirnos un rato... ¿No?—
Jughead asintió. —Si, eso...
Los nervios y la tensión podían sentirse a kilómetros. Se volvieron a mirar en silencio y con sonrisas nerviosas hasta que Betty se puso de pie.
—Bueno... Iré a buscar a mi hija. Ya es tarde— Avisó Betty.
Jughead asintió, poniéndose de pie. —Te acompaño—
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
