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—Maldición...— Murmuró Betty, apoyándose sobre una pequeña mesa, cerrando los ojos del dolor. —Respira, respira... Llama a tu esposo, llama a tu esposo—

¿Qué estaba haciendo Jughead? Estaba en el jardín, persiguiendo a sus dos hijos mientras éstos huían de el con el perro corriendo y ladrando tras ellos.

—Los atrapé— Presumió Jughead, tomando a ambos niños en sus brazos y llenándolos de besos, haciéndolos reír.

—¡No papi, no!— Chilló Diego, riendo sin parar.

—¡Ayuda!— Exclamó Lili, riendo a carcajadas.

Jughead se tiró al césped con ambos niños en sus brazos, riendo mientras los llenaba de besos a ambos. Era tan feliz jugando con sus pequeños...

Betty, por otro lado, estaba en la habitación, apoyada sobre una pequeña mesa mientras sufría fuertes contracciones.

—¡Jug!— Lo llamó Betty, sin obtener respuesta. —Maldición... ¡Juggie!—

Nadie respondía y ella sentía tanto dolor que no se podía mover. Por suerte, Cata estaba pasando por ahí en ese momento y al escuchar los gritos en la habitación la abrió sin pensarlo dos veces, encontrándose con Betty.

—Señorita... ¿Ya está en labor?— Le preguntó Cata, acercándose, preocupada.

Betty asintió, soltando un quejido. —Por favor llama a mi esposo. Que venga de inmediato—

Cata asintió y se retiró rápidamente de la habitación para ir al jardín y llamar a Jughead, el cuál aún estaba dedicado al cien por ciento a sus pequeños hijos.

—Y por eso las plantas son verdes, pequeños— Les explicó Jughead a sus hijos, sentado en el césped frente a los dos.

—Me gustan las plantas papi— Admitió Lili con una sonrisa.

—Extraño que mami juegue con nosotros— Dijo Diego. —Pero la bebé está en su panza. Cuando salga mami va a jugar con nosotros otra vez—

—Exacto, campeón— Lo felicitó Jughead con una sonrisa. —Su madre duerme arriba. Hay que cuidarla mucho a ella y a la bebé—

—Señor Jones...— Lo llamó Cata, corriendo hacia el. —Es su esposa. Ya entró en labor y me pidió que lo buscara—

Jughead se puso de pie inmediatamente, nervioso. —¿Ya nacerá mi bebé?—

—Asi es señor— Afirmó Cata.

—Cuida a los niños, ya vuelvo— Pidió Jughead, largándose a correr al interior de la mansión.

El ojiazul corrió por las escaleras hasta llegar al pasillo de las habitaciones y cuando entró al cuarto que compartía con su esposa la vió apoyada a una mesa, sufriendo con las contracciones.

—Mi amor...— La llamó Jughead, acercándose y tomándola de ambas manos. —Mi amor mírame, vas a estar bien preciosa. Vamos al auto, me esperas en lo que busco tus cosas y las de la bebé y nos vamos al hospital—

—¿Los niños?— Preguntó Betty, mirándolo.

—Voy a contactar a mis padres para que vengan a quedarse con ellos y después les aviso a los tuyos que ya va nacer nuestra pequeña. Ahora vamos al hospital ya— Exigió Jughead, rodeándola con sus brazos para ayudarla a salir de la habitación.

Mientras Jughead llevaba a su esposa al auto, los niños estaban en el jardín y los miraron, confundidos.

—Amores, papi y yo vamos a tener a la bebé— Avisó Betty, deteniéndose a mirar a sus hijos. —Los amo, pórtense bien, nos vemos pronto—

—¡Te amamos mucho mamita!— Le gritó Lili.

—¡Te amamos mami!— Gritó también Diego, con Milo en sus brazos.

—¡Pórtense bien, los amo!— Les dijo Jughead mientras ayudaba a Betty a entrar al auto. —Con cuidado preciosa, ya vuelvo— Avisó, cerrándole la puerta para correr otra vez al interior de la mansión.

Jughead fué a buscar las cosas de Betty y la bebé y luego fue al asiento del conductor para ir directo al hospital. Conducía mientras su mujer trataba de respirar profundo y aguantar las fuertes contracciones que estaba sintiendo.

Llegaron al hospital y allá empezó el verdadero martirio; Betty estaba teniendo contracciones cada vez más fuertes y aunque a su esposo le dolía demasiado verla así, era parte del proceso. Su tarea ahora era quedarse a su lado y apoyarla en lo que sea que estuviera a su alcance.

Betty lloraba del dolor sentada al borde de una camilla mientras su esposo la abrazaba y acariciaba su espalda.

—Ya mi amor, respira— Pidió Jughead, tomando su rostro entre sus manos. —Mirame, bebé. Respira, tranquila—

Betty lo miró a los ojos y tomó una profunda respiración.

—Eso es, preciosa— La felicitó el ojiazul, besando su frente. —Lo estás haciendo muy bien, eres muy valiente mi amor—

—Jug...— Murmuró Betty, cerrando los ojos con fuerza. —Aquí viene, aquí viene... ¡Ahhh!— Gritó, escondiendo su rostro en el pecho de su esposo y llenando su camisa de lágrimas. —No puedo más...

—Amor tu sí puedes— Aseguró Jughead, abrazándola con fuerza. —Eres muy fuerte, yo lo sé—

—Quiero que ésto ya termine— Pidió Betty, mirándolo con las mejillas empapadas de lágrimas.

Jughead suspiró y besó su frente. —Aun no has dilatado lo suficiente preciosa. Pero estoy aquí contigo mi amor. Vas a estar bien, lo prometo—

Fueron varias horas en las que Betty estuvo sufriendo con contracciones mientras caminaba de un lado a otro, saltaba sobre una pelota para relajar el dolor y luego volvía a la camilla y trataba de inhalar y exhalar profundo para aguantar.

Todo eso, pero con Jughead a su lado sin separarse de ella ni un momento, dándole esa seguridad que necesitaba y esa fortaleza que en ese momento le estaba faltando.

Eso fue hasta que Betty dilató lo suficiente y de un momento a otro estaba en una camilla con las piernas abiertas de par en par, rodeada de enfermeras y la doctora que estuvo todo el embarazo y con su esposo al lado, tomando su mano y dándole apoyo, como lo había hecho desde un principio.

—Vamos Elizabeth, ahora empuja—Exigió la doctora.

—¡Agh!— Gritó Betty, cerrando los ojos con fuerza mientras empujaba. —¡No puedo!—

—Tu puedes preciosa, tu puedes— La animó Jughead, besando su mano.

—Eso es, Elizabeth. Solo un poco más, ya lo estoy viendo. Empuja— Pidió la doctora.

—¡Agh, maldición!— Gritó Betty, haciendo su mejor esfuerzo. —¡Te odio Jughead! ¡Tu me hiciste esto!—











 —¡Te odio Jughead! ¡Tu me hiciste esto!—

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Bebé Bughead ya casi va a nacer 👀




Samy ❤️

Mi Otra Mitad "Bughead"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora