Jughead estaba aún en su mansión y ya estaba listo para "su cita de amigos" con Betty. Estaba colocándose una bonita chacabana azul claro y peinó su cabello hacia atrás. Estaba muy nervioso, hacía tiempo que no salía con una chica.
Cuando estuvo listo, salió de su habitación y bajó las escaleras hasta llegar a la sala en dónde se encontró con su ama de llaves.
—Cata, espera— La llamó, acercándose. —¿Cómo... como me veo?— Preguntó.
Cata lo miró con una sonrisa divertida y también con algo de asombro. —Pero señor Jones... Hace tiempo que no lo veía tan... Feliz y tan elegante—
Jughead sonrió, un poco sonrojado. —Entonces... ¿Eso significa que me veo bien?—
Cata asintió. —Por supuesto, señor Jones—
—Perfecto, gracias Cata. Nos vemos— Se despidió, saliendo de la mansión.
Jughead salió de la mansión y entró a su Porsche, empezando a conducir hacia la casa de la rubia. Si, estaba muy nervioso y lo peor es que no sabía por qué.
Pero Betty no se quedaba atrás. Estaba frente al espejo de su habitación con un vestido rosa suave que le llegaba a las rodillas, era un vestido bastante sencillo. Tenía su cabello ondulado cayendo libremente sobre sus hombros y un maquillaje tan sencillo que casi no se notaba.
Cuando se puso de pie para salir de la habitación, escuchó un auto detenerse frente a su casa y supuso de inmediato que era Jughead, después de todo ella no esperaba a nadie más.
Fue hasta la puerta principal y cuando la abrió, ahí estaba Jughead, estacionado frente a su casa, apoyado sobre aquel Porsche azul, abriéndole la puerta del copiloto.
—¿Lista?— Preguntó Jughead, sonriéndole.
Betty sonrió, acercándose a dejar un beso en su mejilla. —Lista— Subió al auto.
Jughead le cerró la puerta y subió al asiento del conductor para empezar a conducir hacia la playa. No quedaba tan lejos en auto, como a unos veinte minutos.
Llegaron en un cómodo silencio, pero Betty no conocía la zona en la que andaba con Jughead.
—¿A dónde vamos?— Preguntó Betty, mirándolo. —¿No era a un restaurante o algo así?—
—Tranquila, no te voy a secuestrar— Aseguró Jughead, divertido. —Te va a encantar—
Betty lo miró con aún más confusión hasta que abrió los ojos como platos cuando llegaron a un restaurante muy lujoso, con tres niveles y puertas de cristal. Habían puros autos caros estacionados allí cuando Jughead parqueó su auto.
Él se apresuró a ser el primero en salir del auto para abrirle la puerta a Betty. —Adelante, señorita—
Betty bajó del auto, aún mirando a su alrededor, maravillada y luego mirando a Jughead. —Jug... Esto es... Yo... Me imaginaba algo más sencillo—
—Es que tú no te mereces algo sencillo Betty— Respondió Jughead, acercándose y tomando su mano. —Te mereces todo lo mejor y solo lo mejor—
Betty sonrió, mirándolo. —Jug... No sé cómo agradecerte todo esto—
—Solo disfruta la noche, con eso es suficiente— Aseguró Jughead con una sonrisa, sin soltar su mano. —Vamos—
Betty sonrió, con las mejillas rojas y acompañó al ojiazul al interior del restaurante; Ahí supo que Jughead reservó una mesa en el segundo nivel del restaurante, con una vista hacia la playa.
Se sentaron uno frente al otro en una mesa para dos, en el balcón del segundo nivel con luces y la mejor vista. Pero Jughead la notaba rara, distante.
—Betty...— La llamó, poniendo una mano sobre la suya por encima de la mesa. —¿Qué ocurre? ¿Está todo bien?—
Betty asintió, mirándolo. —Es sólo que... Esto es demasiado, Jug. Ni siquiera estoy vestida adecuadamente para estar en un lugar como este—
—Betty, tu estás hermosa— Aseguró Jughead, sonriéndole. —Estas hermosa y por esto no te preocupes. Te mereces algo como ésto y mucho mas—
Betty suspiró. —Jug...
—Preciosa...— La llamó, mirándola a los ojos. —Te lo mereces. Todo lo que quiero es que la pasemos bien ésta noche—
Betty le sonrió y entonces pidieron algo del menú para cenar mientras hablaban de trabajo, más que otra cosa mientras también tomaban de un vino bastante caro.
—¿Diseño gráfico?— Preguntó Jughead con interés. —¿Por qué no me habías dicho eso?—
Betty se encogió de hombros mientras tomaba de su vino. —No pensé que fuera importante para ti—
—Betty... Tengo una empresa de Desarrollo de software. Lo que las personas más exigen es innovación, creatividad— Dijo Jughead, mirándola. —Tu eres muy creativa, Betty. Me doy cuenta de que se lo transmites también a tu hija—
—¿De verdad crees que soy creativa?— Preguntó Betty, sonrojada.
Jughead asintió. —Quiero proponerte algo, Betty. Muéstrame tu trabajo para las páginas web y las aplicaciones y programas que creamos en la empresa. De verdad la gente demanda eso. Trabajas desde casa... ¿Verdad?—
Betty asintió. —Si... Tengo mi propia oficina dentro de la casa y me fue muy útil cuando tuve a mi hija. Trabajo en el diseño de páginas web, folletos, portadas de libros, revistas, logos de empresas o marcas y hasta diseños 3D— Explicó.
—De verdad necesito ese tipo de trabajos, Betty. Muéstrame tu trabajo y si te interesa mi propuesta ve a mi oficina y luego te paso la dirección — Aclaró Jughead.
Betty soltó una pequeña risa. —¿Cuando?—
—Despues de recoger a mi hijo del colegio siempre estoy disponible— Avisó. —Y si quieres puedes llevar a Lili y así se junta con Diego y juegan. Ya sabes... Les encanta jugar juntos—
Betty sonrió ante el recuerdo de los dos niños. —Si... Ellos son inseparables últimamente. Entonces... Lo pensaré y en esta semana que viene iré a tu oficina si me decido—
Jughead asintió con una sonrisa. —Perfecto. Entonces... ¿Te parece si salimos a caminar un rato a la playa antes de irnos?—
Betty asintió con una sonrisa. —Me parece perfecto, vamos—
El ojiazul pagó la cuenta y ambos salieron a caminar a la playa, que quedaba a pocos metros del restaurante.
Y ahí estaban, caminando a orillas de la playa mientras hacían anécdotas divertidas sobre ellos mismos y sobre sus hijos.
La noche iba muy bien y Jughead se iba a asegurar de que así mismo terminara.
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