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Al llegar a casa, Betty fue directo a la habitación que compartía con su esposo y se tiró en la cama, agotada. No había hecho la gran cosa hoy, pero estaba agotada.

Jughead, por otro lado, tomó una hoja de papel, hizo el horario de las pastillas de su esposa, su nueva dieta y lo colgó en el refrigerador de la cocina. Después de eso picó unas frutas, llenó un vaso de agua y tomó las dos pastillas que le tocaban a Betty en ese momento.

Cuando subió las escaleras con una bandeja en la que tenía las frutas, el vaso de agua y las pastillas, llegó a la habitación y Betty seguía tirada en la cama, boca abajo.

—Mi amor...— La llamó Jughead, sentandose al borde de la cama con la bandeja. —Te traje fruta y también tus pastillas—

—No quiero— Se negó Betty, sin moverse. —Quiero dormir un buen rato, estoy algo cansada—

Jughead suspiró, dejando la bandeja sobre la mesita de noche y acariciando su cabello. —Bebé... Si no comes algo no puedes tomarte las pastillas. Tienes que alimentarte y lo sabes. Si llegas a tener anemia otra vez va a ser muy dañino para ti y para nuestro bebé. ¿Entiendes?—

—Es que no quiero frutas, quiero hamburguesas— Pidió Betty.

—No puedes comer comida chatarra porque tiene grasa y no te aporta nada de lo que tú y nuestro bebé necesitan. Come tu fruta mi amor por favor— Suplicó Jughead.

No hubo respuesta, pero Betty empezó a llorar. Jughead tomó aire y se acostó en la cama a su lado, abrazándola y pegándola a él.

—Nena, ya— La calmó, besando su frente. —¿Ahora qué tienes? ¿Quieres hablar de eso, bebé?—

Betty tomó aire, limpiandose las lágrimas. —Es que yo... Yo... Juggie... Yo... No sé que me está pasando. No quiero tratarte mal. Es que no puedo controlarme—

—Mi amor, escucha— Pidió Jughead, separándose y sentandose sobre la cama, mirándola. —Lo que vamos a hacer es lo siguiente. Vas a comerte tu fruta, te tomarás tus pastillas y yo me voy a quedar contigo para consentirte todo el día. ¿Hecho?—

Betty pareció pensarlo, pero luego asintió. —Sí, está bien—

Jughead casi obligó a su esposa a comerse toda la fruta y luego a tomarse las pastillas, para entonces acostarse con ella en la cama, rodeándola con sus brazos, sintiendo su calor.

—¿Ahora estás contento?— Le preguntó Betty a su esposo, mirándolo con diversión.

Jughead asintió, besando su cabeza. —Y si tengo que obligarte a comer todos los días para que estés bien lo voy a hacer—

Betty soltó una risa, besando la mejilla de su esposo. —Te amo Jug. Lamento tratarte mal a veces o decir que te vallas al diablo o decir que no quiero verte. Sabes que no es verdad—

—Lo se amor, no te preocupes. Sé que esos cambios de humor son totalmente normales y entiendo que no es fácil estar llevando una vida dentro de tí que consume tu energía. Te amo demasiado. Gracias por hacerme papá otra vez— Agradeció el ojiazul, besando sus labios.

—No pude haberle dado un mejor padre a mis hijos. Te amo Juggie— Contestó Betty, cerrando los ojos y abrazándose a él.

—Te amo mi amor— Dijo Jughead, besando su cabeza. —¿Quieres dormir un rato?—

—Podria quedarme en tus brazos todo el día, pero tenemos dos hijos mayores que debemos cuidar. Hay que ir por ellos al colegio— Admitió Betty, sentandose sobre la cama.

—Yo puedo ir por ellos y así tú te quedas y descansas. Debes hacer mucho reposo amor. Las primeras semanas de embarazo son cruciales— Advirtió Jughead, besando su frente.

—Ya hablamos de esto Jug. No quiero que los niños vallan a sentirse desplazados cuando yo no les preste la misma atención— Opinó Betty. —No voy a dejar de ocuparme de mis hijos como siempre lo he hecho—

—Entiendo eso y me parece perfecto preciosa. Pero cuando el embarazo valla avanzando te darás cuenta de que no vas a poder hacer las cosas que hacías antes. Pero para eso estoy yo, tranquila. Estoy contigo y los voy a cuidar. Esa es mi tarea— Aseguró Jughead con una sonrisa, besando los labios de su esposa.

Betty sonrió y se puso lentamente de pie para no marearse y se dispuso a ir al colegio a buscar a los niños con su esposo.

Esa era una de las mejores partes del día; Ir al colegio por los niños y verlos correr emocionados hacia ellos, sentir sus sinceros abrazos y ver esas sonrisas infantiles... Se emocionaban tanto cuando veían a sus padres que parecía que no los habían visto en todo un día.

Siempre que iban al colegio por los niños, les preguntaban cómo había estado su día y hablaban de eso hasta llegar a casa.

Y al llegar a casa, Betty estaba con los niños en el piso de la sala de estar mientras ellos pintaban en hojas de papel con crayones.

—Mira mami, pinté una mariposa— Dijo Lili, mostrándole su dibujo a su madre.

—Está hermoso mi niña. ¿Y tú hijo mío? ¿Qué dibujaste?— Le preguntó Betty a Diego.

—Un carro. Éste es un Mercedes Benz— Respondió Diego, mostrando su dibujo con una sonrisa.

Betty sonrió. —Sabes mucho sobre autos mi niño. ¿Saben? Cuando el bebé esté grande y sepamos si es niño o niña ustedes me ayudarán a pintar su cuarto—

—¡Si!— Celebró Lili, contenta.

Betty sonrió ante la reacción de su hija, pero Diego, en cambio, no mostró ningún expresión y es que Betty no lo notaba tan contento ante la llegada del nuevo bebé.

—Diego, mi amor...— Lo llamó Betty, mirándolo. —¿Qué tienes tesoro?—

Diego suspiró y la miró. —Mami... No dejaras de quererme si nace el bebé... ¿Oh sí?—

—Pero Diego... Claro que no te dejaré de querer, no dejaré de querer a nadie. Los amo a los dos por igual y así también amaré al bebé— Aseguró Betty, besando la frente de cada uno. —Ustedes son mis hijos, los amo—

—¿Quien tiene hambre?— Preguntó Jughead desde la cocina.

Los niños corrieron alegres hasta donde estaba su padre, esperándolos con una pizza de vegetales y una vez más Betty lo miró y se sintió agradecida del padre de su nuevo bebé.











Amamos a ésta familia 💞🤩

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Samy ❤️

Mi Otra Mitad "Bughead"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora