Llegó el viernes y la semana había estado cargada de mucho trabajo y compromisos, sin mencionar lo estresada que Betty ya estaba gracias a la aparición del padre biológico de Lili.
¿A Jughead qué lo estresaba? Que ésta noche un chico iría a su casa a pedir permiso para salir con su hija Lili.
Betty estaba en la empresa, trabajando en la oficina, muy apurada. Tenía bastante trabajo y desde la aparición del padre biológico de Lili no había vuelto a ser la misma, se la pasaba pensativa y distante.
Y estaba tan sumergida en esa computadora que no notó cuando su esposo entró a la oficina con un ramo de tulipanes amarillos.
—Amor...— La llamó Jughead, acercándose a su escritorio, sin obtener respuesta. —Nena...— Se acercó a besar sus labios.
Betty se sobresaltó y miró a su esposo, colocando una mano en su pecho. —Juggie... Perdón, no te vi—
—Te traje éstos tulipanes y vine a invitarte a comer antes de irnos— Dijo Jughead, sentandose frente al escritorio y tendiéndole los tulipanes.
Betty tomó los tulipanes con una sonrisa. —Gracias, están hermosas—
Jughead suspiró y tomó las manos de su esposa por encima del escritorio, llamando su atención. —Bebé... Estás muy rara desde hace varios días. ¿Qué te pasa? Cuéntame, sabes que puedes confiar en mi—
Betty tomó aire, dejando a un lado los tulipanes y bajando la mirada. —Simplemente estoy... Siento que estoy muy estresada, no se. Creo que me merezco una pausa—
Jughead sonrió y dejó un beso en su frente. —Te lo dije, preciosa. Llevas demasiadas cosas sobre ti. Trabajas demasiado, estás siempre pendiente de los niños, pendiente a mi... ¿No crees que mereces una pausa?—
Betty hizo un silencio, jugando con sus dedos. —Creo que si—
—Ven, vamos a comer algo a un Starbucks. Lo que me tiene estresado es el hecho de que ésta noche un chico va a querer ligar con mi princesa— Se quejó Jughead, poniéndose de pie, algo molesto.
Betty soltó una risa. —Cierto... Estoy ansiosa por conocer al pretendiente de mi hija. Crecen tan rápido... Apenas ayer las dos nos encerrábamos a ver caricaturas y ya tiene pretendientes— Admitió Betty, poniéndose de pie y tomando la mano de su esposo.
—Ya no quiero que crezcan— Dijo Jughead, soltando un suspiro mientras rodeaba a su mujer con su brazo.
En la secundaria, ya era la hora de irse a sus casas para los chicos y mientras Diego y Katherin esperaban a Lili afuera, ella hablaba con el muy, muy nervioso Noah.
—Es que estoy tan nervioso... Siento que tú papá me odia y aún no lo conozco— Admitió Noah.
Lili soltó una risa, mirándolo. —Tranquilo, Noah. Papá puede ser lo que sea, pero no te hará nada—
Noah tomó aire y la miró. —Entonces... ¿Hoy a las siete?—
Lili asintió. —Si... Hoy a las siete. ¿Le dijiste a tu papá?—
—Desde el mismo día en el que me confirmaste— Contestó Noah.
—Perfecto, entonces te veo hoy a las siete— Aseguró la adolescente rubia.
—Hoy a las siete— Confirmó Noah, con una sonrisa.
Después de despedirse del adolescente pelinegro de ojos miel, Lili salió de la secundaria, se despidió también de Katherin y luego subió al auto de sus padres junto a Diego.
—Mi niña... ¿El muchacho te confirmó que irá a nuestra casa ésta noche?— Preguntó Jughead mientras conducía.
—Si— Afirmó Lili, contenta. —Por favor no lo asustes papá. Te conozco y además él ya está muy nervioso—
—Es que eres muy chiquita Lili— Se quejó Jughead.
—Uhh...— Habló Samantha, mirando a su hermana mayor a su lado con diversión. —Lili tiene novio—
—Yo no tengo novio— Negó la adolescente ojiverde, mirando mal a la pequeña.
—Lili es una niña aún, pequeña— Aseguró Jughead, llevando el auto al terreno de la mansión.
—Las dos tienen prohibido tener novio— Sentenció Diego, mirando a sus dos hermanas.
—¡Wacala!— Exclamó Samantha, con una mueca.
—Diego, déjalas— Pidió Betty, divertida.
Llegaron a casa y cada quien se sumergió en lo suyo mientras Betty y Jughead organizaban lo de ésta noche. Luego Betty subió a la habitación de su hija mayor y ésta estaba indecisa sobre que ponerse para ésta noche.
—¿Qué haces mi amor?— Le preguntó Betty, tocando la puerta de la habitación de Lili. —¿Puedo entrar bebé?—
—Por favor, necesito ayuda— Admitió Lili desde el interior de su habitación.
Betty abrió la puerta y sonrió con ternura cuando vió a su hija tratar de elegir entre dos vestidos; Uno azul marino y otro rosa fucsia.
—No se cual ponerme— Admitió Lili, frustrada, con ambos vestidos en ambas manos frente al espejo.
Betty se acercó a ella y empezó a acariciar su cabello por atrás. —Mi vida... Tu te verás hermosa con cualquiera. Ponte el vestido con el cuál te sientas más cómoda—
Lili suspiró. —Amo el rosa—
—Pues ponte el rosa bebé— Respondió Betty, haciendo un silencio. —Pero ese niño... ¿Te gusta?—
Lili se sonrojó de inmediato. —Yo... Yo...
—No le hagas caso a tu papá. Está bien que te guste alguien— Aconsejó Betty. —Pero recuerda que apenas tienes catorce años. Debes asegurarte de que ese niño va a ser bueno para ti. No puedes descuidar los estudios y mucho menos descuidarte a ti misma. Asegúrate de que realmente te quiera y cuando vallan a... Ya sabes... Tienen que...
—Mami...— La interrumpió Lili, avergonzada. —Si... Ya entendí, descuida. Tengo un buen presentimiento sobre Noah—
Betty sonrió, besando su mejilla. —Esa es una buena señal, mi niña. Te dejo para que te cambies—
La ojiverde mayor salió de la habitación de su hija y fue a tomar un baño. Más tarde, la hora ya estaba llegando y ellos se encontraban ya listos, esperando al invitado de Lili con ansias.
—Mamá... ¿Ya son las siete?— Preguntó Lili, acercándose a su madre con un hermoso vestido rosa fucsia largo y unos tacones dorados, con el cabello suelto y ondulado.
Betty miró su reloj y negó. —Aun no amor, faltan como cinco minutos—
—¿Qué es todo eso que traes puesto?— Le preguntó Jughead a Lili, acercándose a ella. —Tampoco hay que llamar tanto la atención—
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