Al día siguiente, la misma rutina de siempre. Levantarse temprano, desayunar juntos y luego irse al colegio, secundaria o trabajo.
Pero antes de salir, Lili, Diego y Samantha estaban hablando con su hermanito menor mientras éste estaba sobre su portabebé y reía por las palabras de sus hermanos.
—Eres tan tierno bebé Dylan... Sí lo eres bebé, si lo eres— Le habló Lili, llenándole la cara de besos mientras éste reía a carcajadas.
—¿Dónde estoy?— Le preguntó Samantha, cubriéndose la cara con las manos y luego destapándose. —¡Aquí estoy!—
El bebé soltó otra carcajada mientras pataleaba y agitaba las manitas, contento.
—Oye Dylan— Le habló Diego. —Cuando seas grande vas a ser apuesto como tú hermano y habrán muchas chicas lindas detrás de ti—
—Diego, es un bebé, no le digas eso— Exigió Samantha, mirándolo mal.
—Ya cálmate niña— Le pidió Diego. —A lo mejor estás celosa porque ya no eres la más pequeña de la casa—
—Ya basta los dos— Pidió Lili, rodando los ojos.
—Chicos, ya vallan al auto, se nos hará tarde a todos— Advirtió Betty, acercándose a tomar el portabebé con Dylan adentro. —Te vas con mami y papi al trabajo mi hermoso bebé—
Salieron todos de la casa y Betty y Jughead iban adelante mientras sus hijos iban los cuatro en los asientos traseros. Fueron al colegio a dejar a Samantha y luego a la secundaria a dejar a Lili y a Diego.
Después solo les quedaba el bebé Dylan y éste se iba con ellos al trabajo. Llegaron a la empresa, entraron al edificio y ahí se despidieron antes de separarse.
—En dos horas vengo por Dylan para tenerlo un rato— Avisó Jughead, dejando un beso en los labios de su mujer. —¿Estarás bien mi amor?—
Betty asintió. —Dylan es un ángel Juggie. Pero si te necesito te haré saber—
Jughead sonrió y dejó un beso en la cabecita del bebé cubierta por una hermosa cabellera rubia. —Adiós bebito hermoso, papi te ama muchísimo y a tu mamá también— Besó los labios de su esposa.
Betty sonrió. —Ya vete, se nos hará tarde—
Jughead sonrió y le dió la espalda para retirarse. —¡Te amo!—
—¡Y nosotros a ti!— Contestó Betty para entonces retirarse a su oficina con el bebé en brazos.
En la secundaria, Lili y Diego estaban junto a sus parejas. Los cuatro estaban en el mismo espacio, pero sosteniendo conversaciones diferentes que los otros no podían escuchar.
Aunque Lili se olvidó un poco de aquel señor que dijo ser su padre biológico, aún tenía eso dentro de ella. Aun deseaba saber, aún le picaba la curiosidad.
—Lili— La llamó Noah, preocupado. —Oye... ¿Qué tienes?—
Lili lo miró, volviendo a la realidad. —Hola Noah. ¿Qué pasó?—
—Que te estuve hablando todo este tiempo y apenas me prestaste atención— Contestó Noah, tomándola del mentón. —Lili... Soy tu novio, te quiero y me preocupo por ti. ¿Qué ocurre?—
Lili suspiró, bajando la mirada. —No le digas a nadie. Es que... Hace unos meses un hombre apareció por aquí diciendo que era mi papá—
Lili asintió. —Si... Mi mamá nunca quiso hablarme de el. Nunca me ha hecho falta, mi padre es Jughead. Es mi héroe, él me crió. Pero... No sé, quiero saber—
—Lo se y lo entiendo, te lo juro— Aseguró Noah, acariciando su mejilla. —Pero... ¿Lo has hablado con tu mamá?—
—No. Es que eso pasó el mismo día que mi mamá dió a luz a mi hermanito y no quería molestarla. Hablé con papá, pero no le dije que ese hombre apareció frente a mi, solo le dije que quería saber de mi padre biológico y él me dijo que esperáramos un tiempo porque mi mamá estaba muy cansada por haber tenido a mi hermano— Explicó Lili.
Noah asintió. —Esa parte la entiendo perfectamente. Pero tú hermano nació hace ya tres meses. Es momento de que le cuentes a tu mamá—
—Lo sé, lo sé— Admitió Lili, bajando la mirada. —Espero que no se enoje conmigo por eso—
—Lil, en lo que llevo conociendo a tu mamá puedo asegurarte que no se va a enojar— Aseguró Noah, sonrojado. —Yo te amo Lili—
Lili lo miró con los ojos abiertos como platos. —¿Qué?—
—Que te amo— Repitió Noah. —Tal vez es algo precipitado o muy rápido, pero nunca conocí a alguien como tu. Eres increíble Lili—
Lili sonrió. —Me da mucho gusto escuchar eso porque yo también te amo Noah. Y desde el día en el que te ví quedé flechada. Has demostrado que eres ese amor que idealizo desde pequeña—
Noah sonrió y se acercó para besarla hasta que la voz de Diego los separó.
—¡Te estoy viendo Noah!— Advirtió Diego desde el otro lado del jardín. —¡Tampoco te pegues tanto de mi hermana!—
Lili soltó una risa. —¡Atiende tus asuntos Diego!—
En la empresa, Jughead estaba en su oficina y estaba esperando a una representante de una comisión de Francia cuando una atractiva mujer de cabello rojo y ojos café apareció en la puerta.
Jughead se puso de pie y se acercó, tendiéndole la mano. —Bienvenue, bon après-midi—
—Se tu idioma, descuida— Contestó la mujer, estrechando su mano con la de Jughead. —Soy Amelie Bernard, mucho gusto—
—Jughead Jones, el gusto es mío. Eres de la comisión francesa, supongo— Dijo Jughead.
Amelie asintió. —Eres más apuesto en persona Jughead Jones— Admitió la chica, acariciando su rostro.
—Juggie...— Lo llamó Betty, apareciendo en la puerta de la oficina con el bebé en sus brazos y deteniéndose en seco al ver a aquella mujer. —Ah, hola. Perdón... Yo...
—Betts, espera— Pidió Jughead, separándose de la mujer y acercándose a ella, rodeándola con sus brazos. —Amelie, ella es mi esposa Betty Jones y éste galán...— Tomó al bebé en sus brazos. —Es mi hijo menor Dylan. Tengo dos hijos adolescentes de quince años y otra hija de once. Betty, ella es Amelie Bernard, viene de parte de la comisión francesa—
—Hola Amelie, mucho gusto— Respondió Betty, sonriéndole. —Tienes un nombre muy bonito—
—El gusto es todo mío, Betty Jones— Contestó Amelie, fingiendo una sonrisa y mirándola de arriba a abajo.
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