Lili había tenido problemas desde que nació y por esa razón todo el que la rodeaba y conocía ese detalle de ella vivía pendiente. De hecho... Todos vivían con miedo de que en algún momento su salud se fuera a caer otra vez porque podría ser mortal para ella.
—Lili...— La llamó Betty, tocando la puerta con insistencia. —Lili... ¿Estás ahí amor?—
—Lili Jones Cooper— Habló Jughead, empezando a tocar con insistencia la puerta. —Tu madre y yo estamos muy preocupados. Si no abres la puerta vamos a asumir que te pasó algo—
—¿Qué quieren?— Preguntó Lili con voz nerviosa desde adentro de su habitación.
—Queremos verte, queremos saber qué te pasa— Respondió Betty, asustada.
—Tu hermana está preocupada mi amor. ¿Que te pasa? ¿Por qué te encierras?— Preguntó Jughead, nervioso.
—No le hagan caso a Sam— Pidió Lili, con la voz entrecortada.
Betty miró a su esposo y suspiró, volviendo a tocar la puerta. —Samantha no miente. Mi amor, somos tus padres, confía en nosotros bebé—
—Lili, no quiero verme en la obligación de buscar la llave de ésta habitación— Advirtió Jughead. —Somos tus padres, te amamos y nos preocupamos mucho por tí—
Lili suspiró desde el interior de su habitación. —Tuve un pequeño accidente...
—¿Accidente?— Preguntó Jughead, aún más asustado. —Ya sí que me estoy preocupando—
—Bebé... ¿Qué clase de accidente?— Preguntó Betty, interesada.
—No quiero hablar de eso— Negó la menor.
—Oh...— Contestó Betty, entendiendo. —Amor... ¿Acaso ya llegó tu período?—
—Sí— Respondió tímida la adolescente.
Betty suspiró, aliviada. —Me asustaste. Pensé que te había pasado algo malo—
—Chiquita, esto es completamente normal— Aseguró Jughead. —Tienes catorce años, ya era hora. No hay nada de qué avergonzarse—
—Lili, necesito hablar contigo— Pidió Betty. —Papá puede esperar abajo con tus hermanos si quieres— Miró a su esposo. —Yo lo resuelvo— Murmuró.
Jughead asintió. —Voy a esperar abajo. Te amo hija—
Eso hizo Jughead; Se retiró de la puerta de la habitación de su hija y cuando bajó a la sala se encontró con sus otros dos hijos.
—¿Dónde está mamá?— Preguntó Diego, acercándose a su padre.
—Está hablando con su hermana— Respondió Jughead, aún pensativo.
—Papi. Entonces... ¿Lili está bien?— Le preguntó Samantha, acercándose con Milo en sus brazos.
Jughead asintió. —Ella está bien, creo. Lo estará—
—¿Le pasó algo a Lili?— Preguntó Diego, preocupado.
—No... Es que no sé si me corresponde dar esa información sin el consentimiento de su hermana— Admitió Jughead.
Jughead suspiró. —Es que su hermana tuvo su primera regla y está un poco asustada. Su madre está hablando con ella—
—Pero es solo eso... ¿Verdad? Entonces no hay de qué preocuparse— Admitió Diego, aliviado. —Son cosas que pasan, es normal—
—La maestra nos estuvo hablando de eso. También me daría miedo— Confesó Sam.
Jughead suspiró y se acercó a abrazar a su hija pequeña. —Mi niña... Por favor deja de crecer. Dejen de crecer los tres—
Diego y Samantha soltaron una risa y en ese momento Betty bajó las escaleras con una pequeña sonrisa.
—Todo en orden— Aseguró la rubia mayor, acercándose a su esposo. —Estaba un poco alterada pero logré calmarla. Le hablé un poco más del tema—
Jughead asintió. —De acuerdo. ¿Ella no necesita nada? Si necesita algo yo puedo conseguirlo—
—No, descuida. La estuve preparando para éste momento. El detalle es que se siente un poquito mal, pero con algún analgésico se resuelve— Avisó Betty.
—¿Puedo subir a hablar con ella?— Preguntó Jughead.
—Claro, ve y llévale los analgésicos— Pidió Betty.
El ojiazul mayor tomó un analgésico y un vaso de agua y subió a la habitación de su hija mayor, tocando la puerta.
—Pasa— Respondió la menor en voz baja.
Jughead abrió la puerta y vió a Lili acostada en la cama, de espaldas hacia él. Él se acercó, dejó el vaso de agua y la pastilla sobre la mesita de noche y se sentó al borde de la cama junto a su hija.
—¿Cómo te sientes mi niña?— Le preguntó.
—Me duele un montón la cabeza papá. No aguanto los cólicos— Admitió, frustrada.
Jughead suspiró. —Te traje algo que te va a servir. No te preocupes, es completamente normal. Yo cuido un montón a tu mamá cuando se pone así, es difícil—
Lili se sentó sobre la cama y se tomó la píldora, tenía los ojos rojos por llorar del dolor, era algo nuevo y por lo tanto el dolor también lo era.
—Si en un rato aún te sientes mal o necesitas algo más me dices a mi o a mamá— Avisó Jughead, mirándola. —Eres nuestra hija y te amamos. No tengas pena para hablar de ese tema conmigo o con tu mamá, de verdad—
Lili asintió, mirándolo con una pequeña sonrisa. —Te amo papá. Pero por ahora sólo quiero descansar—
—Claro, descansa para que te haga efecto la píldora. Te amo— Respondió Jughead, besando su frente.
Lili lo abrazó. —Te amo papá—
Después de eso más de noche todos cenaron juntos como normalmente lo hacían. Betty y Jughead se mantuvieron pendientes a su hija mayor en especial hasta la hora de dormir.
Cuando la pareja de esposos ya estaba en su cama matrimonial, abrazados.
—No sabes el alivio que siento por saber que mi hija ya tuvo su primera regla— Admitió Betty. —Cuando nació me dijeron que estuviera muy pendiente porque por ser bebé prematura podría tener problemas en su desarrollo más adelante y no quiero eso—
—Hay que estar muy pendientes de ella mi amor— Advirtió Jughead, besando su cabeza. —Si notamos cualquier problemita la llevamos al médico de inmediato, pero cuento con que eso no va a pasar—
—Ojalá que no— Contestó Betty, colocándose encima de su esposo y besándolo. —Amo estar en ésta lucha contigo Juggie, eres el mejor—
—No preciosa, tú lo eres— Aseguró Jughead, acariciando su mejilla y bajando sus caricias al trasero de su esposa. —Te amo, Elizabeth—
Betty sonrió, dejando un pequeño beso en sus labios.—Te amo Juggie—
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