Diego conocía a casi todos los empleados desde que nació y por eso todo el mundo lo saludaba, aunque su padre se mantuviera con ese semblante serio que lo caracterizaba.
—¡Enano!— Gritó Fangs, corriendo hacia el niño mientras éste se acercaba con su padre.
—¡Tío Fangs!— Chilló Diego, corriendo hacia él y lanzándose a sus brazos.
—¿Qué haces aquí?— Le preguntó Fangs al niño, tomándolo en sus brazos. —Pense que estarías en el colegio—
—Adivina— Habló Jughead. —Expulsado por pelear con una niña—
—¿Que?— Preguntó Fangs, divertido, mirando al niño en sus brazos. —¿Eso es verdad, amiguito?—
—Pero ya me disculpé— Se justificó Diego, con un puchero.
—¿Acaso es a mi bebé al que estoy oyendo?— Preguntó Cheryl, saliendo al pasillo y abriendo los ojos como platos con una sonrisa al ver al niño. —¡Mi bebé, mi bebé está aquí!— Chilló, corriendo hacia Fangs y arrebatándole al niño para llenarlo de besos. —¡Mi bebé, mi bebé!—
—Tia, no...— Se quejó Diego, soltando una risa.
—Ustedes van a malcriar a mi hijo— Reprochó Jughead, serio.
—Ay tu cállate vago— Exigió Cheryl, rodando los ojos, abrazando al niño en sus brazos. —No escuches al rígido de tu padre mi amor. Tienes que ir otra vez el fin de semana conmigo a mi casa mi vida—
—Si tía, si quiero— Admitió el menor, con una sonrisa.
—Jughead...— Lo llamó Sweet pea, acercándose. —Ya todo está listo para proceder con la reunión—
—Perfecto, vamos al salón de conferencias— Exigió Jughead, mirando a sus socios y retirándose a dicho salón.
Fueron Fangs, Sweet pea, Cheryl y por supuesto, el pequeño Diego. Cuando Jughead asumió el mando de la cadena de empresas de su familia, no lo hizo solo. Tuvo como socios a sus amigos y ahí estaban, haciendo las cosas como el equipo que eran ahora.
La reunión tuvo una duración de dos horas y fue para identificar nuevas necesidades para mejorar los servicios de desarrollo de software de la empresa. Jughead, como siempre, muy centrado en su trabajo.
¿Su hijo? Muy aburrido, por supuesto. Después de todo, solo tenía cuatro años y no entendía casi nada de lo que se hablaba.
Cuando finalizó la reunión y todos salieron del salón de conferencias, Jughead se encontró con un buen amigo. Su viejo amigo Archie Andrews, amigo de toda la vida, dueño de la Constructora Andrews.
—¡Tío!— Chilló Diego, corriendo hacia él y abrazándolo.
—Hola campeón, que grande estás— Admitió Archie, tomando en sus brazos al pequeño y luego mirando al ojiazul. —¿Qué tal, viejo?—
—Archie— Lo saludó Jughead, acercándose y dejando varias palmadas en su espalda. —¿Que tal? ¿Cómo van los nuevos proyectos de la constructora?—
—Excelente, avanzan más rápido de lo que pensé— Aseguró Archie, con una sonrisa. —Solo quisiera encontrar una buena mujer y tener un hijo tan cool como el tuyo— Miró a Diego en sus brazos.
—Ya la encontrarás— Afirmó Jughead, tomando a su hijo en brazos. —Diego y yo nos vamos a casa. Nos juntamos otro día Archie—
Después de despedirse de Archie, Jughead salió con su hijo del edificio y entraron ambos al auto para ir a casa, pero Jughead no paró de hablar por teléfono hasta que llegaron a su lujosa "casa" si así se podía llamar.
Era una casa inmensa, costaba miles de dólares con enormes jardines, piscinas, sala, habitaciones, balcón, varios baños, dos salas de cine, cocina gigantesca... Quizá algo exagerado para un hombre que vivía sólo con un niño pequeño. Obviamente habían numerosos guardias rodeando la casa y varios empleados, solo que de noche no había mucha gente ya, porque la mayoría ya había cumplido su horario.
Jughead estaba en su oficina en casa, muy ocupado usando su computadora con sus anteojos para cuidarse de la luz artificial.
Diego estaba aburrido, por lo que se acercó a su padre con una pelota de fútbol con intenciones de invitarlo a jugar.
—Papá...— Lo llamó Diego, entrando a su oficina.
—¿Que ocurre?— Preguntó Jughead, sin mirarlo. —¿No te enseñé a tocar la puerta?—
Diego tragó saliva. —Perdón, papi. ¿Quieres... Quieres jugar conmigo?—
Jughead suspiró, aún sin mirarlo. —¿No ves que estoy ocupado? Mejor ve a hacer tu tarea o duérmete, no se. Si tienes hambre dile a Cata que te prepare algo—
Diego tomó aire y se fue con los ojos cristalizados a su habitación. Su padre nunca le prestaba atención y él se sentía sólo.
Las cosas eran muy diferentes en la casa de Betty y su hija; No eran millonarias, pero con su trabajo de Diseño Gráfico Betty podía darle una buena vida a su hija y a ninguna de las dos le faltaba nada. Vivían en una casa grande y acogedora, con un gran jardín y con mucho espacio y las dos vivían en su pequeño mundo, solo ellas.
Betty estaba peinando el cabello de su hija frente al espejo de su habitación con una sonrisa. Su hija era su vida. Después de todo, solo se tenían una a la otra además de los padres de Betty, claro.
—Mami...— La llamó Lili.
—¿Si, amor?— Preguntó Betty, terminando de peinar el rubio y abundante cabello de su hija.
—Tengo hambre— Contestó la niña.
Betty sonrió, tomando a su hija en sus brazos. —Ya pesas princesa. Vamos a la cocina a hacer algo rico y divertido para cenar—
—Hagamos pizza— Pidió Lili, emocionada, acariciando el rostro de su madre.
—La pizza no es muy sana mi vida— Reprochó Betty. —¿Por qué mejor no hacemos una lasaña de vegetales?—
—Pero los vegetales no son divertidos— Se quejó Lili.
—Lo que no es divertido es enfermarse por comer comida chatarra— Aseguró Betty, besando su frente. —Mi pequeña traviesa... Vamos a la cocina y manos a la obra—
Las dos rubias fueron a la cocina y empezaron a hacer su cena juntas, entre risas y llenándose de salsa una a la otra.
Sí, eran felices las dos juntas, teniéndose una a la otra.
Después de haberse llenado el estómago, se acurrucaron juntas en el sofá viendo dibujos animados.
—Mami...— La llamó Lili, mirándola.
—¿Si, muñeca?— Preguntó Betty, mirándola y acariciando su cabello.
—Te amo mami. Eres la mejor mami del mundo— Aseguró, abrazándola.
Betty sonrió, besando su cabeza. —Yo te amo mas, princesa—
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Amamos a Betty como mamá 🛐 pero Jughead.... Bueno... Ya va a mejorar ☺️👌
