Más semanas pasaron y el vientre de Betty iba creciendo. Se aproximaba al quinto mes de embarazo y eso significaba que el momento de saber el sexo del bebé se aproximaba también. Los síntomas del embarazo disminuyeron significativamente, pero el apetito aumentó y los cambios de humor también.
Pero él la amaba y la comprendía en todo momento. Por eso iban a enfrentar lo que sea que llegara, pero juntos.
Era sábado, no había trabajo y Betty y Jughead estaban en casa con los niños, lo que les gustaba hacer. Betty estaba sentada en el piso dibujando con Lili y Diego.
—Listo, terminé— Avisó Betty, mostrando el dibujo de una tortuga.
—También terminé mami— Avisó Lili, mostrando su dibujo de un edificio.
—Y yo— Habló Diego, mostrando su dibujo de su perro Milo.
Betty sonrió, mirando los dibujos. —Me encantan. Oh...— Exclamó, tocando su vientre. —Bebé...
—¿Qué pasa mami?— Preguntó Diego, extrañado.
—¿Qué hace el bebé?— Preguntó Lili, acercándose a su madre.
—Me está... Pateando— Admitió Betty, tocando su vientre con una sonrisa. —Vengan, toquen—
Lili y Diego se acercaron a Betty para acariciar su vientre también y se miraron con una sonrisa.
—El bebé se mueve— Dijo Lili, con una sonrisa, con su mano sobre el vientre de su madre.
—Y se mueve mucho— Aseguró Diego, fascinado, sintiendo a su futuro hermano o hermana menor.
—¿De qué me estoy perdiendo?— Preguntó Jughead, acercándose a su esposa e hijos con Milo en brazos.
—Papi es nuestro hermano bebé— Respondió emocionada Lili.
—Se mueve papi— Avisó Diego.
—¿De verdad? Déjenme ver— Pidió Jughead, emocionado, sentandose junto a su esposa, con Milo en su regazo y tocando el vientre de su esposa con su mano libre. —Mi bebé... Se está moviendo. Bebé, soy papi—
Betty sonrió, sintiendo los movimientos de su bebé, que se sentían como revoloteos de mariposa. —Mi bebé... Serás muy fuerte—
—Va a jugar con nosotros— Aseguró Lili, feliz.
—Y lo vamos a cuidar mucho— Agregó Diego.
—¿Oíste eso bebé de papi? Aquí hay personas que te esperan con mucho amor mi vida, te amo— Le habló Jughead al bebé, besando el vientre de su esposa y mirando a sus hijos. —¿Quieren ir a la playa niños?—
En dos horas ya estaban en la playa; Iban a la playa de vez en cuando con los niños, pero siempre que iban era especial porque se divertían y se divertían estando juntos.
Y ese momento era aquel momento en la vida de todos en el que el tiempo parecía no pasar, en dónde todo se paralizaba y parecía existir sólo ese pequeño momento de felicidad pura.
Los niños corriendo por la playa con sus trajes de baño, detrás de su perro mientras éste ladraba y corría, moviendo la cola, feliz. Betty y Jughead caminaban detrás de ellos, tomados de las manos, con los pies descalzos, sintiendo la cálida arena debajo de sus pies.
—¡Puedo correr más rápido que Milo!— Presumió Lili, corriendo más rápido para alcanzar al perro.
—¡Y yo puedo correr más rápido que los dos!— Exclamó Diego, corriendo más rápido que Lili y Milo.
—¡Se van a caer, no corran tanto niños!— Exigió Betty, mirando a los pequeños, preocupada.
Jughead le dió un pequeño apretón a su mano para llamar su atención y cuando consiguió que ella lo mirara, besó sus labios con cariño y luego se agachó para besar su abultado vientre, abrazándolo.
—Te amo y amo a éste bebé que me diste mi amor— Dijo el ojiazul, poniéndose de pie para volver a dejar otro beso en sus labios.
—¡Papi, mami!— Los llamó Diego, acercándose, cansado.
—También queremos abrazar al bebé— Pidió Lili, acercándose junto al niño pelinegro.
Jughead se acercó a ellos con una sonrisa divertida. —Antes de abrazar al bebé espero que les queden energías porque ahora soy un monstruo que come niños—
Los dos pequeños gritaron y se largaron a correr de su padre, quien empezó a perseguirlos por toda la playa, corriendo.
Betty solo los miraba con una sonrisa, sosteniendo a Milo en sus brazos mientras su esposo perseguía a los niños por toda la playa. Pronto empezó a oscurecer y todos entraron a la cabaña en la playa, en dónde se iban a quedar hasta el domingo.
Betty y Jughead estaban en la cama con sus hijos y su perro, todos haciéndole caricias al bebé que aún no nacía y hablando de diversos temas.
—Shh... Tranquilo o tranquila bebé... Soy papi— Le habló Jughead al vientre de su esposa, dejando un pequeño beso en él.
—Seré tu hermana mayor— Dijo Lili, besando el vientre de su madre.
—Yo seré tu hermano mayor y te voy a cuidar mucho— Aseguró Diego, dejando otro beso en el vientre de Betty.
Betty sonrió, besando la cabeza de cada uno de los niños. —Los amo demasiado niños. Lo saben... ¿Verdad?—
Los dos pequeños asintieron mientras aún seguían entretenidos, acariciando a su hermanito o hermanita.
—Niños... Ustedes saben que cuando su hermanito o hermanita nazca va a necesitar mucha atención porque va a estar muy pequeño o pequeña. Habrán momentos en los que voy a tener que cuidarlo o cuidarla todo el día y tal vez ya no tenga tanto tiempo para ustedes, pero será temporal. Ustedes saben que los amo con mi vida. A los tres por igual— Aseguró Betty, besando la frente de ambos niños.
—No te preocupes mami, entendemos— Dijo Diego con una sonrisa.
—Y te vamos a ayudar cuando tú panza esté más grande y cuando él bebé nazca— Se dispuso Lili.
—Esos son mis hijos— Presumió Jughead, sentando a ambos niños en su regazo y llenando el rostro de ambos de besos. —Los amo niños. Vamos a saber el género del bebé la semana que viene y ustedes nos ayudarán a pintar la habitación del bebé—
—¡Si!— Chillaron ambos niños, contentos.
—Voy a pintarle animalitos— Dijo Diego.
—Si es niña voy a pintarle corazones, mariposas y muchas cosas bonitas— Aseguró Lili, feliz.
—El bebé o la bebé tendrá a los mejores hermanos mayores— Admitió Betty con una sonrisa.
—Y los mejores papis— Agregó Diego.
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