86

124 14 24
                                    

Iban a dar las cuatro de la madrugada y Samantha lloraba y lloraba sin parar. Betty y Jughead estaban despiertos con su hija, claramente. Betty la tenía en sus brazos mientras daba vueltas con ella en la habitación de un lado a otro y Jughead estaba sentado al borde de la cama, sin poder dormir, obviamente.

—Ya princesa, ya— Trató de calmarla Betty, arrullándola en sus brazos, caminando por toda la habitación. —Mami está aquí mi amor, mami está aquí—

Jughead suspiró, poniéndose de pie y acercándose a su mujer. —¿Qué podría querer Samantha? La alimentamos, la cambiamos como dos veces y lo único que le faltaría sería dormir, pero no quiere—

Betty lo miró, con la pequeña aún llorando en sus brazos. —No lo sé. Ni Lili lloraba tanto por las noches. Ella apenas lloraba, te lo juro—

—Quisiera decir lo mismo de Diego, no paraba de llorar— Admitió Jughead. —Amor, pásamela, tengo una idea—

Betty lo miró con confusión. —¿Una idea? ¿Qué vas a hacer?—

—Voy a pasear con ella por toda la casa, no se. Solía hacer eso con Diego, tal vez funcione con Samantha— Sugirió Jughead.

—No lo sé... ¿Podrás manejarlo?— Preguntó la ojiverde con preocupación.

—Amor, estuve criando a Dieguito yo solo desde los diecinueve hasta los veintitrés. Claro que puedo— Aseguró el pelinegro. —Amor por favor ya dámela, me está volviendo loco—

—Pero... ¿Y yo que voy a hacer?— Preguntó la rubia.

—Descansar— Contestó Jughead, tomando a la pequeña que lloraba en sus brazos y mirándola con una sonrisa. —Mi dulce niñita... Ahora darás un paseo con papi por toda la casa mi amor—

—Si me necesitas avísame— Pidió Betty, metiéndose bajo las cobijas en la cama.

—Si preciosa— Dijo Jughead, saliendo de la habitación con su bebé. —Allá vamos pequeña Sam—

El ojiazul salió de la habitación con la bebé llorando sin parar en sus brazos y entonces la colocó contra su pecho, arrullándola mientras bajaba las escaleras y empezaba a dar vueltas con ella por toda la sala.

Sentía el pequeño cuerpecito de su hija contra su pecho y quiso llorar al recibir los recuerdos de cuando su hijo Diego estaba así de pequeño e indefenso. Y pensar que tarde o temprano esa bebé iba a crecer le parecía algo increíble.

El llanto de la bebé disminuyó hasta desaparecer por completo. Entonces Samantha dejó de llorar y Jughead soltó un suspiro de alivio mientras aún caminaba con ella por toda la sala.

—Muy bien, bebita hermosa de papi— Dijo Jughead, sentandose sobre un pequeño sofá de la sala con la bebé despierta y callada en sus brazos. —Ay mi niña... ¿Qué has hecho con nosotros? ¿No piensas dejar que mami y yo descansemos bebé?—

La voz de Jughead era algo que mágicamente tranquilizaba a Samantha. Cuando él le hablaba, ella se quedaba observándolo con sus enormes y redondos ojos de recién nacida.

Jughead sonrió, mirándola. —Mi bebé. Seguro recuerdas las conversaciones que teníamos cuando todavía estabas en la panza de tu mamá. Te esperábamos con mucho amor, Samantha. Y aunque llores y no nos dejes dormir, eres nuestra bebita y no lo serás por siempre. Te amo, Samantha—

La recién nacida sonrió levemente y Jughead dejó un beso en su frente con una sonrisa. Entonces el chico la arrulló un rato más entre sus brazos hasta que la hizo quedarse dormida, por fin.

Una vez que la bebé estuvo dormida, Jughead subió en silencio a su habitación, dejó a la pequeña en su cuna y él se acostó al lado de su mujer, abrazándola y sintiendo su calor. Ya iban a ser las cinco de la mañana.

Jughead cerró los ojos, pero sólo durmió hasta que la alarma de su celular sonó y él la apagó antes de que ese sonido despertara a Betty o a la bebé.

Con pesar, Jughead se levantó, tomó una ducha con agua fría para despejarse un poco más y luego bajó a la cocina a preparar el desayuno de sus hijos, que no tardaban en despertar.

Como en media hora, ambos niños bajaron las escaleras con sus uniformes y sus mochilas listas, solo que tanto Diego como Lili tenían el cabello algo alborotado.

—Hola papi— Lo saludó Diego con una sonrisa.

—Hola papi— Lo saludó también Lili, acercándose con un peine. —¿Me peinas por favor? ¿Y dónde está mami?—

—¿Mami y la bebé todavía duermen?— Preguntó Diego.

—Buenos días pequeños— Respondió Jughead, acercándose a besar la frente de cada uno. —Mami está cansada porque la bebé lloró toda la noche. Les hice el desayuno, después los peino y los llevo a la escuela. ¿Bien?—

Los pequeños estuvieron de acuerdo y Jughead los llevó al colegio después de que Lili y Diego desayunaron y luego de que él los peinara.

Después de dejar a sus hijos en el colegio, Jughead regresó a la casa y estaba realmente cansado. Pero para completar, recibió una llamada de Sweet pea.

En la llamada...

—Sweet pea... ¿Qué ocurre?— Preguntó Jughead, bostezando.

—Hola hermano. Perdón por llamarte tan temprano pero aquí hay unos extranjeros que desean verte en persona— Explicó Sweet pea. —Y quieren verte ahora—

Jughead suspiró. —Lo lamento Sweet pea. Pero mi esposa dió a luz hace como dos días apenas y tenemos a una bebé recién nacida en casa. Apenas dormí como dos horas—

—Entiendo, pero ellos insisten mucho, realmente quieren verte ahora— Aseguró Sweet pea.

Explícales que mi esposa acaba de dar a luz y tengo una bebé recién nacida en casa, sólo eso. Que me llamen más tarde, pásales mi número— Ordenó el ojiazul.

—Entendido, te deseo suerte amigo. La vas a necesitar— Dijo Sweet pea, divertido.

Jughead soltó una risa sin gracia. —Muy divertido Sweet pea. Te hablo más tarde, chao—

Fin de la llamada.

Jughead dejó el celular, le dió de comer a Milo y luego fue directo a su habitación, a acostarse junto a su esposa, a su lado, abrazándola como si no lo fuera a hacer más.

Estaba muy agotado, había estado con la bebé desde la madrugada. Y si, tener tres niños en casa no estaba siendo nada fácil.












Pequeñito salto temporal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pequeñito salto temporal...








Samy ❤️

Mi Otra Mitad "Bughead"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora